14 enero, 2021
Por Juana de Arco*
Que un hecho de la dimensión internacional que ha tenido el ataque al Capitolio en EEUU no tenga eco institucional en el Congreso de la Nación Argentina es, a todas luces, además de vergonzoso, sintomático.
La ‘excusa’ sería que están todos bajo la sombrilla del verano (¿o del paraguas del acomodatismo?) y por estar en receso, el Congreso de la Nación no ha realizado una declaración “contundente” sobre lo sucedido en el Capitolio la semana pasada, y la violencia llevada adelante contra sus pares legisladores norteamericanos.
Raro de rareza absoluta, considerando el viso Nac&Pop de las mayorías legislativas y del desgaje de vestiduras de la oposición, sobre la defensa de las instituciones, etc, etc. pero el hecho es que a más de una semana de los hechos, no hay noticias de un posicionamiento de nuestro Parlamento.
Lo cierto es que recién este jueves, el diputado nacional Diego Mestre (UCR) presentó una individual y solitaria declaración de repudio.
En su iniciativa, el diputado radical habla de la “turba” que irrumpió a la fuerza con el objeto de “impedir que los legisladores lleven adelante la sesión para la cual fueron convocados”. Considera que se trató de “un ataque a la democracia” y que como tal debe ser repudiado “enérgicamente”., refiriéndose a “los hechos violentos, vandálicos y antidemocráticos efectuados el 6 de enero próximo pasado” en Washington, por partidarios del presidente Donald Trump.
El legislador cordobés habló según señala Parlamentario, como integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja y miembro del Grupo Parlamentario de Amistad entre Argentina y Estados Unidos, e hizo hincapié en la «gravedad» del hecho.
Un atentado nunca visto en medio de un enrarecido proceso electoral que ya se considera síntoma de cambios profundos que se pretendería en las democracia mundial, que no es chiste. Como tampoco lo es el sintomático silencio de nuestros representantes, no?
El mundo es el gran espejo de cada político que se precie, aún el que nada en el charco de la periferia de su pueblo (y esto va para nuestros ‘referentes’ provincianos en gestión). De allí la importancia de atender la situación que atraviesa Estados Unidos y su conflicto ‘democrático’. Ya lo decía Sófocles: “Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.”
Además de la mediatización del hombre con cuernos proTrump y de los bloqueos del señor rubio en las principales redes sociales, donde se le aplicó el más crudo principio capitalista de ‘derecho de admisión’ en una magnánima devolución de abuso de poder y posición dominante, poco se supo del posicionamiento institucional argentino.
Al silencio del Poder Legislativo (como si ‘en casa’ el órgano democrático por excelencia ya no existiera en los hechos por tomarse vacaciones o por reconversión notarial), le contrastó la voz cantante del Poder Ejecutivo, por redes sociales y a través de una carta a la Organización de los Estados Americanos (OEA), de parte del Presidente Alberto Fernández.
Unificó dos temas en la epístola: Por un lado apoyó la certificación de la victoria del demócrata en las elecciones del 3 de noviembre; y por otro repudió el asalto al Capitolio protagonizado por seguidores de Donald Trump (aunque sin nombrarlo en ninguna línea).
Esto que se consideró un posicionamiento oficial de la Argentina, se leyó también como un giro en su implícita crítica al organismo por la supuesta injerencia en asuntos relacionados a los derechos humanos y libertades políticas y periodísticas en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
«La República Argentina celebra la certificación por parte del Congreso de los Estados Unidos de América de los resultados de las recientes elecciones presidenciales en ese país y reitera una vez más al Presidente electo Joseph Biden, las felicitaciones por su triunfo electoral», empieza diciendo la misiva que a través del canciller Felipe Solá se envió a la representación argentina ante la OEA, y esta a su vez la hizo circular a los otros países nucleados en el organismo.
El texto de la carta continúa así: «Merecen la más firme condena recientes hechos acaecidos en Washington DC con el objetivo, aún cuando fuera de logro improbable, de distorsionar los legítimos resultados electorales. Ello muestra que ningún país está libre de intentos que pretenden -por distintos medios- ignorar el pronunciamiento democrático de su electorado.»
Y termina en un tercer párrafo. «Tenemos confianza en el funcionamiento de las instituciones estadounidenses. Estos hechos deben fortalecer la convicción en todos los países que abrazamos los ideales de la democracia, que esta requiere el compromiso permanente de nuestros pueblos en búsqueda de su afirmación».
La carta que Fernández envió a la OEA, fue en la misma línea de su tuit en el que repudió al ataque al Congreso estadounidense. Pero según La Nación sumó otros condimentos, cuanto menos curiosos. Parece un mensaje en clave hacia un organismo que viene cuestionando por su férrea negativa a acompañar las resoluciones con condenas al régimen de Nicolás Maduro y al de Daniel Ortega, que no se mueven muy democráticamente que digamos, pero por coincidir ideológicamente en rasgos generales, el gobierno argentina mide con otra vara que el ataque estadounidense a sus instituciones.
El oficialismo de Fernández en general también se manifiesta en contra del secretario general, Luis Almagro, cuya reelección no apoyó. Por lo que el mensaje implícito abonaría el deseo del Gobierno de que la llegada de Biden también implique un «cambio» de foco en el organismo, donde el presidente argentino considera que Trump y Almagro estuvieron «obsesionados» con Venezuela.
Sin embargo, tal como lo señalan los principales analistas, difícilmente Biden relaje la posición de su país hacia Maduro, al que ha llamado «dictador».
Con todo, el acercamiento a Biden también es trabajado por el embajador, en Washington, Jorge Argüello, para una posible reunión bilateral con Alberto Fernández, y que Argentina necesita imperiosamente (valga el término) del apoyo de Estados Unidos para cerrar el nuevo acuerdo con el FMI.
En simultáneo, Estados Unidos ya habría recibido señales de las intenciones argentinas: las de convertirse en socio y aliado de la administración demócrata en clásicos de la política internacional como el multilateralismo y la lucha contra el calentamiento global. Pero seguramente habrá algunos gestos concretos más que se esperan de las tierras donde la coyuntura flota en dulce de leche.
En fin, habrá que aprender del santo lema de Aristóteles que presagiaba que, al fin de cuentas, “Todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio”
*Soy Juana de Arco, …y ceniza de tantos