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27 septiembre, 2020

Definiciones en el aire

Por Trivia Demir

La situación de Chubut estaría definitivamente en tiempo de descuento políticamente hablando. Y aunque pocos se animen a decirlo en voz alta, la provincia está al borde de convertirse en la piedra en el zapato de Alberto Fernández, en un momento donde el escenario no está para tropiezos de esta índole, que de hecho podrían arrastrar trastabilles en cadena, de no conseguirse un auxilio financiero que permita reorientar la gestión de Mariano Arcioni y Ricardo Sastre.

Con dos meses de salarios adeudados, más aguinaldo y gatillo, un vencimiento en puerta por más de u$s 40 millones, la reestructuración de la deuda externa por unos u$s 700 millones demorada por el cepo al dólar, y un déficit anual que roza los $2500 millones, difícilmente la situación provincial se pueda enderezar sin un volantazo nacional. Los referentes provinciales lo saben, como también saben que el Gobernador está al límite de sus fuerzas físicas y estratégicas.  Además de falta de recursos económicos y financieros, puertas adentro hay por lo menos tres renuncias de ministros sobre su escritorio,  en momentos donde la aventura de ser funcionario no es ni vocación ni negocio para nadie.

A esto se suma el sensibilísimo ambiente social, con el grueso del Estado parado, cortes de rutas y protestas generalizadas por doquier, sumado a un sistema de Salud al borde del colapso por la explosión de contagios en las dos principales ciudades de la provincia: Comodoro y Madryn.

Ante este escenario, está demás decir que Chubut ya no es un problema exclusivo de Arcioni o de un partido o alianza gobernante en el sur profundo, sino que empieza a aparecer como otro emergente de la agónica situación criolla, pero también de los desencuentros de gobernabilidad que van evidenciándose en el país en conflictos aparentemente desvinculados. Las últimas encuestas sobre la percepción política nacional así lo exponen.

 

Olor a descenlace

 

Lo cierto es que la realidad expondría que más allá de las expectativas en territorio, la asistencia de Nación no estaría garantizada en esta oportunidad. Y sin ella, la gestión de la dupla Arcioni-Sastre podría desmoronarse en días, ante la urgencia de unos $15 mil millones requeridos para acomodar la nave.

El primer síntoma preocupante que leen los referentes políticos para trascender estos temores, fue la demora y las vueltas que estaría dando Nación en esta oportunidad, para implementar algún tipo de asistencia a la Provincia a través de los mecanismos posibles como subsidios, anticipos o créditos. Un proceso no exento de influencias negativas de la propia interna peronista en territorio, pero también alimentado por la baja perfomance lograda por el escribano en la construcción de acuerdos y alianzas que le permitieran bancar el atolladero que la coyuntura financiera le anticipaba tras su elección.

Otro dato que engrosa esta línea especulativa es el encauce de las gestiones negociadoras por un canal derivador de tercera línea. De hecho, la comitiva chubutense que concurrió a enfrentar la lucha más cruenta, integrada por seis funcionarios de la primera línea chubutense, fueron atendidos por dos secretarios: el de Hacienda, Raúl Rigo, y la Provincias, Silvina Batakis. Esto dejó indicios que de estas ruedas ‘técnicos’ no saldrían precisamente soluciones instantáneas. Por el contrario, el ‘trote’ hasta llegar a los escritorios de las decisiones en efectivo podría demorarse peligrosamente, o directamente no darse.

No es menor tampoco el dato que el propio gobernador no concurriera a esta instancia, lo que puede haber sucedido a sabiendas que no es un ámbito definitivo, o directamente porque tiene claro que el desenlace será negativo, y en ese marco evitar absorber un fracaso y costo político demoledor.

La situación además de ponerlo en instancias ‘evaluadoras’ en el marco de una gestión que maniobra con el escaso margen que le dejaron en los últimos diez años gestiones anteriores, que dilapidaron las arcas provinciales, lo ubican en una posición de destrato peor a la que alguna vez fuera sometido por la conducción de Cambiemos. Sencillamente porque el trabajo de pinzas que ejercita el kirchnerismo y de parte del peronismo ‘de izquierda’ -por decirlo de alguna manera-, es inmedible e inescrutable, tanto en el universo nacional, como en el micromundo provincial.

 

Campo arrasado 

 

Dicen que los cruces de información comenzaron el martes pasado en dependencias de la casa del Chubut, donde intervinieron además miembros del equipo que responden al diputado Sergio Massa, como el ex titular de Anses y ex diputado nacional, Diego Bossio. Las previas vienen siendo para transparentar números y posibilidades. Pero además porque Nación tampoco tendría margen de desembolsos de magnitud. Muchos vinculan el quite a CABA para asistir a AMBA como el dato claro de que en realidad, no hay liquidez para derrochar.

A la par están quienes sostienen que la inviabilidad del estado provincial requeriría de un achique necesario tal, que hoy y en este escenario, no habría referente en condición de hacerlo.

Para los negociadores que representa la posición de Nación, el “Plan de Sustentabilidad” que otra vez llevó el arcionismo a Buenos Aires (con algunos retoques nuevos) sería insuficiente para acomodar los números. Para el FDT provincial tampoco habría garantías ni voluntad de llevarlo a la práctica.

Con todo esto, la consigna que surgiría sería terminar de dejar el ´campo arrasado´ para proponer un pacto social amplio de la mano de nuevos actores interventores, que a la par del ajuste, permita salidas de desarrollo con el compromiso de los polos productivos existentes, y los por venir. Y en esa solución naturalmente no habría espacio para que abreven ni el massismo ni el arcionismo. Habrá que ver…