20 septiembre, 2021
Juan Manuel Palacio ideó una obra que trata de «cubrir» con al menos un caso cada gran momento de la historia del país, cronológicamente hablando. Se trata del libro «Desde el banquillo»
Palacio: «La observación de la experiencia histórica indica que el orden legal es producto de la sociedad a la que pertenece»
«Se nos ocurrió la idea de contar la historia de Argentina en el largo plazo, desde la colonia hasta el siglo XXI, a través de juicios; es decir, desde el mirador de los procesos judiciales que fueran representativos de cada época», cuenta a BAE Negocios Juan Manuel Palacio, historiador e investigador del Conicet, sobre Desde el banquillo.
—¿Cómo fue la elección de los casos?
—Pensé en al menos un juicio de la época colonial y otro del período de la revolución. Para en el siglo XIX, uno que perteneciera a las guerras civiles y el tiempo de los caudillos y otro que abordara el fin de ese siglo y la entrada del país en la modernidad. Y para el siglo XX, uno que diera cuenta de la gran novedad jurídica del surgimiento del derecho del trabajo y su implementación a través de la creación de la Justicia laboral, así como también otro del último tercio del siglo, que en Argentina estuvo absorbido por el juicio a las Juntas y los crímenes de lesa humanidad. Y, por fin, uno que hablara de nuestro siglo XXI y de la irrupción de los llamados «derechos de nueva generación», como los ambientales, los de los consumidores y los de las minorías.
—¿Por qué el título?
—Porque el banquillo es como el punto de observación de cada momento de nuestra historia que se aborda en los distintos capítulos. Por eso también el subtítulo: «Escenas judiciales de la historia argentina». Da la idea de diferentes actos que, como en una obra de teatro, escenifican distintos momentos.
—Las leyes ¿deben acompañar los cambios de la sociedad?
—Es un viejo debate de la literatura jurídica, así como también de la historia del derecho y la llamada «nueva historia legal» . Más que «deber» acompañar el cambio social, es un hecho que las leyes no surgen por capricho ni en general por la voluntad de una persona poderosa o de un gobierno determinado «porque sí». Más bien la observación de la experiencia histórica indica que el orden legal es producto de la sociedad a la que pertenece, de sus conflictos, armonías, de sus creencias, de sus valoraciones y de sus prejuicios. Por consiguiente, también cambia con ella, aunque no necesariamente al mismo ritmo.
—¿Por qué la Justicia está tan cuestionada en esta época?
—Es difícil establecer una causa. Los casos de corrupción notorios que afectan a algunos miembros del Poder Judicial (y que han existido en todas las épocas), sumado a las deficiencias o criterios quizás desactualizados de nuestro sistema penal, que aparece como perplejo frente a delitos cada vez más sofisticados y a delincuentes que a su vez son víctimas del deterioro de los lazos sociales, ha expuesto especialmente al sistema judicial, que no parece reaccionar de la manera en que la sociedad (o cierto sector informado de la sociedad) pretende. Y como los casos más alevosos se difunden enseguida entre una sociedad hiperconectada, que reproduce las noticias a una velocidad increíble gracias a la posibilidades que dan las redes sociales, es muy fácil construir una condena pública en cuestión de horas que englobe a todo el «sistema» y confirme esa sentencia con cada nuevo caso, que luego es muy difícil contrarrestar o considerar con más serenidad y aplomo, como corresponde o es propio de los tiempos procesales del sistema judicial.
—¿Hubo otras épocas de tanto cuestionamiento?
—Creo que no, pero en gran parte por los motivos que acabo de señalar sobre la velocidad en que hoy se propagan las noticias y se construyen relatos de espanto y condena colectivos.
—La mirada a los jueces y a los fiscales ha cambiado con el tiempo?
—Desde ya, esa apreciación es histórica y variable. Y no es lo mismo la imagen de la autoridad que tenía un habitante de Buenos Aires o de Santa Fe en el siglo XVIII sobre los jueces de la audiencia o los alcaldes mayores del Cabildo que la que tenían los habitantes del mundo rural sobre los jueces de paz al promediar el siglo XIX o la que tenían los trabajadores sobre los jueces laborales a mediados del siglo XX, así como tampoco la tenían las víctimas de los crímenes de la última dictadura militar sobre los jueces que juzgaron a las Juntas o los que se encargaron de la restitución de los hijos de desaparecidos que fueron sustraídos por los represores.