6 junio, 2022
La salida de Matías Kulfas fue un golpe para el albertismo. ¿Alguien se animará ahora a defender al Presidente?
Chats calientes y ministros alterados: Alberto ‘entregó’ a otro de los suyos y nadie se siente seguro
Por Eduardo Paladini*
No se escuchó (ni leyó) hasta la tarde-noche del domingo una defensa pública de Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo echado por el presidente Alberto Fernández, por parte de algún compañero de Gabinete. Acaso como mecanismo de auto-defensa, los funcionarios que consideraron injusta su salida prefirieron manifestarlo en privado. Al propio Kulfas y en off the record a la prensa.
Los chats de los ministros, secretarios y colaboradores oficialistas ardieron el fin de semana. La renuncia forzada de Kulfas fue leída por los albertistas como una capitulación (¿traición?) del mandatario ante la avanzada de Cristina Kirchner. ¿Y ahora que le queda al resto?
Vale de arranque una diferenciación dentro de los integrantes del «albertismo» para comprender mejor el estado actual de la interna. Kulfas era un albertista puro, paladar negro, miembro del «Grupo Callao», lo que los cristinistas como «El Cuervo» Larroque podría denostar como «los cuatro o cinco amigos de Alberto».
Su salida causa un impacto similar a las de Marcela Losardo, ex ministra de Justicia y socia de Fernández en un estudio de abogados; y Juan Pablo Biondi, su ex vocero y hombre de máxima confianza, para temas laborales y particulares.
Mientras el albertismo le pedía al Presidente mayor firmeza y hasta algún gesto de fortaleza contra los kirchneristas críticos que ocupan cargos importantes y manejan cajas millonarias, él entregó a uno (otro) de los suyos.
«Lo de Kulfas no estuvo bien. Pero ¿y Luana? Se fue de viaje con el novio cuando Alberto les dijo que no lo hicieran y sigue como si nada. Es joda», comparaba un funcionario que aún hoy no entiende (o no comparte) como la cristinista Volnovich sigue al frente del PAMI tras aquel escándalo.
Y sigue su catarsis: «Se podría haber ido algún vocero, pero Alberto entregó a uno propio de verdad, que le paraba las balas de pecho». El mismo funcionario transmitía cierta inquietud por la incertidumbre económica del cambio.
En un punto, cuando a la salida del acto partidario por los 100 años de YPF Kulfas habló on the record por la licitación cuestionada por Cristina y aseguró que si alguien había favorecido a Techint habían sido funcionarios que responden a la vice, no sólo se estaba defendiendo a sí mismo; también lo defendía al Presidente, a quien minutos antes su compañera de fórmula había emplazado a «usar la lapicera» justamente contra esa compañía.
La pregunta que sobrevuela las charlas es la misma: ¿y ahora quién se va a animar a defender a Alberto en público? Ese era al menos el interrogante que repetían en estas horas cuatro altos funcionarios del Gabinete, algunos albertistas puros y otro por adopción.
El Presidente habló con Kulfas después de aceptarle la renuncia por chat, y acordaron formalizarla este lunes. El ministro tuvo que cancelar en tiempo récord el viaje previsto desde este domingo a Los Angeles, como avanzada previa de la Cumbre de las Américas. Daniel Scioli, su reemplazante, recién estaría asumiendo la semana que viene.
El embajador en Brasil fue uno de los que habló con Kulfas. También el flamante jefe de Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi. ¿Algún cristinista lo contactó, al menos como una formalidad? Nadie. Pese a los gestos de independencia que puedan sobreactuar varios, la disciplina debajo de la vicepresidenta sigue siendo total.
Dentro de un escenario convulsionado, la llegada de Scioli es bien vista por el grueso del albertismo. «Si ponía a alguien de ellos ya hubiera sido un desastre. A Kulfas lo entregó, y no cayó bien. Pero la historia pasaba por ver a quién ponía y lo de Daniel calmó los ánimos», agregaban desde un ministerio.
«Te puede gustar más o menos, pero Scioli le da volumen político al Gabinete. El ya venía pidiendo pista, había subido el perfil e hizo un buen trabajo en Brasil», completan desde otra oficina. ¿Eso lo ubica en la grilla de candidatos para el 2023 e implica que Alberto Fernández decidió bajarse? Es otras de las preguntas que se hacen en el oficialismo.
El embate del cristinismo contra Kulfas comenzó casi desde que asumió. La convivencia en paz duró hasta marzo del 2020, cuando empezaron los embates por la cuestión energética hasta que la secretaría pasó al Ministerio de Economía.
Luego, en octubre, vendría aquella frase de los «funcionarios que no funcionan» y todos entendieron que Kulfas estaba incluido en la mira de Cristina. Off the record, lo confirmaban los propios laderos de la vice. Meses después, en una variante de la misma presión, la ex mandataria pediría que los que tuvieran miedo dejaran sus cargos.
La derrota en las elecciones sólo terminaría de confirmar el objetivo, y los nombres de Kulfas, Guzmán (Economía) y Claudio Moroni (Trabajo) quedaron como el principal blanco K. En algunos casos, ahora sí, las críticas pasaron al on the record.
Por decantación, tras la salida de Kulfas a nadie le quedan dudas en el Gobierno: ahora la vice va por el ministro de Economía.