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12 diciembre, 2023

Día del Petróleo en Chubut: acariciando la nuca de la calva oportunidad

Por Trivia Demir

En la mitología grecorromana, la diosa Ocasión era representada sin pelo, excepto por encima de la frente, donde un extraño flequillo simbolizaba su debilidad: ‘Sólo se la puede atrapar cuando se presenta de frente, porque después que pasó, es prácticamente imposible alcanzarla’.

Esta alegoría posiblemente sintetiza acabadamente la situación de Chubut respecto a sus recursos hidrocarburíferos, concentrados en la Cuenca del Golfo San Jorge, punto fundacional de la industria petrolera argentina, ahora preocupantemente considerada una reserva madura y difícil de remontar después de 116 años de aquel histórico descubrimiento.

Y a la par, reabre un debate en Chubut sobre el rol del estado, las concesiones de recursos no renovables, el derrame en sus sociedades, y la dependencia de las arcas provinciales de esa impresionante inyección de recursos que han sido las regalías hidrocarburíferas, y que además, son garantía de una deuda -por el momento- impagable.

Todo eso es parte del paquete de la gran crisis provincial que se atraviesa y cuyo final se desconoce, más allá de las buenas intenciones políticas o empresarias, por la multiplicidad de factores en juego.

 

El petróleo encontró el agua que Comodoro no tiene

Un informe de la consultora Oil Production Consulting explica claramente que la decandencia de recursos chubutenses está lejos de revertirse con voluntades o declamaciones. Detalla concretamente  el creciente volumen de agua de formación en los yacimientos del golfo San Jorge, lo que significa un mayor esfuerzo para mantener la producción de petróleo.

Si se considera el período de los últimos 10 años, a fines de 2012 la cuenca tenía una producción de 44.000 metros cúbicos diarios de petróleo, sobre un total de 440.000 metros cúbicos de agua. Es decir, para obtener 10 barriles de petróleo, se necesitaba movilizar un total de 100 barriles de fluido, lo que incluye el agua natural de las formaciones y el mismo flujo que se le inyecta a los yacimientos a través de la recuperación secundaria.

En octubre de 2022, según el mismo trabajo de la consultora dirigida por el ingeniero Marcelo Hirchsfeldt, la producción total de crudo había caído hasta los 32.547 metros cúbicos, mientras que el volumen de agua ha crecido hasta los 577.203 metros cúbicos.

Es decir que se movilizan cada vez más recursos para extraer una menor cantidad de crudo, lo que significa hoy uno de los mayores desafíos, desde el punto de vista tecnológico, para sostener la actividad en la región. Si hace 10 años había que extraer 100 barriles en total para obtener 10 de petróleo, hoy esa proporción se ha reducido a 6.

El año pasado en declaraciones públicas, las autoridades de Petrominera reconocieron que las operadoras debieron destinar 200 millones de dólares más, por sobre lo previsto, sólo para resolver parte de esa dificultad que plantea la madurez de los yacimientos, en lugar de poder dirigir esa inversión a nuevos proyectos.

Hirchsfeldt explicó en su informe de OPC que ante esta situación, los trabajos en reservorios apuntan a incorporar productos adicionales, como polímeros, para mejorar la extracción de crudo. Según el especialista, lo que hacen esos aditivos “es obturar, en algunos casos, la zona de producción de agua y en otros, al agregarse polímeros sobre el agua de inyección, se puede mejorar la eficiencia en recupero de petróleo, a partir de un proyecto de secundaria en el que se aumenta la viscosidad del fluido utilizado para el empuje, elevando la producción y reduciendo el porcentaje de agua. En esa línea van los trabajos actuales a nivel reservorio, que son fundamentales para bajar costos de producción y para elevar las reservas”, afirmaba.

Pero todos los indicadores vinculados a la madurez de los yacimientos significan también la incidencia de costos crecientes, sobre todo en el marco de la actual coyuntura nacional, por lo que la región del golfo San Jorge afronta un desafío que se vincula directamente con su permanencia en el mapa productivo de los hidrocarburos del país. Así de preocupante es la situación productiva en Chubut.

El peso de las regulaciones y la falta de claridad de reglas

A esa situación técnicamente real de madurez de la Cuenca del Golfo San Jorge y de encarecimiento de costos, se sumó además el desaliento para la inversión que promovió el estado nacional en la última década.

Coincidió con el comienzo del nuevo milenio un abrupto cambio de reglas, donde el Estado empezó a tener una fuerte intervención fijando derechos de exportaciones, precios internos bajos y perjudiciales para la industria, congelamiento de tarifas y restricciones de distintos tipos, proceso que terminó en el año 2012 con la expropiación de YPF, que pasó nuevamente a manos estatales. En este contexto, la producción de petróleo y gas disminuyó significativamente y el país, debió migrar nuevamente hacia la importación de hidrocarburos, dada la desinversión que hubo en el sector por la falta de reglas claras.

Para Chubut la situación fue en picada y tras la pandemia, Neuquén desbancó a la Cuenca del Golfo San Jorge como principal productora de crudo del país, tendencia que se acentúa mes a mes por el crecimiento del shale.

“Las inversiones en la Cuenca del Golfo San Jorge en 2016 eran de 3.600 millones de dólares, y en los últimos períodos rondaron los 1.000 millones de dólares anuales. Eso impacta mucho en una cuenca como la nuestra, que está muy asociada a la perforación y a los metros lineales de pozos terminados, y a la caída de la producción convencional primaria”, explicó el economista e investigador César Herrera hace unos meses.

 

El auge de Vaca Muerta y el entusiasmo por el ‘no convencional’

Como si fuera poco, a la madurez de la Cuenca del San Jorge, a los costos y desinversión, se dió el estocazo de la fiebre del no convencional. De hecho, se descubrió que Argentina es el cuarto y segundo país con recursos no convencionales de petróleo y gas respectivamente (27 mil millones de barriles y 802 billones de pies cúbicos). Estos recursos representan el 8% y el 11% de este tipo en el mundo.

En Vaca Muerta se pretende llegar a extraer 1 millon de barriles en 2030 una nueva marca histórica de inversiones, superando los 7.600 millones de dólares de inversión solo en el segmento del upstream este año. Mientras que otros proyectos inmejorables como el offshore en las costas de Santa Cruz ya le compiten a las perspectivas neuquinas, donde las reservas de la formación Palermo Aike por ejemplo se proyectarían en unos 10.000 millones de barriles equivalentes de petróleo. «Palermo Aike representa un tercio de lo que es Vaca Muerta en términos de barriles y en términos de TCF de gas», confirmaba el propio Sergio Massa durante el último ‘YPF Day’ en Wall Street. Todo esto fue una dolorosa competencia para una Cuenca convencional como la chubutense.

 

Cambio de andén: del tren del crudo al de las renovables

Y finalmente, mientras para la Argentina se relame con los reservorios no convencionales más prometedores. aunque en pañales en términos de capacidad de explotación, y contrariamente la Cuenca del San Jorge reniega de su vejez y busca florear sus viejas glorias, el mundo está debatiendo mucho más firmemente abandonar ya el uso de combustibles fósiles, por la sencilla razón de que no hay otro planeta Tierra como para seguir especulando en la Bolsa ni los mercados. Algo que comenzó a conceptualizarse en la ‘ecoeconomía’ que abrazan una gran mayoría de países y sociedades que piensan en términos de sustentabilidad.

Este es la gran discusión precisamente de esta semana en Dubai, y a regañadientes o no ya le están poniendo fecha de caducidad al crudo. A medida que las energías renovables y los autos eléctricos continúan expandiéndose, la Agencia Internacional de Energía cree que el mundo alcanzará el máximo en el uso de petróleo para finales de la década.

El concepto del «tope del petróleo» -el momento en el que lleguemos a la capacidad de extracción máxima antes de que la producción disminuya de forma irreversible- ha estado rondando durante décadas, pero ahora la Agencia Internacional de Energía (AIE), que asesora a los gobiernos en política energética, anunció que posiblemente se produzca un hito diferente pero relacionado: el tope en el consumo (o demanda) global de petróleo.

«Creemos que será a finales de esta década, probablemente en 2029 o 2030», afirma Ciarán Healy, analista del mercado petrolero de la AIE y coautor del informe que destacó BBC.

Alcanzar el tope de consumo de petróleo no es suficiente para revertir el cambio climático y el nivel al que llegaremos al final de esta década todavía quedará muy lejos del necesario para mantener el aumento de la temperatura global dentro de límites seguros.

De hecho, la AIE señaló con anterioridad que, para alcanzar el cero neto de emisiones de CO2 en el sector energético en 2050 -imprescindible para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C sobre los niveles preindustriales- es necesario detener de inmediato la apertura de nuevas explotaciones de carbón, petróleo y gas. La AIE no es el único organismo que ha anunciado el fin del aumento de la demanda de crudo. Compañías petroleras como BP también creen que está disminuyendo.

Por lo que se puede inferir sin temor a dudas que la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables se producirá a escala global de una manera tan acelerada y sin anestesia, como se desarrolló la industria petrolera.

Este es el escenario que encuentra a Chubut y al nuevo gobierno que busca abroquelarse como bloque Patagónico, en este Día del Petróleo en el que deberemos a empezar a pensarnos sin petróleo, y abordar de un salto el tren bala de las renovables, antes que también lo perdamos.

Todo esto con el agravante de la coyuntura política nacional que nos contiene y de la que poco y nada se sabe aún en las escasas 72 horas de anuncios que llevamos.

Para muchos, la señora del flequillo pasó demasiado rápido, y apenas podemos ahora acariciar su nuca. Para otros, detrás de ella siempre viene otra, a la que no hay que dejar de esperar de frente para atraparla ni bien asome, y no perder la nueva oportunidad por mirar hacia atrás. Habrá que ver…