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22 enero, 2021

Crecer experimentando: ¿Te atreves a cambiar tu carrera profesional?

Por Margarita Rodríguez

En los últimos 20 años, la académica de origen cubano Herminia Ibarra se ha dedicado a estudiar los cambios de carrera.

Tras conversar con ella y leer sus textos, es claro que difícilmente encontrarás un tren bala que te lleve, en primera clase, a la carrera que sueñas.

Pero bien vale la pena embarcarse en el fascinante viaje que va más allá de lo laboral con algunas importantes propuestas

Ibarra es profesora de Comportamiento Organizacional en la London Business School (Escuela de Negocios de Londres) y enseñó en la Universidad de Harvard (EE.UU.) y en el Instituto Europeo de Administración de Empresas (INSEAD, por sus siglas en francés).

En 2019, fue incluida en los Thinkers50, cuya gala de premiación ha sido llamada por el Financial Times como «los Oscars del pensamiento gerencial».

El ranking la considera una «autoridad del liderazgo y del desarrollo profesional» y una defensora de «la importancia de las redes estratégicas y el valor de la colaboración».

«Para Ibarra, el cambio de carrera no es algo que ocurre de una sola vez en un momento dado, sino que es un proceso psicológico de transición».

Es miembro de la Academia Británica y autora de Act Like a Leader, Think Like a Leader («Actúa como un líder, piensa como un líder») y Working Identity.

Cuenta que su experiencia e investigaciones le han enseñado algunos principios que pueden ser útiles para quienes buscan reinventarse profesionalmente.

 

Un mapa

 

Con su ayuda y conocimiento, te presentamos ocho ideas para que consideres si estás pensando en cambiar de carrera:

 

1. No creas que hay que correr, toma tiempo

En el transcurso del año pasado, Ibarra condujo varios seminarios web y uno de los planteamientos que les hizo a los asistentes es si la pandemia los había hecho pensar en cambiar de carrera.

«De hecho, hice uno hace un par de semanas y formulé la misma pregunta, y pareciera que la situación actual está haciendo que la gente piense en la posibilidad de cambiar de carrera incluso más que lo que lo hizo en el pasado», cuenta.

«Pero, claro, se preguntan si es un buen momento». Y es que a menudo nos sentimos reacios a tomar riesgos.

Por eso, indica, es clave entender que cambiar de carrera es algo que toma tiempo: «Nadie salta a lo desconocido, a menos que tenga que hacerlo».

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«Cambiar de carrera siempre es un proceso muy largo de exploración de posibilidades y de aprendizaje sobre lo que realmente quieres».

También se trata de establecer redes y de adquirir nuevas destrezas.

«Todo eso se desarrolla durante un período de tiempo antes de que una persona pueda sentirse lo suficientemente cómoda como para decir: ‘Está bien, ahora puedo dejar mi trabajo o ahora puedo hacer este cambio porque sé en lo que me estoy metiendo y creo que saldrá bien'».

 

2. Es mucho más que un cambio de rol

Sobre la cuestión de si un cambio de carrera implica «reinventarse», Ibarra responde que «es una manera indudable de hacerlo».

«Es reinventarte porque lo que haces está fuertemente anclado a tu identidad, a lo que te sirve de base para definirte a ti mismo», explica.

«Cuando estás cambiando eso, estás desafiando tu sentido, tu idea de ti mismo».

Se trata de un proceso en el que te das cuenta de que el «quién eres» no está en sintonía con el «quién quieres ser», que el «quién eres» es una idea que «de cierta manera no ha funcionado o necesita cambiar o reformarse».

«Es un cambio de identidad y no simplemente un cambio de rol», reflexiona.

 

3. Sé creativo: imagínate cómo serías

En abril, Ibarra escribió el artículo Reinventing Your Career in the Time of Coronavirus («Reinventando tu carrera en el tiempo del coronavirus»), en Harvard Business Review.

En el artículo, señala que «incluso en tiempos más felices, un cambio de carrera nunca ha sido un proceso perfectamente lineal».

«Es un viaje de exploración necesariamente desordenado», en el que hay que probar y aprender de «una gama de posibles yos».

Se trata de «ideas que todos tenemos y que giran en torno a quienes quisiéramos convertirnos».

Si bien algunas son concretas, otras son difusas. «Algunas son realistas; otras son pura fantasía».

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El ejercicio de imaginarte no sólo a ti mismo, sino escenarios futuros es importante en el enrevesado camino que recorrerás para cambiar de carrera. No lo subestimes.

«Acepta ese proceso y explora tantos (yos y futuros) como puedas», recomienda Ibarra.

 

4. Tu edad te da luces

Recientemente, Ibarra dictó el seminario web «Cómo cambiar de carrera a los 30, 40 y 50+», en el que exploró cómo ese proceso difiere en las distintas etapas de nuestra vida.

«Al principio de nuestras carreras, y lo sabemos por muchas investigaciones, los factores extrínsecos importan más: el salario, la seguridad, la posibilidad de promoción para ascender en una jerarquía determinada», cuenta la experta en nuestra entrevista.

Pero el peso que les damos a esos aspectos «tiende a declinar con la edad».

Cuando comenzamos nuestras carreras, «tenemos que construir nuestra credibilidad, crear nuestras credenciales y, luego, cuando envejecemos, lo que más nos importa tiene que ver con la autonomía y el criterio (…) y con ser capaces de darle uso a nuestra experiencia, nuestras fortalezas, a lo que nos gusta hacer y lo que hemos aprendido».

Al inicio, estamos aprendiendo sobre nosotros mismos: quiénes somos, en qué somos buenos, qué queremos, qué nos gusta.

«A medida que avanzamos y envejecemos, nuestro sentido de nosotros mismos se va cristalizando cada vez más. Eso lleva a las personas, especialmente de 50 y mayores a buscar un contexto en el que puedan agregar valor y causar un impacto en sus propios términos».

«Esa es probablemente la mayor diferencia».

Pero hay algo que no cambia con la edad: «Una de los aspectos interesantes que vimos en ese seminario es que (en materia laboral) lo más valioso que buscan las personas es un trabajo que les dé un sentido, que tenga un significado para ellos y ese es un factor que se mantiene como una constante en todas las edades».

«Hacer algo que tiene sentido para ti es muy importante».

 

5. Tu familia te quiere, pero necesitas a alguien lejano

«En mi investigación, descubrí que cuando buscas hacer grandes cambios de carrera, los amigos, la familia y los contactos cercanos tienden a desanimarte en lugar de alentarte porque les cuesta imaginarte de otra manera, porque temen lo que ese cambio puede significar para ti. Ya han desarrollado una visión fija de quién eres, te han encasillado».

Y a esa tendencia, un tanto protectora, se une un aspecto bastante realista: «Tampoco tendrán muchas ideas (diferentes) para ofrecerte», pues forman parte de la esfera que ya conoces.

Por eso, es fundamental ampliar tu red de contactos, no solo para conseguir empleo en otros contextos, sino también para estar en comunicación con personas que no son cercanas y que te pueden animar a explorar diferentes posibilidades.

En su artículo, Ibarra los denomina «lazos débiles» en oposición a los «lazos fuertes» que constituyen nuestros parientes, amigos y colegas.

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Se trata de relaciones que tenemos con personas que «no conocemos bien o no vemos con frecuencia», pero que nos pueden ayudar a aprender cosas nuevas, aunque no siempre tengan la motivación de hacerlo.

Un punto medio entre ambos tipos de vínculos son los «lazos dormidos», que son las relaciones con las personas con las que alguna vez tuvimos cercanía, pero que en años recientes nos distanciamos.

 

6. Explora lo que te gusta dentro y fuera de tu trabajo

En medio de una pandemia que ha tenido efectos dramáticos no sólo en familias y sistemas sanitarios, sino en cientos de negocios en todo el mundo, cambiar de carrera puede llegar a ser abrumador.

Ibarra lo explica en su artículo: «Incluso para quienes somos lo suficientemente afortunados de no estar enfermos, de no tener que cuidar a otros que sí lo están o luchar para llegar a fin de mes, la pandemia ha aumentado la incertidumbre y nos ha tomado desprevenidos en lo psicológico, financiero e infraestructural».

«La situación se siente amenazadora. Y, como han demostrado los psicólogos, las situaciones amenazadoras nos impulsan a comportarnos de forma conservadora, lo contrario de lo que se requiere cuando estamos considerando un cambio de carrera».

Además muchas personas han invertido tiempo, esfuerzo y recursos en construir sus carreras actuales.

Así que surge la cuestión de si es posible ser feliz y trabajar en algo que ya no es de nuestro agrado.

«No creo que eso sea algo que realmente deba manejarse: si te sientes feliz o no», señala la experta. «Creo que puedes gestionar cómo haces tu trabajo para que se adapte a lo que te gusta».

«Una forma de conseguirlo es tratar de encontrar tiempo y espacio para encajar lo que más te gusta hacer dentro del espectro de tu trabajo y de tu organización».

«Otra forma de hacerlo es decir: ‘Bueno, esto es un trabajo, no puedo cambiarlo ahora mismo, pero voy a invertir tiempo en actividades extracurriculares que me gustan’, lo cual se puede conseguir a través de voluntariados u otro tipo de proyectos».

Y es que, en parte, los estudios de Ibarra se han enfocado en analizar «qué pasa a medida que crece la sensación de insatisfacción de la gente con lo que hace y cómo eso puede ser el generador de un cambio».

«Si eso está sucediendo», advierte, «¿qué puedes hacer para crear alternativas?».

 

7. Desarrolla nuevas habilidades

Si bien los confinamientos y las medidas de distanciamiento social hacen que muchas posibilidades se vean limitadas, para algunas personas, las circunstancias actuales han sido un impulso para tomar la decisión de hacer cursos online, escuchar ponencias en internet y participar en seminarios web con el objetivo de adquirir nuevos conocimientos y habilidades. Y también se han unido a proyectos.

Como lo indica Ibarra en su artículo, no es necesario que sólo escojamos actividades que formen parte del dominio de la carrera a la cual queremos hacer la transición.

Insiste en la idea de un voluntariado o de una iniciativa comunitaria de las muchas que se están desarrollando para hacerle frente a la crisis actual.

No sólo será gratificante, sino que hacer un «trabajo nuevo y diferente con personas nuevas y diferentes» nos abre una ventana de oportunidades, no sólo externas sino de exploración interior.

De hecho, una de las recomendaciones de la experta es hacer autorreflexión en voz alta y, el poder compartir con un grupo, ya sea físicamente con las medidas de distanciamiento social o a través de una plataforma digital, es una excelente oportunidad para ello.

Eso te permite exteriorizar tus pensamientos: por qué quieres cambiar de carrera y qué carrera quieres y darles un impulso, pues alguien te está escuchando.

Y es posible que llegues a conocer a un potencial mentor o, incluso, que te conviertas en uno.

 

8. Determina qué es lo que no te está gustando

El descontento con el trabajo no siempre viene dado por lo que se hace.

La empresa, con sus valores y su cultura, puede ser una razón que haga que muchas personas sientan que no están en un «buen barco», indica la académica.

«También puede ser que no les agradan sus compañeros».

«Hay muchas razones y creo que es importante que la gente entienda qué es lo que no le gusta, pues, de esa manera, pueden emprender buenos cambios», explica la autora.

«En algunos casos, quieren un nuevo desafío; en otros, su trabajo ha sido reducido o incluso eliminado y ya no le ven los mismos beneficios».

Determinar qué es lo que nos está incomodando es clave antes de tomar la decisión de cambiar de carrera.

Y es que, de acuerdo con Ibarra, en la mayoría de los casos no hay que llegar a esa decisión.

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«No estás contento y debes explorar posibilidades: empiezas a conectarte con otras personas, a crear redes, a asumir proyectos y a construir otra faceta de ti mismo y, con suerte, eso te lleva a una oferta de trabajo o a una oportunidad de negocios».

«Y la mayor parte de la gente acepta cuando se hace obvio que es mejor que donde se encuentran».

Y si solo quieres un cambio de rol, ten presente la «paradoja de la autenticidad»
En 2015, Ibarra escribió el artículo The Authenticity Paradox («La paradoja de la autenticidad») en Harvard Business Review, cuya primera línea dice: «La autenticidad se ha convertido en el estándar de oro para el liderazgo».

Han pasado cinco años ¿la paradoja sigue existiendo?

«Sí», responde. «Se trata de algo a nivel individual, no social».

«La paradoja se presenta cuando la gente está intentando hacer algún cambio o cuando recibe mensajes de que necesita adaptarse o modificar algunos aspectos de lo que hace, especialmente si se está moviendo hacia nuevos roles (dentro de una organización)».

«En ese contexto, algunas personas pueden desarrollar una tendencia muy conservadora: ‘No puedo hacer eso, ese no soy yo. Tengo que ser yo mismo’. Y esa actitud debe ser examinada porque, en algunos casos, es simplemente estar a la defensiva» y arraigarse a un enfoque proteccionista.

La autenticidad es muy importante, reflexiona la profesora, pero como plantea en el artículo: ¿ser tú mismo significa que no puedes cambiar, que tienes que ser como siempre has sido?

«Si ese es el caso, hay un problema con la forma como se define la autenticidad».

De hecho, uno de los párrafos de su artículo lo dice con claridad:

«Debido a que ir en contra de nuestras inclinaciones naturales puede hacernos sentir como impostores, tendemos a aferrarnos a la autenticidad como una excusa para apegarnos a lo que es cómodo. Pero pocos trabajos nos permiten hacer eso por mucho tiempo. Eso es doblemente cierto cuando avanzamos en nuestras carreras o cuando las demandas o expectativas cambian (…)» y así lo han descubierto muchos ejecutivos.

En nuestra conversación, lo enfatizó: no existe ninguna contraposición entre ser nosotros mismos y adaptarnos.

«Ser autentico significa que estás creciendo, aprendiendo y adaptándote a medida que avanzas».

Y es que es importante concebir nuestras identidades profesionales desde una perspectiva evolutiva, «work in progress», en la que aprendemos a través del ensayo y el error, en la que crecemos experimentando.

 

*BBCNM