26 mayo, 2021
Los gobiernos de Estados Unidos, Japón y Alemania aprobarían una refinanciación de la deuda argentina si la administración de Fernández logra estirar los vencimientos con China.
A buen entendedor pocas palabras. Los dirigentes de las naciones integrantes del Club de París les piden, a los negociadores nacionales, igualdad de condiciones con otras naciones acreedoras.
En nuestro país, las alarmas se encendieron con las diplomáticas declaraciones del embajador nipón en Buenos Aires, Takahiro Nakamae al DiarioAR, “para los miembros del Club de París no resultaría justo si la Argentina propusiera la prórroga de pago de sus deudas, mientras que continuara pagando a otros acreedores fuera del Club”.
Durante la gira europea el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán, escucharon razonamientos similares de sus anfitriones españoles, italianos y franceses.
Sin embargo, las naciones de la “ruta del champagne”, como se ha denominado a estos países europeos integrantes del Club de París, son los que poseen un porcentaje menor de la deuda argentina con el organismo acreedor. España posee el 6,7% de la deuda; Italia el 6,3% y Francia un 3,6% según datos de la secretaría de Finanzas.
Son los países de “la ruta cervecera” del viejo continente como los Países Bajos, Suiza y Alemania los que poseen un mayor porcentaje de la deuda nacional con el Club de París que asciende a 2.400 millones de dólares producto de la imposibilidad de cancelar, en tiempo y forma, la quinta y última cuota que venció en mayo de 2020 de una deuda total reconocida por el Estado nacional de 9.000 millones de dólares, en mayo de 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
La administración de Alberto Fernández, en plena primera ola de coronavirus, aviso que haría uso de la extensión de un año para abonar la última cuota de 2.400 millones de dólares, tiempo límite que se cumplirá a fin de mes.
Entre los países de la “ruta cervecera”, Suiza posee el 5,3 % de las acreencias, los Países Bajos, que oficialmente han dejado de llamarse Holanda, con un 8 % y Alemania con el 37 % del total de la deuda. El otro gran acreedor se encuentra en Asia y es Japón con el 22 % de las acreencias y, es por ello, que las palabras del representante del Imperio del sol naciente, sonaron muy claras y directas.
Ni el embajador japonés ni los presidentes que entrevistó Alberto Fernández nombraron públicamente a China como el actor de la discordia para alcanzar un rápido acuerdo por la deuda que Argentina mantiene con el Club de París.
Pero, desde hace más de una década, que existe un gran malestar en las principales capitales financieras del mundo por la actitud de los prestamistas de Beijing de adjuntar cláusulas reservadas para poder cobrar primero y mejor.
De hecho ha trascendido que una de las cláusulas que los funcionarios de países sudamericanos y africanos han firmado con China se denomina “no Club de París”, que comprometen al país que recibe el préstamo a excluir la deuda con China de las reestructuraciones con los organismos multilaterales de crédito.
China tiene sus propios bancos a través de los cuales financia obras de infraestructura y no es miembro del Club de París. Sin embargo, en el marco de las iniciativas alcanzadas en el G-20 para trabajar acerca de las deudas millonarias de las naciones emergentes como la Argentina, los funcionarios de Xi Xinping firmaron dos iniciativas que utilizan las convenciones del Club de París, y que incluyen la igualdad de trato para todos los acreedores.
A pesar de ello, Beijing borro con el codo lo que firmó con la mano, si se le da crédito a una investigación rigurosa del AidData del College of William y Mary en EE.UU. que analizó 100 contratos de instituciones bancarias chinas con 24 países incluyendo la Argentina, en donde al menos, el 75 % de los préstamos suscriptos, poseen la cláusula de la discordia, “no Club de París”.
El informe que ha sido tomado seriamente por las autoridades de Washington D.C. por los negociadores japoneses y por los funcionarios de Berlín que responden a Angela Merkel puede consultarse on line, https://www.aiddata.org/publications/how-china-lends y, entre sus puntos principales, señala, “China es el mayor acreedor oficial del mundo, pero carecemos de datos básicos sobre los términos y condiciones de sus préstamos”.
Además, los autores de la investigación afirman, “se han estudiado muy pocos contratos entre prestamistas chinos y sus prestatarios gubernamentales. Por primera vez, logramos analizar cien casos de los que se desprenden tres puntos principales.”
En las conclusiones del trabajo se los enumeran, “los contratos chinos contienen cláusulas de confidencialidad inusuales que prohíben a los prestatarios revelar los términos o incluso la existencia de la deuda”.
En segundo lugar, “los prestamistas chinos buscan ventajas sobre otros acreedores, utilizando acuerdos colaterales como cuentas de ingresos controladas por el prestamista y promesas de mantener la deuda fuera de la reestructuración colectiva (cláusulas de “no Club de París”).
Y, finalmente, en tercer lugar, “las cláusulas de cancelación, aceleración y estabilización de los contratos chinos permiten potencialmente a los prestamistas influir en las políticas internas y externas de los deudores”. De confirmase este capítulo se trataría de una clara injerencia de una potencia extranjera en los asuntos nacionales.
La deuda de la Argentina con China para los próximos años alcanza los 2.700 millones de dólares. Durante el presente año canceló vencimientos por unos 100 millones de dólares y en el mes de Julio deberá afrontar el pago de tres cuotas que suman 445,6 millones de dólares.
Estas cuotas deberían poder refinanciarse y este hecho constituiría una condición sine qua non, (sin la cual no) las potencias europeas y Japón no podrían aprobar una nueva renegociación, la décima con el Club de París, porque, además, la Argentina estaría violando el mandamiento del G-20 de igualdad de condiciones entre naciones acreedoras.
Después de todo, tras la crisis financiera del 2008 el G-20 se ha convertido en la principal institución de gobernanza mundial, para algunos analistas por encima de la propia ONU, y la Argentina, a pesar de todo, pertenece a ese selecto club.
*NA