12 septiembre, 2023
El acuerdo para congelar por 75 días el precio de los combustibles, depreciando para ello el barril interno de crudo, fue un baldazo de agua fría para las productoras del convencional ya que aseguran que no les es rentable producir. Para las empresas extranjeras, la medida deja a Vaca Muerta “fuera de juego”.
El día después de las elecciones primarias PASO el gobierno nacional realizó la mayor devaluación del peso en lo que va del año y generó un efecto dominó que puso en jaque a las productoras de petróleo convencional del país y también a las firmas extranjeras que operan en Vaca Muerta. Es que no solo se alertó que la medida termina siendo un golpe de gracia a un segmento de bajos márgenes pero gran generación de empleo como es el convencional, sino que también le quita atractivo a Vaca Muerta para las firmas internacionales.
Luego de la devaluación del 22% que se dio el lunes 14 agosto, las refinerías no tardaron en trasladar los mayores costos a los surtidores. La medida fue una suerte de manotazo ante lo que se veía venir casi como fórmula inequívoca luego de un fracaso electoral en las PASO: el congelamiento del precio de los combustibles barnizado como un intento de evitar una mayor inflación.
Fue así que mientras el miércoles y jueves subieron los combustibles entre un 12,5 y un 18% según la marca, el viernes Nación anunció que por 75 días, hasta el 31 de octubre, se congelará el precio de los surtidores.
Para poder cumplir con esa premisa, las refinerías y grandes productoras de petróleo acordaron una baja en el precio del barril, que pasó de 61,5 dólares a 56 dólares, literalmente de la noche a la mañana.
Este esquema cierra para las refinerías que pueden así mantener de cierta forma sus márgenes de ganancia ante la inflación que se sabe habrá en este plazo y que se sumará al atraso de precios (contados sobre la paridad de importación) que no se logró poner al día con la última suba.
Para las grandes productoras de hidrocarburos, algunas de las cuales también tienen refinerías, el gobierno ofreció dos zanahorias para que también cerrara el pedido de corte electoral. Se le prometió –nuevamente- a las empresas que se destrabarán los dólares de libre disponibilidad que marcó el decreto 277/22, que reconoce un cúmulo de dólares de libre manejo para las compañías que incrementaron su producción. Y además que se diferirá hasta marzo el pago de las retenciones a las exportaciones.
En la reunión donde el gobierno acordó este esquema faltó otro actor: las pequeñas productoras de petróleo del país, la mayoría de las cuales que no encaran Vaca Muerta sino yacimientos convencionales.
“No nos invitaron pero somos nosotras, las pequeñas productoras, las que vamos a terminar financiando este congelamiento”, se quejó el titular de una de estas compañías del convencional.
Y explicó que en el acuerdo “las refinerías tienen la baja del precio de su materia prima, el petróleo. Las grandes productoras tienen el acceso a los dólares del Decreto 277, y las chiquitas no tenemos nada, solo nos bajan el precio”.
Para las productoras que extraen más agua que crudo de los viejos pozos, la rebaja a 56 dólares “es un golpe de gracias” y plantearon que incluso podrían frenar los proyectos que tienen en marcha.
Es por esto que reclamaron la necesidad de que se cree un sistema que impongan condiciones diferentes al convencional y a Vaca Muerta. “Vaca Muerta es una bestia, pero el convencional es un negocio de márgenes muy chicos y altos costos porque la zona Vaca Muerta de sueldos también la tenemos que pagar nosotros y además el convencional paga regalías al 15% y Vaca Muerta al 12%”, se detalló.
Si bien en Neuquén, en la zona de peso de Vaca Muerta el convencional es apenas el 10% de la producción, a nivel nacional cerca de la mitad del petróleo y el gas del país siguen siendo de este viejo tipo, que tiene costos muy diferentes al no convencional.
“Un pozo de Vaca Muerta puede producir 2.000 barriles por día, pero en el convencional hay de apenas 7 barriles, entonces esta baja del precio del petróleo es todo un problema”, se señaló desde el sector a la vez que se planteó que “si el convencional no es una competencia para el shale debería garantizarse que tengamos acceso a los sistemas de transporte y que nuestras exportaciones no van a ser cruzadas”, es decir rechazadas.
Pero el congelamiento no solo cayó mal a las firmas del convencional sino también a las operadoras extranjeras, desde donde se aseguró que “el congelamiento es como un freno de mano para la industria. Una medida que genera una pérdida de confianza y previsibilidad de manera innecesaria”.
Y es que se alertó lo que más temen las firmas: “las integradas y las refinerías van a cruzar las exportaciones” de las operadoras más pequeñas.
Desde una de las operadoras consultadas se explicó que “hay un concepto que tienen las empresas multinacionales que es el portafolio global. Con este congelamiento, mandas a la cola a Vaca Muerta, y te quedás con inversores locales que están expuestos en pesos. Así nunca vas a lograr que la actividad de Vaca Muerta despegue fuertemente para aprovechar la ventana de oportunidad”.
Mientras desde algunas compañías se señaló que el Estado debería haber bajado el precio de los impuestos a los combustibles en lugar de trasladar el costo del congelamiento a las empresas, desde otra firma con capitales foráneos se lanzó una seria advertencia “con este congelamiento no hay ley de GNL que valga ¿Quién va a enterrar 10.000 millones de dólares en una planta de licuefacción? Esa es la pregunta clave”.
*EON/RN/ by Victoria Terzaghi