5 septiembre, 2021
El SARS-CoV-2 no es como el virus de la gripe, el campeón de la variabilidad, sino que tiene una capacidad de mutación limitada. Aun así, la variante delta (B.1.617.2), que cuenta con dos mutaciones relevantes (L452R y P618R), se identificó inicialmente en India en diciembre de 2020 y hoy es mayoritaria en muchos países, incluida España.
La delta se contagia más fácilmente. Aunque se desconocen los motivos, por lo que sabemos en la actualidad es entre un 40 % y un 60 % más transmisible que la variante anterior dominante, la alfa, según confirma el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC). También es más transmisible que el linaje original –aunque menos que otros virus, como el del sarampión–.
Además,ocasiona una carga viral en la persona infectada del orden de mil veces mayor que la alfa, y un periodo de contagiosidad más prolongado.
Para empezar, la inmunidad de grupo no podrá alcanzarse con solo el 70 % de la población vacunada. Casi con toda seguridad, debido a varios factores, la inmunidad de grupo como la conocemos en otras enfermedades infecciosas no pueda alcanzarse como tal, y quizá debamos centrarnos en controlar funcionalmente la epidemia.
No tenemos pruebas sólidas de que la enfermedad que causa esta variante del virus sea más grave, ni de que se relacione con una mayor mortalidad. No obstante, un estudio reciente que evaluó el riesgo de ingreso hospitalario en Escocia sí concluyó que el riesgo de hospitalización de una persona no vacunada es el doble si se infecta con delta que con alfa.
En lo relativo a la efectividad de las vacunas frente a esta variante hay que decir que es buena con la pauta completa, aunque disminuye un poco respecto a la respuesta que se obtiene frente a la variante original. Se debe entender bien esto. Las vacunas sirven para el propósito para el que fueron pensadas: esta variante no escapa.
Sí se ha comprobado que una sola dosis es insuficiente. Según un estudio reciente de Public Health England, la vacuna de Pfizer-BioNTech fue solo un 33 % efectiva contra la enfermedad sintomática causada por la variante delta tres semanas después de la primera dosis.
De hecho, hemos visto incluso que vacunas aún pendientes de autorización en Europa, como la de Novavax, muestran una alta eficacia para variantes diferentes a la original y que hace unos meses eran miradas con mucha preocupación, como la sudafricana.
Por tanto, para evitar fallecimientos por la variante delta y por cualquier otra es vital vacunar con prontitud al mayor número de personas, incluyendo los más jóvenes, ya que las vacunas de que las disponemos –con pauta completa en las de doble dosis– ofrecen una alta protección.
Lo más importante es que con la delta las vacunas siguen protegiendo muy bien de desarrollar una enfermedad grave y de morir.
Necesitamos incentivar la vacunación más aún. En España estamos en la senda. Necesitamos vigilar: diagnosticar, secuenciar, rastrear, y aislar cuando sea necesario. Necesitamos mantener precauciones aún un tiempo más.
Estamos viendo la luz, pero hay que ser precavidos. Las vacunas disminuyen en buena medida la transmisión, pero su verdadero potencial se muestra contra la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte.
En un mundo globalizado e interconectado, con un virus que viaja con tanta facilidad entre personas, solo un abordaje global de la pandemia conducirá a una solución. Esta situación nos obliga a ser humildes y a aprender de los errores. De poco sirve vacunar mucho en algunas zonas mientras en otras, países empobrecidos o de renta baja, apenas reciben unas dosis. Es la pandemia dentro de la pandemia.
*The Converstaion/ SINC.