12 octubre, 2022
En una nueva edición del informe “La desigualdad de género se puede medir”, realizado por Ecofemidata, el equipo arrojó datos concretos sobre las diferencias en la inserción en el mercado de trabajo entre hombres y mujeres en el primer trimestre de 2022.
Por Florencia Galarza
Según un informe de Ecofeminita, la desigualdad en el mundo laboral afecta a los cargos jerárquicos. Para esto, se midieron los ingresos que perciben en ambos casos, la cantidad de horas que trabajan semanalmente y la distribución de las tareas domésticas.
El objetivo del trabajo es analizar qué tan masculinizado se encuentra el mercado laboral y distinguir si las mujeres enfrentan más problemas a la hora de conseguir un empleo.
Para realizar los cálculos se utilizaron las bases de datos publicadas por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. La misma releva características demográficas, sociales, económicas, con especial atención a las formas de participación en el mercado laboral entre hogares y personas de 31 aglomerados urbanos.
Según este estudio, la ausencia en los descuentos jubilatorios es el indicador por excelencia, que aproxima la falta de registro de la relación laboral asalariada. En Argentina, hay un 38.2% de las asalariadas que no poseen descuentos jubilatorios en sus trabajos, mientras que para los asalariados varones la tasa asciende al 34.0%. Específicamente en el Gran Buenos Aires, esa cifra desciende a 36,5% en el caso de las mujeres y a 31,7% en el caso de los hombres.
En tanto, el análisis del mercado laboral abordado desde la perspectiva etaria indica que son las mujeres más jóvenes las que presentan las mayores tasas de desocupación y subocupación a nivel nacional. Para dar un ejemplo, un 16.8% de las mujeres de 14 a 29 años está desocupada, es decir que, no teniendo ocupación, están buscando activamente un trabajo y no lo consiguen. En cambio, en el caso de los varones jóvenes, el porcentaje de desocupados es de más del 11%.
Poniendo la lupa en el GBA, la tasa de trabajadores activos/as en ese rango de edad es de 42,2% en mujeres y 51,4% en hombres. Entre los 30 y 64 años de edad, los porcentajes se modifican: 70,1% en mujeres y 88,8% en hombres.
En la región, la tasa de empleados/as es menor en ambos sexos: 35% mujeres y 45,2% hombres.
En el informe de Ecofeminita también se midió el acceso a cargos jerárquicos. Resutó que, además de tener una participación más restringida en el mercado de trabajo, las ocupadas encuentran más obstáculos para acceder a cargos jerárquicos. Mientras que un 8.2% de los ocupados varones tienen cargos de dirección o son jefes, solo un 5.4% de las ocupadas ejercen puestos en dirección o jefatura.
Esta problemática, conocida como Techo de Cristal o segregación vertical del mercado de trabajo, hace referencia a la dificultad que poseen las mujeres para ascender profesionalmente en el mercado laboral.
En cuanto a la distribución de los géneros en el sistema laboral, el escrito encuentra que las mujeres están sobrerrepresentadas en los sectores vinculados al cuidado y a las tareas de reproducción, como son el servicio doméstico, la enseñanza y los servicios sociales y de salud.
Por su parte, en sectores como la construcción, transporte y comunicaciones, las actividades primarias e incluso la industria manufacturer, predomina el empleo masculino.
Este fenómeno, denominado como Paredes de Cristal o segregación horizontal, hace referencia a los muros invisibles que segmentan el mercado de trabajo, de acuerdo con los estereotipos de género aún vigentes.
Para el caso de todas las personas perceptoras de ingresos, la brecha entre mujeres y varones a nivel nacional con respecto al ingreso total individual, es de 28.3%. Es decir, contemplando todos los ingresos que se perciben, sean de origen laboral o no laboral (como jubilaciones y pensiones, cuotas alimentarias, subsidios, etc.), las mujeres perciben ingresos que, en promedio, son un 28.3% menores que los de los varones. A esto se lo denomina como “brecha salarial”.
Simultáneamente, en el mercado de trabajo, las mujeres ganan, en promedio, un 28.5% menos que los varones ($49.000 vs. $68.600). Estos datos corresponden a la totalidad de ocupadas/os, cualquiera sea su categoría ocupacional, calificación o jerarquía, observando en este caso los ingresos provenientes de su ocupación principal.
El informe señala que si tomamos en cuenta únicamente a aquellas personas que no poseen descuentos jubilatorios, se observa cómo las mujeres ganan en promedio, un 37.9% menos que sus pares. Es decir, que la brecha de ingresos entre las y los trabajadores se amplía cuando vemos a aquellas/os asalariadas/os que tienen peores condiciones de trabajo.
Finalmente, puede observarse que también existe una brecha, aunque mucho menor, entre las jubilaciones que perciben las mujeres y los varones.
Finalmente, es meritorio especificar que del total de personas que realizan tareas domésticas, un 70% son mujeres y un 30% son varones. Esto sucede si se tiene en cuenta el total de los hogares, y seguramente la diferencia se agravaría si se quitaran los hogares unipersonales del conteo y/o se incluyeran a las trabajadoras de servicio doméstico. Todo esto, entendido como trabajo no remunerado, atribuido culturalmente a las mujeres.