7 junio, 2020
En salud pública no hay nada certero ni absoluto. Como hemos visto con el covid-19, mucho es provisional y tiene muchos matices. Por ello, es importante que los periodistas que cubren la pandemia entiendan los dilemas que enfrentan los epidemiólogos cuando realizan estudios, y cómo estos últimos se convierten en acciones de salud pública.
El Dr. Andrés Vecino, investigador del departamento de Salud Internacional en la Universidad Johns Hopkins, condujo un seminario web en el que analizó las dificultades para traducir la evidencia en salud pública para la población en general y particularmente para los tomadores de decisiones. El seminario web hizo parte del ciclo ‘Epidemiología para periodistas’, organizado por la Fundación Gabo en alianza con la Universidad del Norte y la Fundación Santo Domingo y realizado entre el 29 de abril y el 7 de mayo de 2020.
Este texto es un resumen de Chubutline sobre las enseñanzas del Dr. Vecino sobre cómo se toman decisiones de salud pública y cómo esto no depende simplemente de un estudio científico.
La medicina basada en la evidencia (MBE), también llamada medicina basada en hechos, es un método que pretende incorporar los mejores resultados científicos a la toma de decisiones durante el trabajo clínico. La MBE exige que solo los hechos firmemente establecidos, es decir, los que provienen de metaanálisis y ensayos controlados aleatorios puedan originar recomendaciones médicas.
De este concepto surge la política basada en la evidencia (PBE), que propone que la toma de decisiones en política pública se debe basar en evidencia objetiva y obtenida rigurosamente. Su finalidad es implementar políticas públicas que hayan demostrado ser efectivas para resolver un problema social concreto.
Problemas al traducir la evidencia
En salud pública, existen ciertas dificultades para traducir la evidencia científica para el público en general y, particularmente, para tomadores de decisiones, porque la toma de decisiones de MBE no funciona igual que la PBE.
La MBE tiene un impacto directo en la práctica a nivel individual, pero en la toma de decisiones se consideran otros aspectos:
Cuando se prescribe un medicamento específico hay una evidencia que soporta la utilización del medicamento en una persona.
Cuando se toman decisiones de PBE hay que pensar en el bienestar de la población, no en el invididual; por ende hay otras consideraciones que son fundamentales: presupuesto, equidad, incertidumbre, capacidad instalada, información disponible, competencias legales de quienes toman las decisiones, aversión al riesgo, los valores de la sociedad.
Esta diferencia crea un abismo entre la MBE y la toma decisiones en política, porque los resultados de un estudio científico no siempre se van a reflejar en la toma de decisiones a nivel poblacional. Hay muchos temas de importancia en la toma de decisiones en salud pública, siendo los más fundamentales los cuatro que se describen a continuación.
Determinar la efectividad de un medicamento o medida no farmacéutica va mucho más de hacer un estudio científico; por ello existen nueve criterios para proporcionar evidencia epidemiológica de causalidad entre una presunta causa y un determinado efecto. (…) Esta es la complejidad que implica el hecho de simplemente determinar causalidad, lo cual va más allá de un estudio específico. Por ello, en salud pública se dice que la causalidad solo puede ser determinada a través de un cuerpo consistente de evidencia, no solo por un estudio.
La eficacia es el efecto que tiene un factor (ejemplo: un medicamento) en un desenlace en salud bajo condiciones controladas y experimentales.
La efectividad es el efecto que tiene un factor (ejemplo: el mismo medicamento) en un desenlace en salud en condiciones reales.
Un ejemplo para explicar estos conceptos es la planificación familiar. La eficacia de los preservativos es del 98%, pero cuando se mira poblacionalmente la efectividad en el mundo real, baja al 85% por mal uso. Esa diferencia es fundamental porque puede hacer toda la diferencia entre implementar y no implementar una intervención, incluso si los estudios de eficacia son positivos
Siempre existe un gran abismo entre un estudio científico y su implementación en la población, teniendo en cuenta el gran número de consideraciones sociales, económicas y políticas que ello implica. Durante la pandemia, hemos escuchado la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre hacer pruebas, pruebas y pruebas. Por supuesto, son necesarias; pero entre la idea teórica de generar pruebas y su implementación hay un gran paso, con muchas dificultades de por medio.
Es conocido que la cadena global de suministro de pruebas está restringida. Los países que producen las pruebas han reducido sus exportaciones para poder concentrar los reactivos y los kits dentro de sus países. Estas pruebas también necesitan personal capacitado con equipos de protección. En ocasiones las pruebas deben viajar en avión a los laboratorios, los cuales deben poseer características de bioseguridad que no son fáciles de tener. Incluso, en países de Latinoamérica que tienen laboratorios especializados principalmente en enfermedades transmitidas por vectores, se ha tenido que crear una infraestructura enorme para realizar pruebas de coronavirus.
La comunicación de los tomadores de decisiones debe mostrar:
Competencia: transmitir que pueden lidiar con determinado problema.
Consistencia: recomendar una medida y después recomendarla, o que los gobiernos locales no coincidan con el gobierno nacional, son inconsistencias muy dañinas porque causan escepticismo o división en la población.
Construir confianza: hay que decir la verdad, incluso admitir cuando algo no se sabe o produce dudas.
Crear diálogo bilateral: es importante consultar a comunidades específicas, ejemplo, adultos mayores, al momento de tomar medidas restrictivas hacia esas poblaciones.
Proveer información útil: brindar información aplicable y útil permite a la población saber cómo actuar. Por ejemplo: impulsar la importancia del lavado de manos.
Existe para los periodistas (y en general para quienes no son especialistas en algún campo específico de la salud pública) una serie de barreras al momento de traducir la evidencia científica:
Tiempo: ritmo de trabajo más agitado que el de un investigador científico, que les deja poco tiempo para interpretar la información científica.
Recursos: falta de acceso a revistas científicas o desconocimiento sobre cómo acceder directamente a material científico de calidad.
Lenguaje: dificultad para entender el lenguaje técnico propio de los científicos o desconocimiento del idioma en el que se publican las investigaciones.
Límites de palabras: las limitaciones de espacio en los medios de comunicación dificultan la posibilidad de mostrar los matices de la información que se está presentando. (…)
¿Por qué en los medios no se les dan importancia a los pacientes recuperados? ¿No se debería profundizar en este aspecto?
En términos de comunicación es importante mostrarle a la gente que muchas más personas se recuperan que las que mueren.
Se ha utilizado el plasma de personas recuperadas en personas muy enfermas, y en estudios preliminares parece tener un efecto positivo. Entonces el rol de recuperados es más importante, porque se pueden buscar para pedirles que donen su plasma para poder tener los anticuerpos y dárselos a otras personas. El plasma parece funcionar y si funciona quiere decir que hay un grado de inmunidad, al menos de corto plazo.