Uno de sus proyectos más destacados fue “Antártida negra”, del año 2012, que vuelve a exhibirse por estos días en el Centro Cultural Borges. Se trata del registro de un viaje muy ansiado por Lestido, que quería trabajar sobre el blanco absoluto de la región más extrema del planeta. La paradoja de esa aventura fue que terminó recalando, curiosamente, en la superficie negra de la Base Decepción. El paisaje allí nunca es blanco, porque en la isla donde está ubicada la Base hay un volcán en actividad que derrite el hielo y la nieve cuando se posan sobre el suelo. El derrotero de este viaje, que se completó en la Base Cámara de la Isla de Media Luna, fue consignado en el libro “Antártida Negra. Los diarios” (Tusquets). Allí, la fotógrafa se detiene en el día a día de una experiencia extrema de frío y soledad, en la geografía más misteriosa del mundo.
La aventura polar
Acaba de estrenarse en Buenos Aires “Errante”, último trabajo de Lestido y su primer film, realizado en el Círculo Polar Ártico. La película tiene como subtítulo “La conquista del hogar”, y representa el registro de cuatro viajes que la fotógrafa (ya como cineasta) realizó en las cuatro estaciones del año, a las islas Svalbard en Islandia y al norte de Noruega. El film contó con la producción de Lita Stantic y Maravillacine y fue realizado en total soledad por la autora, sin equipo técnico ni asistencia. Representa un paso de la quietud al movimiento en la obra de Lestido, en una sucesión de imágenes de montañas, playas y mares, con el blanco del invierno como contrapunto del verde casi gris del verano, y la explosión de color de la aurora boreal. El sonido es el del ambiente, cruzado de vez en cuando por temas musicales y escandido por citas de autores como Luis Alberto Spinetta o Frigyes Karinthy.
El proyecto combina dos ingredientes: el trabajo minucioso sobre imágenes de impecable composición y el esfuerzo que se intuye detrás de cámara, de la artista trabajando en soledad, frente al límite de una naturaleza extrema.
Una casa aislada en una geografía de viento y nieve, es una de las pocas huellas humanas en el paisaje, en el que no hay más seres vivos que algunos animales. “La casa que aparece al principio de la película es donde viví un tiempo, está en las afueras de Tromso, pequeña ciudad que se encuentra en el norte de Noruega -cuenta Lestido cuando le preguntamos sobre los detalles de su experiencia-. Es una cabaña muy básica, ubicada sobre el mar, rodeada de blanco y con una vista increíble. Está elevada y da la sensación de que el mar pasa por debajo. En todos los lugares viví sola, hice el viaje en absoluta soledad, sin compañía ni equipo técnico de apoyo. Hay otra casita que aparece también en el invierno y al final de la segunda primavera, esa está en Islandia pero yo no viví ahí, es el lugar donde se guarecen los caballos cuando afloja el clima y están sueltos. Está justo enfrente de la cabaña donde viví, muy básica también, pequeña y de madera, pero más amena. La vista increíble al mar y a la montaña compensaba todo. Ahí viví tres meses enteros, desde principios de marzo hasta fines de mayo, plena pandemia”.
Adriana Lestido: Yo no busco un sentido a través de las imágenes. En realidad no busco nada. El propósito de mi vida es mi propia evolución como ser humano, las imágenes y la expresión son mi herramienta. Lo que me permite ver y comprender algo más. En este caso, el viaje en soledad respondió a una necesidad vital, como todo lo que hago. Las imágenes van en ese sentido.
Su carrera empezó con estudios de cine. ¿Lo que sigue de aquí en más es un camino en ese lenguaje?
Lestido: Puede ser pero no lo sé. Siempre voy pasito a pasito. Empecé mi camino con la imagen estudiando cine, y si bien inmediatamente me consagré a la fotografía y la abracé con pasión como mi medio expresivo durante más de 40 años, el cine siempre estuvo ahí latente. Es un medio que también amo, está presente en mi vida quizás más que ningún otro. Por otra parte siempre trabajé mis fotos en serie, como relatos visuales, un poco cinematográficamente. Veremos cómo y por donde sigue el camino. También estoy trabajando con Guillermo Saccomanno los diarios de los viajes al Ártico. Espero publicarlos a principios del año que viene.
Para mirar “Errante” hay que detenerse, observar los movimientos mínimos en la naturaleza. ¿Qué diferencia hay entre las imágenes del film y las de su fotografía?
Lestido: Piden lo que a mí también me significaron: mayor inmersión. Las fotos se pueden ver a la pasada, conectar o no, detenerse o no. Con la película una vez que se entra hay que dejarse llevar. Para poder verla hay que entrar en su ritmo. Pide calma, quietud. Parar la cabeza y entregarse. No es para verla con ansiedad o a las apuradas. Sé que va en contra de estos tiempos y que pide una entrega a la que hay que estar dispuesto. Lo que da es también en ese sentido.
Lestido: ¡Tuve muy buenos actores, sí! Yo creo que en “Errante” la humanidad está presente desde mi propia humanidad, desde el viaje interno que yo hice y desde lo que provoca en los espectadores que se entregan y sumerjen en la película. La figura humana está ausente pero paradójicamente eso no le quita humanidad. Todo mi trabajo siempre giró alrededor de la vida, su dolor y su belleza. Creo por otra parte que los animales y los elementos de la naturaleza -el aire, el viento, la tierra, el fuego, el agua, el hielo, la lluvia- son las mejores guías para acercarnos a la complejidad de la existencia. Para mí se trata de poder comprender algo más sobre nuestra forma de existir, poder rozar el misterio de nuestra vida en la Tierra. No sé por dónde seguirá mi camino, será por donde lo necesite, como siempre. Con o sin presencia humana, no puedo saberlo. Todo cambia todo el tiempo, la vida dirá.