11 junio, 2024
¿Qué hace tan especial al poeta de Estambul, Hüseyin Avni Dede? ¿Es verdad que ha fusionado las horas de su vida con las de un plátano de sombra? Aprecía lo que escribe desde ahi…
Por Alejandro Massa Varela*
Con diez años, Hüseyin Avni Dede comenzó a vender casetes, sellos, fotografías, dinero viejo, pequeñas antigüedades y los libros de poemas de su padre, el escritor Durmuş Dede, un comerciante que perdió su trabajo, dos casas de verano, dos casas de invierno y dos tiendas para convertirse a la poesía. Ya en la adolescencia, a Hüseyin le llegaron sus propios poemas, textos que lleva compartiendo desde hace casi sesenta años en la plaza Beyazıt de la ciudad de Estambul, convertido en un símbolo de la vida alternativa de Turquía.
De barba y cabello encanecidos y extremadamente largos, es también un símbolo del ser como afección, una simbiosis entre la personalidad de un hombre y un lugar que se convierte en una extensión del cuerpo, un organismo con sentidos cinestésicos, una poesía que recibe el más allá de la ciudad y el mundo, fija como ese plátano de sombra que resguarda a Hüseyin durante largas horas del día y le sirve como tienda improvisada. De su cabello y barba emerge el amarillo de los cigarros turcos y del sol entre las hojas del árbol de plátano.
Nacido en 1953, cerca de la mezquita de Süleymaniye, este poeta callejero fotocopia sus poemas en los mercados del distrito de Beyoğlu, el famoso bazar de las librerías. Muchas veces regala su obra a los viajeros que pasan por las aceras a ambas orillas del Cuerno de Oro, el estuario a la entrada del estrecho del Bósforo, la división evanescente de Estambul o Constantinopla, de Oriente y Occidente. Hüseyin no pasa desapercibido gracias a su aura de poeta maldito y de santón o “walīy” moderno. Tampoco su famoso plátano de sombra:
El árbol me protege de la lluvia. No uso sombrero ni uso paraguas. Incluso si está nevando o lloviendo, me paro debajo. Encuentro el espíritu y las emociones en este plano.
La Oficina de Conservación del Patrimonio Natural de Turquía ha determinado declarar a este otro yo del poeta: un “árbol monumento” renombrado como árbol “Hüseyin Avni Dede”, un pequeño honor afortunadamente no póstumo. Si llegan a visitar su país, no duden en alagarlo posando juntos para una foto. También consigan los libros No dejes que los poetas lloren, 1973, No hay bala para el dolor, 1976, Antes de que muera, 1977, Sin saqueo, 1978, Sencillo sicomoro de azúcar, 1983, El violín que toca muerto, 1985, Clavos de ataúd bizantino 1988.
Es una pena que todavía no existan traducciones al español de la obra de Hüseyin. Sin embargo, comparto mi versión en nuestra lengua de su poema «El hambre es como el plomo», inspirada en la traducción al francés de Timour Muhidine:
tres filetes rozaron mi nariz a la hora de comer
el hambre cayó sobre mis hombros como plomo
la poesía se convirtió en pan, me lo comí, se convirtió en agua
hice resonar mi voz en Beyoğlu ah si el hambre no existiera
qué bien dormiría
yo no era el hombre que debió nacer en esta ciudad
no soy hombre como para vivir en esta ciudad
no soy hombre como para continuar mi existencia en esta ciudad
lo bebí
sabía que esta ciudad es demasiado estrecha para mí
sabía que hay muchos animales en esta ciudad que viven aquí como hombres
por eso me hice poeta
la Felicidad era como una estrella en mis manos
como una estrella que se deslizó entre mis manos