21 agosto, 2024
¿Por qué los ocho libros del Divan de Oriente y Occidente han logrado someter hasta el día de hoy a lectores de todo el mundo? ¿Por qué esta gran obra del romanticismo alemán, inspirada en la poesía sufí, logró poner a escribir música nada menos que a Schubert?
Por Alejandro Massa Varela*
Acercar el Oriente al Occidente, el pasado al presente, los persas a los alemanes. Johann Wolfgang von Goethe reconoció este simple propósito detrás de los doce poemarios que integran West-östlicher Divan o el Divan de Oriente y Occidente.
Publicados entre 1819 y 1827, son miradas cómplices entre un poeta maduro, Hatem, y una joven enamorada, Suleika. Un ocultamiento de su seducción en el ambiente, una carta de amor que oculta la indiferencia de las cosas y las hace hablar para seducir.
Estos versos son también otra complicidad, una obra a dos manos, en su mayoría del famoso dramaturgo, novelista, poeta, filósofo y naturalista Goethe, más cinco poemas de la actriz y escritora Marianne von Willemer, que el autor de Fausto incluyó en el Libro VIII.
Es estupido que todo el mundo
esté alando su opinión particular.
Si el Islam significa sumisión a Dios,
todos vivimos y morimos como musulmanes.
Este otro reconocimiento de Goethe es el de la condición ideal o propicia para el amante, el artista y el derviche. La sumisión no psicológica y manipulada, sino desde la confirmación de que el poder sobre uno está en otro. Poder de hacernos curiosidad y amor. Oriente lo hizo con la Europa del siglo XIX, y así se rindieron uno al otro Hatem y Suleika.
La primera publicación del Divan de Oriente y Occidente cautivo inmediatamente al compositor austriaco Franz Peter Schubert. Quizá sin hacer música le habría sido imposible ocultar estos poemas en su corazón y descubrirse en la situación de ambos amantes.
Cantar de los cantares, Domenico Morelli, Meister Drucke.
Schubert no eligió a Goethe, sino a dos de las creaciones de Willemer, Was bedeutet die Bewegung?, ¿Qué significa el movimiento?, y Ach, um deine feuchten Schwingen, Ah, por tus húmedas alas. Musicalizados en 1921, son una entrega de la originalidad tranquila del amor, del lugar para ello y de la música que lo hace ubíquo.
Suleika I y Suleika II son un eco en el ser del amor que aún no existe, del ser de todas las cosas y en dos seres en el misterio del uno sin segundo, del resumen del amor como un beso infinitamente potente porque todavía se espera y nos derrota.
Ah, si me besaras con los besos de tu boca…
Esta sencilla frase del Shir Hashirim o Cantar de los cantares recuerda que la perfecta comunión es el deseo. El mismo misterio bíblico de la atracción que llegó a su manera a Alemania, como también a las tierras del Islam y al sufismo. Goethe se reconoció en Hafis, el gran poeta de Shiraz, un contacto dado antes de que los amantes lo sepan y puedan resistirlo. En Pijamasurf compartimos Suleika I y Suleika II de Willemer y Schubert:
¿Qué significa este movimiento?
¿Qué alegres nuevas me trae el viento del Este?
El refrescante movimiento de sus alas.
enfría la profunda herida del corazón.
Acariciante juega con el polvo
y lo remolinea en ligeras nubescillas,
conduce hacia la seguridad de los pámpanos
a los felices enjambres de insectos.
Suaviza el calor del sol,
enfría mis ardientes mejillas,
En su huida besa las vides
que adornan campos y colinas.
Su ligero susurro me brinda
un millar de saludos de mi amado;
antes de que estas colinas se oscurezcan
Me saludará con un millón de besos.
Ahora puedes pasar,
servir a la felicidad ya la tristeza.
Allí donde los altos muros brillan,
Allí encontraré pronto a mi querido amor.
¡Ah!, el verdadero mensaje del corazón,
el soplo del amor, la vida renovada,
vienen a mí desde sus labios,
solo su aliento puede dármelos.
¡Ah, cómo te envidio, viento del oeste,
¡Por tus húmedas ay!
¿Ya puedes llevarle?
el mensaje de mi penasa añoranza.
El movimiento de tus alas
Despierta en mi pecho acalladas nostalgias.
Flores, praderas, bosques y colinas.
se cubren de lágrimas ante tu aliento.
Pero tu suave y ligero soplar
refresca el párpado herido.
¡Ay, me moriría de pena
si supiera que no le volvería a ver!
Corre hacia mi amado,
háblale suavemente al corazón;
Pero evita inquietarlo
y ocultale mi sufrimiento.
Dile, pero díselo con humildad,
que tu amor es mi vida
y que la alegría de ambos
me hará sentir su cercanía.