Daniel Taito, el chubutense que perdió la sonrisa en el triste debut en Qatar

Daniel Taito, el chubutense que perdió la sonrisa en el triste debut en Qatar. La foto es de la previa, cuando el empresario de medios y exasesor del gobierno aún estaba expectante y felíz al poder presenciar el debut de la Selección Argentina en Qatar. Luciendo su casaca de Carpe Diem, como dijera Horacio (no Pagani) en su famoso poema griego: «Carpe diem quam minimum credula», o sea,  «aprovecha el día, no confíes en mañana».

Pero cuando los segundos se contaban con arena del desierto en el imaginario de millones sólo a la espera de la mano de Dios, porque la derrota argentina ya calaba los huesos, Daniel Taito, director de Azul Media, fue la cara de la tristeza profunda que embargaba a los hinchas argentinos que aguantaban los trapos en suelo qatarí desde la TV Pública. Un dato que pasó desapercibido para la gran mayoría de chubutenses absortos en la tensión del final y merced a la reiteración de las tomas.

La tristeza y frustración argentina fue parte del relato televisivo y permitió identificar tanto a famosos como a vecinos que pudieron viajar a vivir la fiesta mundialista

Puntualmente la imágen de Taito fue elegida por la TV Pública en un paneo para achicar el tiempo y la amargura, tras el accidente que se produjo sobre los 90+7 minutos del encuentro, cuando en una jugada dividida el arquero de Arabia Saudita, Al Owais, le dió un fuerte rodillazo al lateral izquierdo de su propio equipo, el número 13, Al Shahrani. Un evento que acortaba aún más el alargue y el posible milagro de recuperar el marcador.

En ese paneo abrumador Taito mostró su semblante adusto pero esta vez marcado por la angustia de los últimos minutos de un debut para el olvido. Un sentimiento que reconoció, fue compartido con todos los argentinos presentes, y que desde la pantalla chica se veía y sentía en el aire de la calurosa tarde en ese monumental estadio de Lusail, al norte de Doha, donde se jugará la gran final del 18 de diciembre, y donde aún esperamos que flamee la celeste y blanca.

En fin, testimonios en primera persona de un día triste.