18 abril, 2023
¿Y si existiera un ‘genio interior’ que conduce nuestra vida y nuestras decisiones hacia el verdadero propósito de nuestra existencia? El ser, un tema que domina al humano en todas las culturas, épocas y territorios
Por Camilo Saavedra*
Existe una idea en muchas culturas acerca del destino y cómo éste busca cumplirse y darse en este mundo. En El código del alma, el psicólogo americano James Hillman, propone esta idea. Un cierto carácter, inclinación o la llamada de una voz interior nos estaría llevando al desarrollo de nuestro destino lo que él considera como su teoría de la bellota. Una imagen que se remontan a Platón en el libro X de La República.
Platón tejió en forma mítica la experiencia de Er. Antes de nacer, dice el mito, nuestra alma elige un propósito para que lo cumplamos en este mundo. Antes del nacimiento pasamos por el río del olvido, el Lete y, bebiendo de sus aguas, salimos a la vida ignorantes del destino que nuestra alma había elegido para nosotros. Sin embargo, estamos acompañados en esta tierra por un daimon («genio interior»), un compañero espiritual, que actúa como un «portador de nuestro destino » y nos indica que cumplamos el destino que nuestra alma había elegido antes de nacer:
Al alma de cada uno de nosotros, antes del nacimiento, se le da una daimon singular, el cual ha seleccionado una imagen o pauta para vivir en la tierra. El acompañante del alma, el daimon, nos guia en este mundo, recuerda lo que contienen nuestra imagen y lo que pertenece a nuestra pauta. En consecuencia, el daimon es el portador de nuestro destino. Código del alma.
Esta idea que tenemos una guía que nos acompaña en la vida se encuentra en varias culturas, tanto occidentales, orientales y mesoamericanas.
Este factor psíquico autónomo, como lo denominó Jung o el daimon, nos acompaña en la vida como portador de nuestro destino. Heráclito, anterior a Platón, afirmó que “el daimon (carácter) de un hombre es su destino”. El daimon para Heráclito era una especie de fuerza o ley interna que determina el curso de la vida de uno.
Pijama Surf/ Imagen: asdad
James Hillman nos propone imaginar o dar vida poética a esta idea para dar cuenta del impulso que todos sentimos de descubrir y alinear nuestra vida con un llamado personal, único para nuestra individualidad e intereses, y al cual podemos dedicar nuestra vida apasionadamente.
Si bien nuestras teorías de la personalidad hoy día se asocian al consumo a los valores que promueve el capitalismo, vivir de acuerdo a la norma de adquisición de bienes materiales y parece que nada hay más allá, la teoría que nos propone Hillman es un llamado a ser valiente con aquellas inclinaciones que se pueden dar en la niñez y que buscan expresarse en toda la existencia. Podrías hallar estos llamados con la imagen del corazón o esos anhelos del corazón imagínate. Esos raptos que tenemos cuando estamos despiertos, esas palabras que nos llegan a la cabeza que nos dice: “Me gustaría ser esto” o “Creo que sería buen si me desempeñara en…” o “Con esto me siento en mi elemento”. Nos dan una guía y una pauta, que tal vez por lo miedos a un fracaso o a no cumplir con las expectativas establecidas nos disminuyen o condicionan.
Si bien, como dice Hillman, hay un deseo de belleza intrínseco en la vida, tal vez podamos tratar de dar forma a esa belleza con las disposiciones a ejercer nuestra vida. En las sociedades contemporáneas la mayoría vivimos para sobrevivir y nos tenemos que acoplar a las demandas o posibilidades laborales que nos podemos encontrar, pero no por ello el daimon nos deja de hablar y persiste en consolidar aquella que imagen que traemos de “otro” mundo y que tiene como meta la cumplir lo que la imagen o las ideas que se nos expresan como vocación.
Al respecto, las indicaciones que da Hillman, son las siguientes:
Cada vida esta formada por una imagen peculiar, una imagen que es la esencia de la vida y que la llama para cumplir su destino.
Tenemos en episodios de la vida una voz que nos guía, que nos indica, puede ser una inspiración, un sentirse a gusto con lo que se hace, y en la vida vamos buscando eso.
El daimon, nos motiva, protege, da inventiva, persiste en que cumplamos con ese llamado, es terco, “se resiste a los compromisos razonables y a menudo impone a la fuerza el desvío y la extravagancia a su portador, sobre todo cuando éste se no le hace caso o se opone a él”
El daimon nos vincula con sensaciones de singularidad de importancia en la labor y no en inflar el ego, como una necesidad de seguir, de investigar y hondar en aquellos efectos del corazón que vienen acompañados con una dosis de belleza y gratitud con lo que se hace.
Una perspectiva que busca una vocación, que tiene como inicio y fin la belleza, que puede ser la clave de los males actuales, nos conlleva a realizar esa imagen mítica, ese lugar que no es un lugar del cuál venimos, como lo expresa el poeta Wallace Stevens:
Tal vez ese genio interior, ese daimon, sea el portador celeste que busca que desarrollemos nuestra presencia en este mundo y que seamos aquellos que busquen y unan el vínculo platónico entre la belleza y la justicia, tanto en nosotros como en la sociedad y la naturaleza.
*Pijama Surf/ Imagen de portada: asdad