
Casos destacados de ecociudades europeas

Por su parte, la urbe de Copenhague como capital de Dinamarca, es pionera en el uso de la bicicleta como medio de transporte principal con el ambicioso objetivo de que el 50% de sus habitantes utilice este medio de movilización para el año 2050. Hace más de una década, se logró alcanzar un 36% de personas que optaron por trasladarse con bicicletas. Este avance fue combinado con una extensa red de transporte público que garantiza acceso a menos de 350 metros para cualquier ciudadano, y posiciona a Copenhague como un modelo a seguir.
Además se comprometió a ser carbono neutral para el mismo plazo establecido (2050) mediante la generación de energía exclusivamente a partir de fuentes renovables, como la biomasa y la incineración de residuos, con lo cual se cubre un índice del 98% para las necesidades de calefacción urbana. “Es un ejemplo de crecimiento inmobiliario sostenible en áreas portuarias abandonadas, como Nordhavnen”, remarcó el urbanista José María Ezquiaga.

Otro de los casos más notables en el continente europeo es el de Estocolmo (Suecia), puesto a que aseguró una reducción del 25% en emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) desde 1990 y el compromiso de eliminar los combustibles fósiles para mitad del corriente siglo. El lugar sueco combina una planificación urbana eficiente con la promoción de hábitos sostenibles. Fue así que en 2010, la ciudad recibió el título de Capital Verde Europea, destacando por su sistema de calefacción urbana, que abastece al 80% de la población mediante biomasa y residuos reutilizables. Asimismo, con su diseño urbano prioriza el acceso que el 95% de sus habitantes pueda acceder a espacios verdes en un radio menor a 300 metros.
Como último ejemplo destacado en aquellas latitudes, la capital de Islandia (Reikiavik) hace uso de su posición geotérmica privilegiada para abastecer a más del 90% de sus hogares con energía geotérmica. La ciudad también utiliza hidrógeno como fuente limpia para su transporte público, consolidándose como un referente en energías renovables. Integrada completamente con la naturaleza, Reikiavik permite la pesca en sus ríos urbanos y cuenta con frondosos bosques además de una playa térmica, demostrando que el desarrollo sostenible puede coexistir con un entorno natural latente.

América también apuesta por el urbanismo sostenible
La ciudad de Medellín (Colombia) es conocida por superar su violento pasado asociado a prácticas delictivas. Sin embargo, “la ciudad de la eterna primavera” transformó su paisaje urbano al priorizar la inclusión social y la sustentabilidad. Actualmente es la única ciudad colombiana con un sistema de metro, al cual se conectan teleféricos públicos que integran las comunidades adyacentes con el centro urbano. También se trabaja en la recuperación del río Medellín, como un esfuerzo clave para mejorar la calidad ambiental. Sobre ello profundizó John Fredy López Pérez, profesor de la Universidad de Medellín, al comentar que “esta transformación demuestra la capacidad de generar soluciones innovadoras para problemas históricos”.

En cuanto al trabajo ecológico en Brasil, el área metropolitana de Curitiba se destaca como un modelo precursor en materia de transporte público con su sistema de colectivos de tránsito rápido, una solución que mejoró la calidad del aire al reducir la dependencia de vehículos particulares. Desde los años 60, adoptó un modelo de expansión urbana lineal que integra planificación vial, transporte y uso del suelo, garantizando un orden territorial equilibrado para sus casi dos millones de habitantes.

Por último, Vancouver (Canadá) se ubicó como una de las ciudades más sostenibles del mundo gracias a su red pública de transportes, como el SkyTrain, que opera con electricidad generada en un 93% por fuentes renovables.
