14 julio, 2022
La autora que es un éxito en las redes sociales y logró entusiasmar a los jóvenes con la poesía, habló con Télam sobre su libro «Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo», un poemario que se publicó en España hace casi diez años pero llega ahora a la Argentina.
«Existimos porque existe la poesía, / y viceversa. / Eso pensé / cuando te vi darle la espalda al mundo / para besarme. / Pero la poesía no salva / solo da un sentido a las heridas», escribe Sastre en «Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo», que no solo es un libro de poesía romántica sino también una invitación a reflexionar sobre la palabra poética y su capacidad de transformación. «Nos llenamos la boca con acentos de otro mundo y en cierto modo lo salvamos», dice otro de sus poemas.
«La poesía tiene todas las capacidades de salvarnos a nosotros y de mejorar al mundo, sin duda. Parte de la emoción y la emoción es pura reivindicación», señala Sastre vía email a Télam.
Aunque el libro reúne «historias muy distintas y diversas», según cuenta, el concepto de amor imposible atraviesa toda su producción literaria. «Es algo que me ha acompañado desde siempre, seguramente sea incluso el germen de mi poesía cuando era adolescente», confía Sastre. Sin embargo, en este poemario los lectores y lectoras pueden encontrarse con imágenes en torno al amor consumado. Sobre todo, el amor entre personas del mismo género incluso en este contexto adverso, donde los vínculos aún siguen siendo atacados. La escritora se pronuncia reivindicando el amor homosexual pero dice que lo ve «como algo totalmente normalizado» tanto en su escritura como en su vida. «No me siento especial. Me hace feliz si eso ayuda a gente que por desgracia no está en mi misma situación», indica.
De esta manera, la escritura en clave LGBTIQ+ de la autora no nace a partir cierta inspiración que pudo haber encontrado en autores del género. «No lo he vivido como algo distintivo, así que no me ha hecho falta buscar referentes en las letras -distingue Sastre-. Ahora cuando leo a (Cristina) Peri Rossi, por ejemplo, me emociono mucho, pero en su momento no la conocía», cuenta. Y aunque muchos versos evocan encuentros sexuales entre dos amantes y la idea de «volver poética la pornografía», no hay una búsqueda específica alrededor de la poesía erótica en el poemario, sino que sus versos responden a «una época determinada y a las ganas de explorar temáticas nuevas través de la escritura», destaca. Y acota: «Todo lo que es desahogo me sirve».
La escritora, nacida en Segovia en 1992, comenzó a compartir sus escritos cuando tenía 15 años en un blog llamado «Relocos y recuerdos». Desde entonces, ha publicado una decena de libros entre los que se encuentran los poemarios «Baluarte» y «Aquella orilla nuestra», y la novela «Días sin ti», que ganó el Premio Biblioteca Breve 2019. La puerta de entrada a la poesía para Sastre fue haber conocido la obra del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer mientras estudiaba. «Me cambió la vida», confiesa en diálogo con Télam. Sin embargo, su relación con la escritura poética no ha cambiado por el éxito de sus libros, «sino por la lectura y el descubrimiento de nuevos poetas que me han hecho aprender a escribir cada vez mejor, o al menos intentarlo», cuenta.
Los formatos que suele explorar la autora para volcar su poesía son vastos y muy diversos. En su perfil de Instagram (@elvirasastre), donde la siguen 585 mil personas, comparte tanto fotos personales como poemas suyos sobre un fondo blanco en letras negras. Durante la pandemia, su gran llegada a los jóvenes permitió que el ciclo de lecturas en vivo llamado «Poesía en tu Sofá» alcanzara a un público heterogéneo. Para ella, esta iniciativa significó una experiencia increíble. «Conseguimos que la poesía llegara a muchas partes del mundo y a mucha gente que nunca había escuchado poesía gracias a la gente que participó. Lo disfrutamos mucho», recuerda.
Cuando Sastre se instaló en Madrid para cursar el grado universitario de Estudios Ingleses, no sabía que esta ciudad sería el escenario de su carrera poética. En esta metrópoli española, la poeta empezó participando en eventos poéticos acompañada de cantautores reconocidos como Adriana Moragues, Manu Míguez y Diego Ojeda e importantes poetas como Carlos Salem y Escandar Algeet. Con los años, llegó a compartir escenario con artistas como Andrés Suárez, Luis García Montero, Raquel Lanseros, Marwan o Benjamín Prado. En 2018, salta a los medios de comunicación cuando comienza a colaborar en El País con artículos semanales en los que comenta sus impresiones sobre la ciudad en la que vive. Esos textos fueron reunidos y publicados por la editorial Seix Barral en formato libro en febrero bajo el título «Madrid me mata: Diario de mi despertar en una gran ciudad».
Al año siguiente, la escritora presentó «Desordenados», un recital poético musical junto al cantautor Andrés Suárez que buscó poner en valor la palabra, el verso, la música de autor y demostrar que la poesía puede ser un fenómeno masivo: más de 4000 personas disfrutaron de este espectáculo. Poco tiempo después, el proyecto desembocó en «Elvira en voz», un álbum que presenta un total de doce poemas recitados acompañados de una banda sonora.
«Estoy trabajando en una nueva novela, pero sin tiempos fijados ni plazos. Me gusta crear en libertad», cuenta ahora sobre sus nuevos proyectos creativos. La libertad de producción que la caracteriza se encuentra tanto en la diversidad de formatos que la poeta explora como en la decisión de no encasillar sus poemas en una estructura determinada e inmutable, que va a repetirse de una vez y para siempre. Por ejemplo, en «Aquella orilla nuestra» los poemas son más breves y condensados mientras que en «Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo» son más extensos. «Aquella orilla nuestra», cuenta Sastre, «es particular porque es un trabajo conjunto con Emiliano (Emba). Al llevar dibujo, el texto quería que fuera más conceptual y breve». La soltura que caracteriza a la española también se demuestra cuando «no piensa tanto», según dice, sobre el disparador de sus poemas. «No lo pienso tanto. Prefiero que sea el lector o lectora quien lo haga suyo y le dé el significado que necesite», concluye.