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14 julio, 2025

Brujería en Chiloé: mitos y verdades de la organización secreta ‘Recta Provincia’

Durante más de un siglo, una organización secreta de brujos operó en Chiloé con sus propios juicios y rituales. La ‘Recta Provincia’ mezcló saberes originarios y europeos, dejando una huella en el imaginario del sur de Chile. La historia detrás del mito

En el archipiélago de Chiloé, al sur de Chile, entre bosques húmedos y costas, se tejió durante más de un siglo una historia de hechicería, justicia clandestina y saberes ancestrales. La Recta Provincia —también conocida como La Mayoría— fue una organización de brujos que logró ejercer un poder real en una tierra marcada por la fusión de cosmovisiones.

Todo habría comenzado a fines del siglo XVIII, específicamente en el año 1786 con un encuentro tan improbable como simbólico. Según la tradición oral, el cartógrafo español José Manuel de Moraleda —enviado a mapear el sur chileno— desafió a una machi o curandera llamada Chillpila en una especie de duelo de magia. Ella, diestra en su territorio y tradición, lo venció al dejar encallada su embarcación. En señal de respeto, Moraleda le obsequió un libro con saberes esotéricos: el Levisterio, un texto que sería el germen de una sociedad secreta única en su tipo.

Este gesto se convirtió en el mito fundacional de la Recta Provincia. En su informe, Moraleda nunca menciona directamente a Chillpila, pero sí expresa su deseo de estudiar a los machis y su percepción de los indígenas como profundamente supersticiosos. A pesar de sus comentarios teñidos de prejuicio colonial, el testimonio revela cómo incluso un funcionario del Imperio español fue perturbado por la fuerza simbólica y social de estos curanderos.

«Los indios parecen menos malos que los chilenos, pero de estatura más corta; el carácter de éstos es el jeneral de todos los de su casta, así de esta América como de la setentrional, esto es, inclinados a la idolatría, mui supersticiosos… especialmente en orden a las enfermedades i demás desgracias que nos son comunes, i la misma muerte, que casi siempre atribuyen los indios, i muchas veces los españoles, a maleficio, lo que intentan averiguar i remediar consultando a los machis (así llaman a los curanderos, supuestos adivinos), los cuales, después de muchos misteriosos ademanes, jesticulaciones ridículas, horrísonas imprecaciones en su idioma bárbaro arbitrario, acompañados a veces de violentas contorsiones i destemplados ahullidos, hacen pronósticos de la enfermedad i su causa, dejando mui satisfecho de sus aciertos al idiota auditorio. Yo deseé presenciar una consulta de estos miserables fanáticos pretendidos adivinos, pero no lo conseguí, porque me creían a mí más machi, adivino o brujo que todos ellos, i lejos de concurrir a mi deseo se ocultaban de mi vista temerosos».

José Manuel de Moraleda en «Esploraciones jeográficas practicadas por Don José de Moraleda i Montero, alférez de fragata i primer piloto de la armada». Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile. Valparaíso. 1887.

Lo interesante de la Recta Provincia es que no se trataba solo de un grupo de brujos reunidos para hacer maleficios. Era una estructura organizada, con reglas, castigos, jurisdicciones y una misión que consistía en proteger a la comunidad mediante el uso del conocimiento ancestral y mágico. Durante más de cien años, esta red operó de forma paralela al orden oficial del Estado chileno, e incluso llegó a sustituirlo en muchas localidades del archipiélago.

Lo que se sabe sobre la Recta Provincia

La organización estaba dividida en siete «repúblicas» o distritos, cada uno con nombres en clave. Por ejemplo, a Achao se le llamaba “Buenos Aires”; a Queilen, “España”; y a Quicaví, “Lima”.

Cada distrito tenía su propio presidente y todos respondían al Rey de la Recta Provincia, quien tenía la última palabra en los asuntos importantes.

Operaban bajo un tribunal propio, llamado el Tribunal de la Raza Indígena, que dictaba castigos por delitos y conflictos locales.

Las reuniones y rituales se llevaban a cabo en lugares ocultos, como la cueva de Quicaví, el sitio más emblemático. Allí se celebraban asambleas, se aplicaban castigos y se fortalecía el poder colectivo del grupo.

Los miembros ofrecían tanto protección como castigo, dependiendo de la petición y la situación. Se les temía y se les respetaba por igual.

También ofrecían curaciones, diagnósticos espirituales y otras prácticas de medicina tradicional.

Pero la estructura de esta organización no podía pasar inadvertida para el Estado. Por ello, en 1880 bajo el gobierno de Martiniano Rodríguez, se inició un proceso judicial contra más de 30 brujos. El juicio en Ancud buscó desmantelar la organización por «asociación ilícita» y terminó con una docena de sentencias. Fue el inicio del fin de la Recta Provincia, aunque su espíritu nunca desapareció del todo.

Actualmente, lo que fue una red de poder y conocimiento permanece como parte del folclore profundo de Chiloé y ha sido inspiración de novelas –como La Hermandad de la casa grande, de Eduardo Pérez Arroyo– y documentales (Brujería de Christopher Murray, 2023), que buscan entender cómo en una isla remota surgió un poder alterno al Imperio y al Estado.

Ya sea mito o verdad, la Recta Provincia es un vestigio de la historia, el poder y la magia en la región de Latinoamérica.

*PS/ by Yael Zárate Quesada