ChubutLine.com "Periodismo Independiente" - Noticias, política y un análisis de la realidad diferente - directora@chubutline.com - redaccion@chubutline.com



29 octubre, 2023

Opinión- El pacto de Acassuso: nace el pos-macrismo

Se engaña quien crea que Juntos por el Cambio se dividió porque perdió las elecciones. Fue al revés. Perdió las elecciones porque estaba dividido desde hace rato. Macri y Milei tienen como objetivo ponerle el freno a un eventual gobierno de Sergio Massa.

Por Ignacio Zuleta*

El acuerdo de Acassuso -Macri-Milei- tiene la virtud de la oportunidad, pero el defecto de la dialéctica negativa. Es secundario que abra una nueva era de la derechona criolla: el pos-macrismo que dice encarnar Milei, persuasivo como nunca. Tanto que lo convence a Macri de que le hace un favor, cuando el beneficiado es él, que no subió un solo punto entre PASO y primera vuelta.

Macri y Milei buscan tienen como objetivo ponerle el freno a un eventual gobierno de Sergio Massa. Pisan suelo firme porque Macri consideró siempre que Milei es el mejor expositor de sus ideas y que Cambiemos debió hacer este pacto antes de las elecciones. Hubieran ganado, cree, en primera vuelta.

Es difícil acceder a las secretas galerías del alma (diría Machado, Antonio, poeta) para saber si ya Macri se arrepintió de no haber sido él candidato – se lo reprochan Pichetto y Puerta, dos amigos, hasta el día de hoy. La que se hubiera ahorrado.

Temen a un Massa hegemónico, como el Kirchner de 2003, y no tanto al programa. En cuanto a la economía, cuatro de los cinco candidatos en la primera vuelta coinciden en una reforma hacia un modelo ortodoxo.

El acuerdo Macri-Milei se cerró en las 24 horas que siguieron a la noche de Parque Norte, cuando se conocieron los resultados de la primera vuelta, que dejaron a la coalición Juntos por el Cambio fuera del ballotage.

 

Más importante: el pacto Jorge-Massa

La estridencia del acuerdo Macri-Milei ha opacado la viabilidad de otro, que es más importante porque tiene consecuencias eficientes y ya mismo operativas, y que no dependen de ningún resultado electoral. Es el que alcanzaron objetivamente Jorge Macri y Sergio Massa para que no haya ballotage por el cargo de Jefe de Gobierno de la CABA.

Massa ya en la noche del domingo lo presionó a Leandro Santoro para que se bajase. Testigos hablan de un mensaje canalla del lunes: “¿Cuándo te vas a bajar?, porque si no, te bajo yo.”

Cuando se enteró Mauricio, comentaría: “Sergio no es ningún boludo y sabe lo que vale para su pelea en la segunda vuelta no tener que disputar en la Capital”.

CABA es el cuarto distrito en cantidad de votos. Tener zona liberada es un botín sin precio para Massa. Que podrá pagar si gana la presidencia. No hace falta mucha imaginación para suponer lo que puede significar para Jorge que un presidente peronista honre esa deuda devolviendo rentas al distrito federal. Esos son pactos de gobernabilidad.

 

Todo muy Scorsese

Hay varias ventanillas para negociar ahora compensaciones por la generosidad de Massa de hacerlo ya mismo a Jorge jefe de gobierno sin ir a una segunda vuelta.

Las atienden Juan Manuel Olmos y Víctor Santa María por el peronismo, Daniel Angelici por el radicalismo y delegados discretos de Jorge.

Discuten la integración de organismos de la CABA loteados partidariamente, como la Auditoría de la Ciudad, la conducción de la Legislatura porteña, el Consejo de la Magistratura, y la Defensoría del Pueblo.

Estas posiciones han sido siempre espacios de acuerdos entre los partidos que integran la Legislatura de la Ciudad, que desde diciembre estará más fragmentada y el oficialismo estará obligado a negociar con más dificultades los proyectos.

El debate por la Defensoría del Pueblo se posterga hasta marzo, pero ya hay escaramuzas para cubrir otros cargos clave. Mauricio y Jorge quieren que Darío Nieto, secretario del expresidente Macri y legislador, asuma como titular de la Legislatura.

Larreta mantiene acuerdos con sus adversarios del macrismo para conservar a funcionarios de su gestión en todos los poderes, y resiste para que siga en el cargo Emmanuel Ferrario, ex funcionario del vidalismo.

En cuanto a la Magistratura de la Ciudad, Jorge ya puso en carrera a Manuel Izura, que tuvo funciones en el área de seguridad en Vicente López. Fue jefe de gabinete en el ministerio porteño de Eugenio Burzaco. Ha hecho experiencia en temas judiciales durante la gestión de Germán Garavano. Y fue asesor de Álvaro González, que tiene hoy una silla en el Consejo de la Magistratura nacional.

 

Un salto sin red

Para la eventualidad de un triunfo o una derrota, Mauricio Macri necesita tener aseguradas posiciones en organismos de control a nivel nacional, como la Auditoría General de la Nación y el Consejo de la Magistratura.

La AGN desde el 10 de diciembre debe ser presidida por un miembro de la oposición. En abril se renuevan los delegados de las mayorías y de las minorías en la Cámara de Diputados.

Según el resultado del 22 de octubre, el PRO tiene la mayoría de las bancas de lo que es hoy JxC. Pero si se divide, pulveriza la posibilidad de asegurarse una representación en ese organismo de control, según quien gane las elecciones.

Lo mismo ocurre en el Consejo de la Magistratura. Mauricio, con razón o sin ella, tiene preocupaciones de orden judicial. Si se le parte el bloque del PRO por disidencia interna con el larretismo, puede perder la protección que tiene hoy en esos organismos.

Si en legislaturas de provincias ganadas por gobernadores de Cambiemos se parten los bloques de JxC, también peligra su estabilidad. Quedan a tiro de juicio político y destitución – es la suerte que corre el gobernador que no tiene mayoría asegurada o negociada en su legislatura.

 

Puede salir mal

Patricia diría que es un apoyo personal, reservando la palabra de Macri para los días siguientes, cuando se ampliasen los apoyos a este pacto. El viernes hizo una aparición radial en donde explicó que no es acuerdo sino un compromiso de apoyo.

Se encargaría personalmente de pedirle a dirigentes del PRO del interior que se sumasen a una campaña de videos manifestando apoyos. La cautela de Macri en aparecer como autor real del pacto – que lo es – obedece a la necesidad de que el acuerdo asegure el triunfo de Milei.

Sus asesores entienden que una alianza con Milei puede alcanzar más del 54% de los votos, si se suma lo obtenido por él y Patricia y se restan los que puedan representar a los neutrales, que pueden votar por Massa sin decirlo, o en blanco, o abstenerse.

Confían en que Milei puede llevarse la mitad de los votos del schiarettismo en Córdoba y en Santa Fe, y en esta, la mitad de los del frente que le hizo ganar a Maxi Pullaro la gobernación.

El riesgo es que Milei pierda y de arrastre, mande a Macri y a Bullrich al espacio exterior. Todo descansa en el prejuicio equivocado de que en un ballotage alguien puede arrastrar el voto de alguien.

El turno de las primarias es una situación de rosca dirigencial. La primera vuelta es una situación de partidos y coaliciones. Un ballotage es una situación de urna. El votante y el candidato, cara a cara.

 

La película del acuerdo

El pacto de Acassuso se tejió en dos sedes durante la mañana del lunes que siguió a las elecciones. Una fue la oficina de Macri en Olivos en donde analizaron las consecuencias del resultado electoral.

El expresidente discutió los escenarios posibles junto a estrategos como Jorge Triaca, entornistas como “Darío” Nieto y el equipo que integran Fernando de Andreis, Jorge Macri, Martín Yezza, Cristian Ritondo, Hernán Lombardi, Diego Santilli y Federico Angelini, entre otros.

La discusión giró alrededor de tres puntos: 1) la situación en la Capital Federal, presumiendo ya que Leandro Santoro se bajaría del ballotage; 2) el anecdotario de la noche anterior en el búnker de Parque Norte.

Pusieron énfasis en el minué bajo el escenario, cuando Horacio Rodríguez Larreta acercó a Patricia Bullrich la sugerencia de Gerardo Morales y Martín Lousteau de convocar a una mesa de jefes de la coalición para pronunciarse sobre el resultado y decidir una posición.

Esa reunión, proponían, se haría sin los Macri -Mauricio y Jorge- aún no formalizado éste como jefe de gobierno. La conclusión era que Mauricio sería señalado como el responsable de la derrota. 3) Finalmente, el asunto Milei sí o Milei no. Claro que dominó la posición de la necesidad de un acercamiento.

Un triunfo de Sergio Massa sería negativo para todos, y más si fuera a gobernar con una oposición dividida entre el PRO y el resto de la coalición.

Ese mismo lunes por la mañana, en sus oficinas de la calle Bolívar, Patricia hizo un análisis en los mismos términos con el equipo que integran Dereck Foster, Sebastián García de Luca, Federico Pinedo, Alberto Föhrig y Juan Pablo Arenaza.

Coincidieron en el diagnóstico sobre la eventualidad de un Massa ganador en el ballotage que gobernaría con una oposición divida en tres grupos principales: 1. los de JXC que ya dijeron que en el ballotage votarían por él, como Emiliano Yacobitti; 2. los de JXC neutrales, de la UCR y la Coalición Cívica, y 3. la banda de Javier Milei.

Ese lunes Patricia le llevó a Macri la conclusión de que era necesario acercarse a Milei. El bullrichismo destaca que Macri se sorprendió con la propuesta: «¿Cómo hacés para tomar estas decisiones en tan poco tiempo?», le diría, feliz por la coincidencia. Macri habló la misma noche del lunes con Milei y quedaron de reunirse en una cena el martes.

 

Sobredosis de Valeriana

La cena fue en la casa de Mauricio, con Milei y Patricia. Ritondo y Santilli y se acercaron creyendo que sería una cena con Mauricio. Se sorprendieron con la presencia de Milei y acompañantes – la Sra. Karina, Guillermo Francos.

Fue tal como Eduardo Duhalde se sorprendió aquella mañana en la casa de Dante Caputo, cuando lo llevaron para una reunión con Carlos Menem y apareció Raúl Alfonsín.

Fue hace 30 años, el 4 de noviembre de 1993, fecha de otro pacto tejido en un torneo de simulaciones. Los secretos nunca lo son tanto.

La misma noche del lunes Ernesto Sanz la había llamado a Patricia para interesarse sobre algún movimiento en la ligustrina, y ella no le dijo nada de esta cita.

Lo mismo le diría Patricia a Maxi Ferraro, presidente de la Coalición Cívica, que le preguntó por teléfono sobre lo mismo. Sobredosis de valeriana para todos.

Pueden olvidarse agravios, pero nunca el maltrato, que en este caso mostró a Patricia en modo exageradamente peronista. Eso de decir “Les gané” para justificar el intento, que nadie puede reprochar, de tomar el cielo por asalto (hallazgo léxico de Marx en una carta a su confidente Ludwig Kugelmann), no lo entienden los radicales, que son orgánicos y se alinean detrás de quien les gana una interna.

Ella cree que perdió porque los radicales y larretistas no trabajaron para ella. Le responden con ironías: “Claro, Morales entregó los senadores de Jujuy para hacerla perder a Patricia. La responsabilidad de la derrota es de ella y de Mauricio”.

 

Una trampa para Horacio

La operación noni-noni de dormir a todos fue para interceptar a los neutralistas – el larretismo y los radicales – que buscaban una foto sin Macri. Pero no debía enterarse nadie hasta el día siguiente. Ni a Jorge Macri se lo dijeron.

El miércoles Patricia recibió en su casa de Palermo a los dos equipos, el de Macri y el propio, e incluyendo al primo Jorge y a Horacio. Antes de arrancar la oficina de Patricia ya había llamado a una rueda de prensa a mediodía para tirar la noticia.

Acá la trampa fue para Larreta. Plantearon el debate sobre Milei y Patricia dijo que ella iba con Luis Petri al acuerdo como algo personal. Macri reforzó la posición insistiendo en que Massa presidente sería un desastre para el país y para Juntos por el Cambio.

Nadie habló de la cena con Milei la noche anterior. La destapó Jorge Macri que miró el celular y leyó en voz alta: «Acá un periodista me pregunta si se reunieron Patricia con Mauricio y Milei anoche».

Nadie sabrá nunca si estaba fuera de la trama o fue una actuación cuidada. Patricia y Mauricio admitieron el encuentro, escucharon las quejas de Larreta de que debiera enterarse de esa manera.

María Eugenia Vidal se despertó: “Es un error, Mauricio, Milei es Massa” se quejó, y recuperó el modo pausa. Gente de poca fe. Nadie cree ya en nadie. Por eso perdieron.

Les cabe aquella reflexión de Juan Pablo Baylac, vocero de De la Rúa, cuando le preguntaron en 2001 qué les había pasado. “Creímos que los amigos eran los enemigos, y que los enemigos eran los amigos” – respondió. El diálogo se cortó con la retirada de Larreta. Quedaba señalado como el enemigo.

 

*EC/NA