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28 julio, 2020

El peregrinaje a Gaiman que todo noble debería hacer una vez al año

Es el turismo interno obligado que nos debemos ni bien se pueda, para endulzar tanto confinamiento. Sobre todo se extraña la posibilidad un día como hoy, aniversario de la Gesta Galesa y peregrinaje obligado para todo noble chubutano que se precie.

Hace 25 años, efectivamente llegó ´sangre azul´ hasta el poblado de la «Piedra de Afilar» cuando la entonces princesa de Gales viajó a la Argentina para una visita oficial que duró cuatro días y fue cubierta por los medios de la época con gran despliegue. Desde aquel momento Gaiman no es la misma, aunque tampoco tan distinta. Probablemente más conocida internacionalmente y con un cocarda mística entre sus muchas anécdotas .

 

 

La visita se sumó a las enciclopedias de relatos ampliados y condimentados en el tiempo, de esos que abundan en pueblo chico y galenso. La Princesa, convertida ahora en un ícono de la realeza rebelde y con causa en el recuerdo mundial tras su trágico y misterioso fallecimiento, estaba ya separada y a poco de confesar que no había sido feliz con su esposo, el príncipe Carlos de Gales, que para más chisme se puede agregar que por estos días contrajo corona virus.

 

 

Lady Di llegaba al país para un viaje que mezcló noches de brinds con eventos solidarios, celebridades locales con dirigentes políticos del momento, paseos por lugares históricos con reuniones en la Quinta de Olivos.
El 25 de noviembre de 1995 –la tercera jornada de estadía de la princesa en suelo argentino– marcó un hito para los habitantes del pueblo de Gaiman, una pequeña localidad patagónica ubicada a 15 kilómetros de Trelew.

Ese día, con la intención de agasajarla y que se reencontrara con vestigios de la tierra de la casa real que representaba por haber estado casada con el príncipe de Gales, los anfitriones llevaron a Lady Di al enclave galés que mejor mantiene intactas las tradiciones.

 

 

Considerado como uno de los primeros municipios de la provincia de Chubut, Gaiman comenzó a poblarse a fines de 1874, fundado por los colonos.

En Gaiman en la actualidad se enseña el idioma en los colegios, hay oficios religiosos siguiendo las costumbres de los colonos que fundaron el pueblo, se mantienen varios carteles de las calles en galés y hasta se puede disfrutar de las tradiciones culinarias de esa antigua cultura europea.

La localidad cuenta con más de 6 mil habitantes, en medio de pintorescos álamos y sauces, todavía se pueden encontrar construcciones de ladrillo a la vista, por lo general con techos de chapa acanalados, entre otros vestigios galeses.

 

 

Hasta la actualidad, al menos una vez al mes, los visitantes pueden contemplar cultos religiosos en idioma galés en algunos de los numerosos templos existentes en la zona de chacras y urbana.

Entre otras atracciones, los viajeros pueden disfrutar de un recorrido por las tranquilas calles de Gaiman, donde podrán encontrarse con la Capilla Bethel, la ex estación de ferrocarril (convertida en Museo Histórico Regional), el antiguo Correo, la Biblioteca Ricardo Berwyn, el Museo Antropológico y la primera casa, que data de 1874.

Pero también, los turistas buscan una de las tradiciones culinarias por excelencia de la región: las afamadas tortas galesas, entre otras delicias que se sirven a diario en las distintas casas de té de Gaiman. Este año con venta por delivery y en algunos casos con apertura por encargo.

 

«Es un servicio estupendo donde se sirve un té de excelente calidad en hebras, una suerte de canilla libre, donde uno se sienta y te traen todo el té que quieras. Además te llenan la mesa de distintas tortas, panes caseros, scones, mantecas caseras. Y si querés más de algo, te traen más», explica una guía ávida de retomar la actividad.

En todas las casas de té, el sistema es similar: se cobra un servicio completo con precio fijo que incluye el té y la pastelería que va llegando a la mesa en plan «tenedor libre».

 

Para los expertos, un recorrido ideal por Gaiman debería incluir la visita a alguna capilla de las que están esparcidas por el valle, el centro del pueblo con identificación de las construcciones históricas, el museo de la ciudad para conocer más detalles, las chacras de producción agrícola y el infalible té galés para cerrar el día. Como hizo en 1995 Lady Di, a quien año a año Gaiman sigue homenajeando, como lo hace con los visitantes, atendidos como príncipes.