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21 agosto, 2022

Casa de Papel: El Banco Central argentino está quebrado 

El Banco Central argentino está quebrado

En el mundo, cuando los gobiernos tienen déficit fiscal usualmente toman deuda para financiarse, para no prender la maquinita y evitar así su consecuente inflación.

Por Ramiro Castiñeira*

Durante la pandemia muchos países osaron en prender la maquinita y hoy sufren las consecuencias con unos puntos más de inflación. Pero ya la apagaron y en breve en el mundo bajará la inflación. Pero Argentina es otra historia. Se emite antes, durante y después de la pandemia, por eso su inflación no es coyuntural, sino crónica.

Argentina usualmente vive en una pandemia eterna de gasto público que se financia creando mucho dinero y por tanto creando mucha inflación. Son 80 años igual, salvo en la década de los 90, única vez en que Argentina apagó la maquinita y llevó a cero la inflación.

La inflación nace en el exceso de creación de dinero y ese exceso de dinero nace en el déficit fiscal

 

Pero desde 2002 se volvió al obsoleto modelo económico de cerrar la economía para repartirse los negocios y comprar votos con gasto público. Obvio que con este modelo la economía no crece ni crecerá, pero igualmente se obtuvieron los votos para sostenerlo repartiendo planes a la clase baja y subsidios a la clase media. El modelo que empobrece a las mayorías es democráticamente votado por las mayorías. En este modelo el BCRA no es el guardián del valor de la moneda, sino la caja boba que financia el populismo.

El actual modelo económico terminó duplicando el tamaño del Estado en las últimas dos décadas, sin tener la menor idea en cómo financiarlo. Se llevó la presión tributaria a nuevos máximos, pero no alcanzó. Se expropiaron los ahorros de las AFJP y se vació las reservas del BCRA, pero no alcanzó. Se tomó deuda externa e interna, pero no alcanzó. Ahora sólo queda la maquinita y su inflación.

A las puertas de volver a los tres dígitos de inflación el Gobierno sabe que, si duplica la apuesta, duplicará la inflación. Recién ahora y con el agua llegando a los camarotes de la política es que el Peronismo promete no hacer más Peronismo: El flamante ministro de Economía nos dice que hay que poner en caja al Estado, que no se puede subsidiar a todos, que la energía hay que pagarla, que planes no es lo mismo que trabajo, y que hay que apagar la maquinita para frenar la inflación. Pero aun cuando hay una distancia entre el dicho y lo hecho, la prudencia se necesitaba antes de pegarle al iceberg. Después de pegarle lo que se necesitan son botes.

El déficit cuasifiscal del BCRA

Los países sin inflación no sólo evitan que el Banco Central financie al Gobierno, también evitan que el Banco Central emita su propia deuda. Práctica que en Argentina también volvió en 2002 y a su deuda la llamamos Lebac y ahora Leliq. Le cambiamos de nombre porque las Lebac ya volaron por el aire en 2018 y ahora el mercado se pregunta por la suerte de las Leliq.

Los países evitan que el Banco Central emita su propia deuda, porque el pago de intereses genera un nuevo factor de emisión monetaria. Las Leliq ya suman un stock de 7 billones de pesos, equivalente a poco más de USD 50.000 millones al tipo de cambio oficial. El BCRA acaba de elevar la tasa efectiva de su deuda a 100% anual, lo que implica que si el BCRA mantiene estas tasas emitirá $7billones en un año, sólo para el pago de intereses de su deuda. Para tomar idea de la magnitud, toda la base monetaria suma $4,3 billones.

Con estas tasas el BCRA ya tiene un déficit cuasifiscal más alto que el propio déficit del Gobierno nacional. Anualizado, $7 billones de déficit cuasifiscal del BCRA vs 4 billones de déficit del Gobierno Nacional, incluso con los intereses de la deuda pública.

Sólo en la previa a la hiperinflación el BCRA tuvo más déficit que el propio Tesoro como ahora. Con estas tasas de interés el BCRA emite por mes, lo que el Gobierno pretende ahorrar subiendo las tarifas en un año, cerca de $500.000 millones.

La destrucción del peso es espejo de la destrucción del BCRA estas últimas dos décadas. Por el lado del activo ya no tiene reservas en divisas propias, pese a que la contabilidad creativa dice que dispone de USD 37.000 millones. Por el lado del pasivo tiene una deuda de $7 billones. Sin activos y con un pasivo que remunera al 100%, tiene un déficit cuasi fiscal de otros $7 billones.

Aún si el Tesoro no le pidiera más un peso al BCRA, igualmente la institución monetaria emitirá casi dos bases monetarias para pagar sus intereses de su deuda, dejando un piso de inflación de tres dígitos para 2023.

Esta bola de nieve nace de la ilusión que el populismo puede esconder el déficit fiscal entre los pasivos del BCRA. Emite y luego rescata con Leliq. Esa estrategia sólo armó una colosal bicicleta financiera que ya explotó en otras oportunidades de la historia argentina, evaporando el valor del peso y afectando a millones de ahorristas minoristas.

Argentina no crece hace más de una década. En algún momento caerá la ficha que volver a este modelo económico obsoleto nos llevó nuevamente a los tres dígitos de inflación, además de perder tiempo, salario y futuro.

Cuando Argentina se replanteé el modelo económico, desde sus cenizas tendrá que aceptar que el BCRA no puede ser la cara boba de la política. Al igual que el resto del mundo, el BCRA debería tener prohibido por Carta Orgánica no sólo financiar al Tesoro, sino también emitir pasivos remunerados. Pero claro, esa es otra discusión, para otra Argentina.

*Ramiro Castiñeira
Licenciado y Maestría Economía UBA, director y economista Jefe Econométrica

*IB/NA