15 agosto, 2024
Las centrales Atucha I y II y la de Embalse llegaron a un total de 1.174.116 MWh. Podrían postergar la parada de mantenimiento de la primera para evitar cortes en el verano.
Las plantas nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse alcanzaron un récord histórico en la producción de energía eléctrica, generando un total de 1.174.116 MWh con un factor de carga del 96,23%.
Este notable rendimiento permitió que la energía nuclear represente el 8,91% de la electricidad generada en la Argentina.
«Este logro refleja el compromiso de Nucleoeléctrica con la excelencia operativa y su contribución al abastecimiento energético del país», destacaron desde la empresa estatal encargada de la operación de estas centrales nucleares.
Las plantas nucleares no dependen de condiciones climáticas ni estacionales para su funcionamiento, y son fundamentales en la lucha contra el cambio climático, ya que no emiten gases ni partículas que contribuyan al efecto invernadero, uno de los principales causantes del calentamiento global.
La central Atucha I, con una capacidad de 362 MW, tiene programada una parada técnica en septiembre como parte del Proyecto de Extensión de Vida. Este plan busca prolongar su vida útil por 24 años más, manteniéndola en pleno rendimiento.
Sin embargo, debido a la preocupación por posibles cortes de energía durante el verano, Cammesa y NA-SA están evaluando la opción de aplazar este proyecto para asegurar un suministro eléctrico estable.
“Atucha I fue la primera central nuclear construida en América Latina, lo que supuso un avance significativo tanto en el ámbito tecnológico como en el industrial», remarcó Fernando Monserrat durante la celebración de los 50 años de la planta, evento que tuvo lugar a principios de este año.
Desde 2008, Nucleoeléctrica Argentina viene trabajando en el Proyecto de Extensión de Vida de Atucha I, con el objetivo de garantizar «unos 20 o 25 años más de operación«, asegurando tanto la disponibilidad como la seguridad de la planta.
La central nuclear Atucha II comenzó a suministrar energía a la red el 27 de junio de 2014. Sin embargo, no fue hasta el 26 de mayo de 2016 que recibió su licencia para operar comercialmente. Esta planta cuenta con una capacidad instalada de 745 MW eléctricos.
La energía nuclear representó en julio el 8,91% de la electricidad generada en Argentina.
Por su parte, la central nuclear de Embalse, la segunda en construirse en Argentina, tiene una potencia de 656 MW. Su operación comercial arrancó el 20 de enero de 1984 y concluyó su primer ciclo operativo el 31 de diciembre de 2015.
Embalse ya ha atravesado un exitoso proceso de Extensión de Vida, que permitió, el 4 de enero de 2019, llevar su reactor a estado crítico, dando inicio a su segundo ciclo operativo, el cual se extenderá durante 30 años, hasta el 2049.
Argentina es reconocida como uno de los países pioneros y líderes en la producción de energía nuclear, que, aunque no sea renovable, se considera una fuente de energía verde y limpia.
Esta tecnología depende de combustibles específicos, como los átomos pesados e inestables, siendo el uranio uno de los más utilizados. A pesar de que este mineral se encuentra en la naturaleza, no tiene la capacidad de regenerarse por sí solo.
«Las plantas nucleares no dependen de condiciones climáticas ni estacionales para su funcionamiento, y son fundamentales en la lucha contra el cambio climático, ya que no emiten gases ni partículas que contribuyan al efecto invernadero, uno de los principales causantes del calentamiento global», destacaron desde Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA).
Además de operar las centrales nucleares, NA-SA se encarga de comercializar la energía producida por sus plantas en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) y de gestionar proyectos que garanticen el correcto funcionamiento de sus instalaciones.
Asimismo, la empresa lidera las iniciativas para la construcción de futuras centrales nucleares en el país.
Al igual que en otros sectores de la economía, la falta de financiamiento también está afectando al programa nuclear argentino, que enfrenta el riesgo de quedar paralizado.
La escasez de recursos pone en peligro la continuidad de proyectos clave en la historia del desarrollo atómico del país, que cuenta con más de 70 años de trayectoria.
Entre las iniciativas más relevantes, tanto a nivel nacional como internacional, se encuentra la construcción de la Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM), un innovador proyecto de baja potencia en el que participan más de 1.000 pymes especializadas.
Sin embargo, la continuidad de este ambicioso proyecto está en riesgo debido a los recortes presupuestarios, lo que ha generado retrasos en los pagos a empresas contratistas y proveedores.
El panorama se complica aún más por la imposibilidad de ejecutar los fondos asignados, resultado de un decreto que afecta a los fideicomisos.
En el caso del CAREM, cuya construcción está bajo la responsabilidad de Nucleoeléctrica Argentina, el fideicomiso ha sido alcanzado por las demoras, lo que impide utilizar los recursos ya asignados y amenaza con detener uno de los frentes de obra.
Con una capacidad de 32 MW, el reactor CAREM podría abastecer de electricidad a una ciudad de 100.000 habitantes. Además, de finalizarse dentro del plazo proyectado para 2028, se abrirían oportunidades de exportación a numerosos países interesados en esta tecnología.