10 junio, 2024
Atender a nuestros propios procesos cognitivos, desde nuestra ansiedad a nuestro entusiasmo, con una curiosidad compasiva podría ser la clave para llevar una vida más consciente, capaz de vivir en el presente, libre de las ataduras de la identidad. El método de la investigación curiosa o de la curiosidad compasiva fue desarrollado por el Dr. Gabor Maté, un reconocido experto en adicciones y traumas, que ayuda a las personas a integrar sus procesos psíquicos y resolver problemas de salud mental
Por Luis Alberto Hara*
La base de la investigación compasiva reside en cultivar la compasión por uno mismo. A través de una suave curiosidad, se exploran las raíces de nuestro sufrimiento, no para juzgar, sino para comprender y sanar. Es aquí donde entra el principio rector de la curiosidad. Hay un deseo de saber, de interesarse, una mirada atenta, que no nos reclama «por qué eres así» Es un modo de abordar nuestros sufrimientos y problemas s con curiosidad, en lugar de con miedo, para crear un espacio seguro para la exploración y la introspección. Esta «aventura interior» puede ser una fuente de crecimiento y autodescubrimiento. La seguridad que permite esta mirada gentil y curiosa es lo que hace que nuestros traumas puedan mostrarse y sanar, al no ser condenados sino aceptados y por lo tanto reprocesados. Igualmente esta seguridad que viene de un estado de atención amorosa, es lo que reactiva en la persona la posibilidad de volver a vivir la experiencia diaria como juego. Y en el juego, como señala el Dr. Maté, yace la posibilidad de la alegría.
El otro aspecto es la presencia. El sujeto que indaga está totalmente presente, momento a momento, abierto a lo que acontece, libre de juicios. Esto permite una comprensión y una conexión más profundas entre las propias capas del ser, o en el caso de aplicar esto a otra persona, entre individuos.
Otro elemento esencial para trascender las fracturas del pasado es la exploración. Al examinar nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales, descubrimos los patrones y creencias subyacentes que dan forma a nuestras vidas. De nuevo aquí el elemento clave es exploración con curiosidad y sin juicios.
De todo esto se deriva una nueva actitud más fresca ante el mundo y la posibilidad de encarar las cosas ya no desde una antigua ansiedad o rencor, sino desde una apertura y goce para con el misterio. Según el Dr. Maté, además, está actitud nos permite conocer la realidad mejor. «La curiosidad compasiva dirigida hacia el sí mismo lleva a la verdad de las cosas». Como en el caso de la atención cultivada por el meditador, esta curiosidad compasiva nos permite observar cualquier objeto con una luz más clara y con menos proyecciones. La belleza, la bondad, la verdad de las cosas se vuelven algo que constantemente nos invita a percibir.
La indagación compasiva, basada en la curiosidad, no en la aprehensión, con una mirada que no juzga sino que sostiene para que la cosa se manifieste, recuerda un poco la idea de la atención. en su nivel más alto, que, según Simone Weil, es igual al amor. Bajo esta forma de mirar, uno puede sostener los antiguos complejos, la vergüenza, la sensación de ser inadecuado, etc,, y simplemente decir: «quiero saber por qué siento esto, es un misterio, pero no hay nada malo en mí», pues justamente, el amor es esa misma naturaleza que no juzga, que solo acoge y nutre.