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29 junio, 2020

LA IMPORTANCIA DE LAS COMUNICACIÓN BIEN UTILIZADA

Como resintonizar el mundo desde la solidaridad

Al menos el 15% de la población hoy no tiene ningún tipo de conexión a Internet. Si bien las redes móviles van avanzando por el país, aún no llegan a las regiones más aisladas. Y entonces del brote del virus y la cuarentena, muchos pobladores del interior profundo del país se enteraron mucho tiempo después, y varios de ellos de la forma más atípica.

 

Sin pilas y sin preocupaciones

 

Cuanta Ricardo Braginsky desde un reporte sobre los “desconectados de la Argentina”, que quizás la historia que más llamó la atención haya sido la de aquellos peones de Santa Cruz que no se habían enterado de la cuarentena, hasta un mes después de haber sido decretada, porque se habían quedado sin pilas en la radio.
La noticia se conoció el 24 de abril pasado cuando la policía de Santa Cruz fue a llevar mercadería a peones de una estancia cercana a El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Los peones no se habían enterado de la existencia de la pandemia del Covid-19 porque se quedaron sin pilas en su radio, único elemento con el que cuentan para saber qué pasa a su alrededor.

“No sabían nada de la pandemia. Se enteraron cuando llegamos nosotros. Se habían quedado sin pilas en la radio. Lo tomaron con sorpresa pero con calma. Otros supieron del Coronavirus cuando se acercaron a El Calafate en busca de ‘los vicios’ (cigarrillos y yerba) y se encontraron con que el pueblo estaba ‘cerrado’ por decisión de las autoridades y para evitar que llegue el contagio”, dijo el jefe de la División Operaciones Rurales de Santa Cruz, René Caro.

 

Ni electricidad ni apuro

 

Caro contó que otro de los casos se dio entre las personas que trabajan en la estancia “La Josefina”, a unos 130 kilómetros de la localidad de Tres Lagos. También se quedaron sin pilas en la radio y desconocían completamente los sucesos. Recién se enteraron cuando se acercó personal policial.

Ninguno se alarmó. Las personas que viven y trabajan en el campo ven todo dese muy lejos y dado que pasan mucho tiempo en soledad, no están preocupadas por el virus. La preocupación de ellos pasa por sus caballos, los animales que cuidan, sus perros. Y, obviamente, las pilas, para que no les pase lo de la estancia La Josefina y poder continuar escuchando la radio. Además, la radio la conectan a determinada hora, cuando saben que escucharán los denominados “mensajes para el hombre de campo”. Allí sus familiares o patrones les envían mensajes. Después, apagan el aparato y siguen en lo suyo.

 

Donde no llega Internet, la radio puede dar clases

 

Otra historia similar sucedió en la otra punta del país. San Roque es una localidad correntina de 10 mil habitantes, ubicada 140 kilómetros al sur de la capital provincial. A 30 kilómetros de allí está Colonia Pando, un municipio creado en 2009, que reúne siete colonias de pequeños productores rurales. La cuarentena dejó a los hijos de esos trabajadores sin escuela y casi sin vínculo con sus docentes porque muy pocos tienen celular o no reciben señal. Sí, hay radio.

Daniel Bruno no lo pensó dos veces. Profesor de Lenguaje Artístico y Comunicacional en el colegio Madre Teresa de Calcuta de Colonia Pando y periodista de la FM de San Roque (la FM 107.7) -que llega a todas las colonias-, pidió autorización a las autoridades educativas y a la radio para transmitir las clases para sus alumnos.

 

Enchufados por el futuro

 

“Primero armamos un grupo de WhatsApp, pero no todos los chicos podían conectarse. Es que recién ahora están instalando unas antenas para Internet cerca de Colonia Pando. La telefonía celular es muy cara para los chicos y además no les llega la señal a todos. Hay casas a 20 kilómetros unas de otras”, le cuenta Bruno a Clarín.

Y explica cómo hace sus clases. “Imprimí cuadernillos para cuatro clases y se los llevé a las casas para darle seguimiento por la radio. Durante la semana envío por WhatsApp las consignas. La clase sale al aire los lunes de 14.30 hasta las 15.10 y los martes de 15 a 15.40, en los mismos horarios que teníamos en el colegio. Al final saco al aire a dos alumnos, con quienes repaso la clase”.

Lo más curioso, contó Bruno a Clarín, es que la clase no es escuchada solo por sus alumnos. Cuenta que fue recibiendo mensajes de personas que no son los padres de esos chicos que se lo agradecen. “Me cuentan que sacan la radio al patio para oírla entre muchos. Me mandan fotos y hasta videos”, dice.

La experiencia entusiasmó tanto a Bruno que ahora está impulsando que se haga lo mismo en radios de otras localidades del país. Cuenta que un legislador logró que el Senado provincial aprobara un proyecto de declaración para que, en este contexto de cuarentena, el “Ministerio de Educación de Corrientes permita y solvente la participación de docentes en emisoras radiales de localidades que no cuenten con servicios de Internet o que el mismo sea deficiente”.

Y aspira a que, una vez pasada la pandemia, esta experiencia sirva para que los adultos de zonas rurales que no terminaron la escuela primaria puedan hacerlo de este modo. “Podés llevarle un cuadernillo cada 20 o 30 días y das las clases por radio. Cuando volvés con el nuevo cuadernillo podés darles seguimiento a los avances del anterior, para así ir avanzando con las clases. Esto se puede hacer”, se entusiasma.

 

*RÑ, C.