4 junio, 2024
En “Sobre la evolución de los medios”, publicado recientemente por el sello Ampersand, Carlos Scolari se lanza a comprender por qué cambian los medios, y convoca para ello a múltiples disciplinas, desde la semiótica hasta la economía política. Este catedrático que reside en Barcelona retoma a Darwin, en una genealogía profunda de la ciencias sociales enraizadas con las naturales, y que se remonta a Marx, Lewis Mumford y Harold Innis. “En el ámbito de los medios –dice Scolari–, es común sentir hablar de la ‘extinción del libro’ o de la ‘adaptación’ de medio para poder ‘sobrevivir’. O sea que la teoría evolutiva del cambio mediático ya está ahí”.
En 1966, Gregory Bateson reflexionaba en un provocador ensayo “De Versalles a la cibernética” sobre las posibilidades de integrarse al mundo digital, el mayor “mordisco al fruto del conocimiento en 2000 años”, al tiempo que Marshall McLuhan lanzaba su también rompedor “el medio es el mensaje”. Ambos integraban diversas áreas del conocimiento en los pasos hacia una ecología de los medios, que en cierta manera era una ecología de la mente. Sobre la evolución de los medios de Carlos A. Scolari mapea campos de “alta complejidad”, técnicos y mentales, para comprender cómo y por qué cambian los medios y convoca a múltiples disciplinas, desde la semiótica hasta la economía política.
“Desde ya considero imposible recombinar tantas disciplinas, teorías y enfoques. Pero podemos unir. En mi caso, me interesa mucho analizar las relaciones entre los diferentes medios, por ejemplo la cooperación o competencia entre ellos, o la adopción de rasgos de un medio por parte de otro para adaptarse mejor al ecosistema mediático. No podemos entender la evolución de la prensa en el siglo XIX si no la vinculamos al desarrollo del ferrocarril, el telégrafo y la impresión de fotografías; de la misma manera, resulta muy interesante ver cómo dos medios como la televisión y el cine compitieron de manera muy dura en los 50 para, unos años después, cooperar y constituir una industria articulada”, grafica el cientista social argentino.
Este profesor rosarino, de extensa trayectoria académica en América, Europa y Asia, explica que “el ecosistema mediático cambió muchísimo en los últimos quince años. En Hipermediaciones –el texto de Scolari de 2008– analicé la que entonces llamábamos “web 2.0”, o sea, lo que después denominamos “redes sociales” como Facebook, YouTube o Twitter. Eran los new media de esos años. ¡Hoy parecen formas de comunicación antiquísimas! Si pensamos que justo en esos meses, en junio de 2007, salió a la venta el primer iPhone, estábamos en las puertas de otro cambio radical. La onda expansiva de la comunicación móvil diría que llegó hasta la pandemia. Si uno se fija, los smartphones ya no tienen mucho más para decir: pueden mejorar su performance, la calidad de la imagen o la memoria, pero el dispositivo se estabilizó. La innovación, ahora, está en otro lugar. Algunos apostaron que sería el metaverso, pero está claro que las inteligencias artificiales generativas son hoy el gran actor disruptivo del ecosistema mediático”, demarca el próximo paso en la luna digital que puede brillar en la Primera Árabe, o el #blacklivesmatter; o mostrar la cara oscura con Google anunciando orwellianamente su máxima, “nuestra misión es organizar toda la información en el mundo”.
Bateson decía que la cibernética, las nuevas tecnologías, ayudarán a no dejarnos seducir con viejas fórmulas de control, pero “no nos protegerán del pecado”, o sea de replicar codificaciones de dominio que conducen al desastre. Remember Versalles.
Colgados del Sarmiento del litio. “Respecto a la innovación, la situación de Argentina no es muy diferente a la del resto de Latinoamérica: en la división internacional del trabajo, no nos caracterizamos precisamente por diseñar o desarrollar hardware. Tampoco destacamos mucho en la creación de software, aunque sí lo hemos hecho en la creación de contenidos en los medios tradicionales. Si uno asiste a los grandes eventos tecnológicos como el Mobile World Congress de Barcelona, la presencia de América Latina, y de Argentina en particular, es residual. En este contexto, puede pasar que nuestro país y el resto del continente terminemos repitiendo el error de hace dos siglos, cuando nos sumamos al tren de la Revolución Industrial solo como proveedores de materia prima. Si cambiamos la soja y el ganado por el litio, estaríamos en un escenario similar. Estos trenes pasan una vez cada tanto, y si uno no se sube, corre el riesgo de quedar enganchado como vagón de cola. Demás está decir que la Argentina tiene gente talentosa para destacar a nivel mundial, lo que falla es otra cosa”, bosqueja Scolari señalando “gobiernos y corporaciones que siguen aplicando políticas que no van más allá de modelos económicos puramente extractivos”.
En el nuevo libro editado por Ampersand, este catedrático que reside en Barcelona retoma a Darwin, en una genealogía profunda de la ciencias sociales enraizadas con las naturales, y que se remonta a Marx, Lewis Mumford y Harold Innis. “En el ámbito de los medios, es común sentir hablar de la ‘extinción del libro’ o de la ‘adaptación’ de medio para poder ‘sobrevivir’. O sea que la teoría evolutiva del cambio mediático ya está ahí, en las conversaciones de los investigadores y profesionales de la comunicación”, dice Scolari.
Bye Bye Galaxia Gutenberg. Los medios, y las tecnologías, causan transformaciones en nuestro sistema nervioso y nuestra vida sensorial, crean entornos, tal como lo anticipaba el canadiense MacLuhan, uno de los más citados por Scolari, junto a Bruno Latour, el inclasificable pensador francés, fallecido en 2022, que puso patas para arriba la teoría social. “Todos los autores que hoy están trabajando temas como el Antropoceno, el cambio climático o la dimensión material de la evolución tecnológica, antes o después, terminan citando a Latour. Para Latour, los humanos no somos otra cosa que un pequeño actor de una infinita red planetaria de actores que incluye a todas las especies biológicas y artefactos tecnológicos”, dice Scolari sobre el autor de Reensamblar lo social (2005).
“Ya nadie puede manejar esas cantidades de contenido. Más voces, más contenidos, más identidades. Solo podemos hacerlo a través de algoritmos. La irrupción de las inteligencias artificiales generativas multiplicará aún más la cantidad de materia textual presente en nuestra galaxia cultural. Si hasta ahora nos mareaba lidiar con tantos contenidos, preparémonos para una escalada brutal de la masa textual”, alerta por otra parte Scolari, poniendo el foco en el inevitable derrumbe de la identidad moderna en la telaraña de las web 4.0 y las IA.
A propósito, el maestro de la desespecialización del pensamiento, MacLuhan sostenía que “el arte es un sistema de alerta temprano en el que podemos confiar para que le diga a la vieja cultura lo que está comenzando a ocurrir”. Boyas no fake donde alumbrar nuestras identidades de niños solitarios de la aldea global, destellos entre un mundo yo-yo-yo donde aún los mitos sean los continentes de los sujetos.
El Planeta de los Simios. “Una de las ideas básicas de la Evolución de los Medios es que no podemos predecir el futuro del ecosistema mediático o sociotecnológico. Sin embargo, sí podemos decir que nuestra vida está ligada a las tecnologías, no sólo de comunicación. Es así desde hace cientos de miles de años, cuando un simio tomó una piedra y amenazó a otro a través de un grito. El lenguaje y las herramientas nos constituyen. Stanley Kubrick tenía razón: somos monos tirando naves espaciales al cielo. De la misma manera que hoy utilizamos el smartphone para poner en circulación textos muy breves y efímeros destinados a desaparecer en un rato. Lo siento por Zygmunt Bauman, pero la modernidad líquida se evaporó. Hoy vivimos en una sociedad gaseosa”, remata Scolari.
En uno de los pasajes de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Max Weber, otro de los precursores de la evolución de los medios de Scolari, profetizaba que en el futuro la jaula del progreso material de las sociedades industriales y financieras podría derivar en “nuevos profetas”, o en el renacimiento del pensamiento mágico. O, temía, en una “petrificación mecánica, amenizada por una suerte de vanidad convulsiva” Dame like, dame gas.
*EP/ by Mariano Oropeza