«Hay hambre de justicia y dignidad, de respeto y cuidado de la vida en todas sus etapas. Hay hambre de paz social, de respeto a la Constitución y de democracia auténtica«, remarcó el arzobispo de Tucumán.
Y continuó: «Hay hambre de verdad, de una educación que ponga en primer lugar a la persona humana, que no imponga ideologías, que conduzca a pensar y realizarse dignamente. Hay hambre de confianza y trabajo mancomunado entre todos por el bien de todos».
Ante este duro análisis de la realidad argentina, el monseñor envió un mensaje al conjunto de la dirigencia política: «Asumamos el compromiso responsable de trabajar unidos por el bien común, todos los ciudadanos, madurando en los distintos valores morales que llevan a un desarrollo humano integral. Salgamos de nosotros mismos y de nuestros propios intereses. Digamos sí a la cercanía y no al aislamiento, sí a la cultura del encuentro, no a la cultura del enfrentamiento».
Pese a la ausencia de Alberto Fernández, sí hubo representación del Gobierno nacional en la Catedral de San Miguel de Tucumán: estuvieron presentes el jefe de Gabinete, Juan Manzur; el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme; y el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer.
También concurrieron a la ceremonia religiosa el gobernador, Osvaldo Jaldo; las diputadas nacionales Rossana Chahla y Victoria Tolosa Paz; y las senadoras nacionales Sandra Mendoza y Beatriz Ávila.