19 julio, 2022
Fueron reimplantadas en 2018 con una alícuota de 4,5% sobre los montos exportados. El sector dice que pierde rentabilidad y acceso a los mercados.
Las nuevas restricciones para la importación de insumos y el pago de servicios en el exterior fueron un golpe de gracia sobre las exportaciones de vino argentino en botella, que ya venían afectadas por otros factores macroeconómicos, como la inflación y el atraso cambiario. Las bodegas sufren ahora la falta de insumos básicos y un encarecimiento de sus costos de producción asociados al cerrojo importador.
Frente a este panorama, Bodegas de Argentina, la cámara que nuclea a las principales bodegas del país, reclamó al Gobierno nacional la suspensión transitoria de las retenciones sobre las exportaciones de vino embotellado, que fueron reimplantadas en 2018 con una alícuota de 4,5%.
“Venimos de un período extenso de atraso cambiario sostenido, y por distintos factores tenemos inflación de costos que superan con creces la inflación local. Solamente las botellas subieron más de 60% en lo que va del año y la uva más de 80% versus el año pasado”, explicó Patricia Ortiz, que preside Bodegas de Argentina.
Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), luego de haber logrado tres años consecutivos de crecimiento, las exportaciones de vino fraccionado están mostrando en el primer semestre de este año un retroceso de 6% en volumen, en comparación con el primer semestre de 2021.
Así, sumaron en lo que va de este año 100,9 millones de litros contra los 107,1 millones de litros que se habían exportado en el mismo período del año pasado. Expresado en facturación, esto implica que este año se exportaron u$s387,1 millones contra los u$s391,4 millones del primer semestre de 2021, pese a que por el contexto inflacionario internacional el sector acordó una suba acotada del precio por litro.
“Argentina es el quinto productor mundial de vino y con mucho esfuerzo logra estar entre los diez exportadores mundiales. Siempre sostuvimos que las retenciones para un producto tan particular como el vino eran contraproducentes”, añadió Ortiz.
Lo que ocurre es que las bodegas argentinas no pueden trasladar los mayores costos a sus clientes del extranjero sin riesgo de perder mercados. Así es como se ven obligadas a absorber la pérdida de rentabilidad hasta el punto de que, en algunos casos puntuales, deciden reorientar su estrategia hacia el mercado interno.
Si bien el consumo doméstico no está en un momento de auge, al menos ofrece la chance de ajustar precios sin el corsé estricto que rige en el mercado global. Así es como en los últimos meses el valor del vino en góndola exhibió un incremento generalizado.
Los últimos informes del INV están mostrando un reperfilamiento de ventas hacia el consumo doméstico, en detrimento de las exportaciones generales de vinos. Por caso, entre enero y mayo de 2022 las ventas totales de vinos en el mercado interno de 2022 crecieron 4% contra el mismo período de 2021. Si se toma sólo mayo contra idéntico mes del año pasado, la mejora trepa a 7,3%.
En la misma estadística se observa que hubo un marcado incremento interanual en mayo de las ventas de varietales blancos (+24,4%) y de los espumantes (18,9%).
Como contrapartida, las exportaciones totales de vino (incluye granel y embotellado) cayeron 19,5% en el acumulado de los primeros cinco meses de 2022 contra el mismo período de 2021.
Si se compara solamente lo ocurrido en mayo, resulta que el retroceso de exportaciones es aún mayor dado que llega a 23,3%, con un derrumbe de 53,6% en las ventas externas a granel y de 3,7% en el vino fraccionado. En cuanto a los mostos concentrados, las exportaciones cayeron 7,7% interanual en los primeros cinco meses del año.
En una mirada que abarca un período más prolongado, la tendencia declinante de la actividad exportadora de la industria del vino se ratifica.
Según los datos elaborados por el Área de Innovación de la Universidad Nacional de Cuyo a pedido del Centro de Estudios Económicos de Bodegas de Argentina, si se toma el período de 12 meses cerrado en mayo 2022, las exportaciones totales caen 11,5% en volumen, en tanto que la facturación crece un 6,4% como consecuencia de un incremento del precio promedio por litro que pasó de u$s2,07 a u$s2,48 en ese período.
Los espumantes son los únicos que crecen tanto en volumen (+36,6%) como en facturación (61,6%) en el lapso analizado.