11 octubre, 2020
Por Raquel Pelaez
La terapia on-line ha sido una herramienta fundamental para paliar los efectos psicológicos provocados por el confinamiento a raíz de la crisis del COVID-19. Pero, ¿qué ha pasado con los pacientes diagnosticados con trastornos mentales antes de la cuarentena? ¿Ha funcionado igual en todos los casos? ¿Estamos ante un cambio de modelo en el tratamiento de la salud mental? Hablamos con los expertos.
Las consultas de telepsicología durante la cuarentena se multiplicaron desde el primer día. Esta modalidad, que permite a los profesionales contactar con sus pacientes a través de ordenadores o dispositivos móviles, ha permitido la continuidad de muchos tratamientos. “En general está siendo una buena suplencia. Y recalco esta palabra porque, en mi opinión, ‘suple’ a la relación presencial, que sería la ideal”, asegura el psicólogo sanitario Andrés Sampayo.
El aislamiento, el exceso de información e incluso el aburrimiento han hecho que algunos trastornos ya diagnosticados con anterioridad al estado de alarma se hayan disparado. “Uno de los casos que más nos sorprendió al principio, cuando se decretó el confinamiento, fue el de las personas con tendencia persecutoria, porque parecían como ausentes, como si les diera igual esta situación. Sin embargo, según iban avanzando las noticias e iban recibiendo llamadas y hablando con más gente, su ansiedad empezó a crecer. Esa desconfianza, localizada claramente en el virus y en las personas portadoras, aumentó todavía más la sensación de que todo el mundo estaba contra ellos y los perseguía. En estos casos han sido fundamentales el seguimiento y el contacto, aunque fuera solo con una llamada de diez minutos al día o incluso un mensaje por WhatsApp. Estos pacientes tienen que saber que hay alguien cercano al otro lado que no quiere hacerles daño”, añade el experto que colabora en el portal Mundopsicologos.com.
La videoconferencia está siendo la metodología on-line más utilizada durante el periodo de confinamiento aunque, antes de la pandemia, ya eran muchos los colegiados que acudían a ella de forma paralela a las sesiones presenciales. Según una investigación llevada a cabo por la doctora en psicología Paloma González Peña en el año 2017, los profesionales que realizaban ya entonces terapia por videoconferencia ascendían al 26,66 por ciento en la Comunidad de Madrid, con un 60,49 por ciento a favor de su uso en su futuro, frente al 12,78 que lo descartaban. Y, aunque todavía no se han recogido suficientes datos, “sabemos que actualmente el porcentaje de colegiados que utilizan la telepsicología es mucho mayor de lo que se señalaba en este estudio”, explica Vicente Prieto desde el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
“La evidencia científica nos dice que las intervenciones psicológicas empleadas vía online han demostrado su eficacia al igual que si utilizamos las sesiones con pacientes en el ámbito presencial.
Los problemas psicológicos más estudiados a nivel empírico y en los que se ha demostrado que los resultados son más eficaces son la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de estrés postraumático, el insomnio, los problemas de control de peso y adicciones, entre otros”, añade. Por otro lado, y según Prieto, “los trastornos mentales más severos son los que necesitan una intervención psicológica presencial. Hablamos de las esquizofrenias, los trastornos de la personalidad o los trastornos bipolares”.
Las aplicaciones que permiten hacer videollamadas entre varias personas han contribuido a que algunas terapias de grupo creadas con anterioridad a la crisis pudieran seguir realizándose. Sin embargo, los expertos han podido comprobar que, como asegura Andrés Sampayo, “estos casos están resultando muy complicados. Si ya de manera presencial es difícil captar ciertas señales, como los gestos que utilizamos para interrumpir conversaciones entre varios o los silencios para hacer una reflexión, al no tener el cuadro entero todo es mucho más difícil”. El psicólogo Vicente Prieto está de acuerdo: “Por mi experiencia, siempre que se pueda realizar, la intervención psicológica presencial es la mejor opción. Hoy en día, cada vez hay más plataformas, como Teams, Zoom o Skype, que nos permiten comunicarnos simultáneamente con distintas personas y se podrían utilizar en la terapia de grupos. El problema es la seguridad en cuanto a la confidencialidad, la protección de datos o los fallos técnicos de la propia plataforma. Además, se pierde mucha información por la imposibilidad de ver a todas las personas a la vez. En las terapias de grupo es muy importante la cercanía, la empatía, recoger información de su expresión verbal y no verbal, de gestionar sus emociones y ver cómo las expresan, de implementar distintos entrenamientos y habilidades, ensayos de conducta, dar el feedback adecuado. Y todo ello es muy difícil si no es presencial. Resultaría muy descafeinado y limitaría la eficacia de la terapia”.
Y, aunque la crisis por el coronavirus ha puesto de manifiesto el valor de esta herramienta, ¿qué pasará en el futuro? ¿habrá muchos pacientes que se pasen a la terapia on-line? “La respuesta general ha sido muy buena, tanto por parte de los pacientes como de los terapeutas, y creo que el tiempo de confinamiento abrirá un camino y crecerá todavía más”, recalca Sampayo. “Sobre todo, será un alivio para combatir el aumento de los efectos provocados por la crisis y la desconfianza que ha creado en muchas personas”, concluye. Por su parte, Prieto considera que “no hay que entender la terapia on-line como competencia a la presencial, sino como una posibilidad más a utilizar siempre que la situación del paciente lo permita. Se debe elegir lo más adecuado y seguro para la eficacia terapéutica. Tengamos en cuenta que la telepsicología no solo se utiliza como terapia, también puede complementar tratamientos presenciales, como seguimiento y supervisión de los avances terapéuticos trabajados, como servicio de asesoría a pacientes y familias y como evaluación”, afirmó.
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