10 septiembre, 2020
Enheduanna fue una mujer que vivió en el siglo 23 a.C. en la antigua Mesopotamia, y es ampliamente considerada como la primera persona en la historia en crear una obra literaria propia. Fue un personaje notable: además de escritora de prosa y poesía, fue una princesa y sacerdotisa.
La conquista de Sargón el Grande derivó en el desarrollo del primer gran imperio. La ciudad de Acadia se convirtió en el primer gran centro urbano y el norte y el sur de la Mesopotamia se unieron por primera vez en la historia.
Es en medio de este extraordinario escenario histórico que hallamos el fascinante personaje de Enheduanna, la hija de Sargón.
Ella fue la sacerdotisa mayor de la deidad lunar Nanna Suen en su templo de Ur (actualmente, sur de Irak). Y la labor celestial de esta mujer de hecho se refleja en su nombre, que significa “ornamento del cielo”.
Enheduanna escribió muchas obras literarias, entre ellas dos himnos dedicados a Inanna, la diosa mesopotámica del amor. También se le adjudica la autoría del mito de Inanna y Enki, una colección de 42 himnos.
Las tradiciones de la escritura en el mundo antiguo son a menudo consideradas una labor exclusivamente de hombres, pero la obra de Enheduanna es una parte fundamental de la rica historia literaria de la antigua Mesopotamia.
Que Enheduanna sea identificada como la autora detrás de esas obras es significativo, debido al anonimato que rodeaba frecuentemente las creaciones de otros autores anteriores.
A pesar de esto, es bastante desconocida para la historia y sus logros literarios han sido ampliamente pasados por alto (a excepción del trabajo hecho por la académica Betty De Shong Meador).
La obra de Enheduanna conocida como los himnos del templo concluye con una afirmación sobre su originalidad: “El compilador de las tabletas fue En-hedu-ana. Mi rey, se ha creado algo que nadie ha creado antes”.
Además de reclamar la autoría del trabajo, Enheduanna también hacía comentarios sobre las dificultades del proceso creativo – aparentemente, el bloqueo de la página en blanco fue un problema incluso en la antigua Mesopotamia.
En sus himnos, Enheduanna comenta los desafíos de encapsular las maravillas divinas en el mundo de la palabra. Describe las largas horas que pasaba trabajando sobre sus composiciones durante la noche, para que fueran interpretadas en el día. Los frutos de su trabajo están dedicados a la diosa del amor.
Su poesía tiene una calidad reflexiva que enfatiza las cualidades superlativas de su musa divina, mientras también resalta las habilidades que se necesitaban para las composiciones escritas.
Sus escritos son profundamente personales y contienen numerosos datos biográficos.
Su trabajo de alabanza a las deidades celestiales ha sido reconocido también en el campo de la astronomía moderna. Las descripciones de las medidas estelares y los movimientos se consideran posiblemente como las primeras observaciones científicas del cielo. De hecho, en 2015 un cráter en Marte fue bautizado con su nombre.
Las obras de Enheduanna fueron escritas en cuneiforme, una antigua forma de escritura que usaba tablas de arcilla, pero solo sobrevivieron copias que se hicieron cerca del año 1.800 a.C., del periodo paleobabilónico y posterior.
Pero, además de la poesía, los arqueólogos descubrieron otros registros de la vida de esta autora.
Estos incluyen sellos cilíndricos que pertenecían a sirvientes y un relieve de alabastro que estaba dedicado a ella. El disco de Enheduanna fue descubierto por el arqueólogo británico Charles Leonard Woolley y su equipo de excavación en 1927.
El disco fue descartado y aparentemente desfigurado en la antigüedad, pero estas piezas se recuperaron en distintas excavaciones y las escenas que representaban fueron restauradas de forma exitosa. La imagen del disco hace énfasis en el estatus social y religioso de la sacerdotisa, quien viste una capa y una prenda con volantes.
La escena retrata a la sacerdotisa en su lugar de trabajo: junto con tres asistentes masculinos, ella realiza una ofrenda líquida que se vierte de una jarra. Enheduanna está situada en el centro de la imagen, con su mirada fija en la ofrenda religiosa y su mano levantada en un gesto de piedad.
La poesía de Enheduanna contiene lo que se piensa son elementos autobiográficos, como descripciones de su lucha contra un usurpador de su cargo, Lugalanne.
En su composición «La exaltación de Inanna», Enheduanna describe los intentos de Lugalanne de sacarla de su función dentro del templo.
Los ruegos de la poetisa a la diosa de la luna no obtuvieron la respuesta ansiada. Entonces ella buscó la ayuda de Inanna, quien es alabada por restablecerla en su puesto.
El desafío a la autoridad de Enheduanna y el agradecimiento por la ayuda divina tienen eco en otra de sus obras, el mito conocido como Inanna y Enki.
En su narrativa, la diosa Inanna entra en conflicto con una montaña arrogante, Enki. La montaña ofende a la diosa al mantenerse más alta que la deidad y rehusarse a inclinarse en reverencia. Inanna entonces acude a su padre, el dios Anu.
Él le aconseja que desista de sus intenciones de ir a la guerra contra la ira de la montaña. Inanna, de manera audaz, ignora esta instrucción y aniquila a la montaña, mientras agradece al dios Enlil por su ayuda. El mito contiene paralelos con el conflicto descrito en la poesía de Enheduanna.
En la figura de esta primera autora literaria con nombre propio, vemos una personalidad poderosa de gran creatividad, cuya apasionada devoción y alabanza a los dioses del amor continúa teniendo eco a través de los tiempos, 4.000 años después de que ella lo escribiera en unas tablas de arcilla.
* Louise Pryke. Profesora de Lenguas y Literaturas del Antiguo Israel, Universidad Macquarie