Hace 11 años que ella misma dejó de consumir y cuenta lo que ve en el barrio porque siente que esta realidad debe ponerse en palabras: “Veo muchas chicas tomando cocaína y fumando marihuana. La mayoría de las gestaciones no llegan a término. Otros niñitos nacen con malformaciones o distintos problemas de salud. Todo por causa de la droga”.
A 400 kilómetros de distancia, Nai recuerda que tenía 14 años cuando fallecieron sus tres hermanos. Se enteró de su embarazo una semana después de la muerte del último, cuando ya había empezado a consumir cocaína, marihuana y pastillas. Lo siguió haciendo hasta los siete meses de embarazo. “Decidí dejar y hasta ahora no agarré más”, cuenta la joven, que habita en un barrio del oeste de la ciudad de Santa Fe.
Las historias de Nai y de Gloria crecen de manera preocupante en gran parte de Argentina.
Datos de las maternidades de Córdoba, Santa Fe, Rosario y Buenos Aires –a los que tuvo acceso Ruido tras una investigación de 6 meses– reflejan un aumento significativo del consumo durante el embarazo y los consiguientes efectos en los recién nacidos. Desde malformaciones cardíacas hasta retrasos mentales, muchos niños y niñas quedan con graves secuelas.
A su vez, muchas mujeres niegan situaciones de consumo durante sus controles del embarazo por temor al estigma o a consecuencias legales.
No es nuevo que el crecimiento de las adicciones es una de las consecuencias más graves del narcotráfico. Distintas investigaciones reflejan el impacto social, sanitario y económico de esta problemática, tanto a nivel individual como público. Sin embargo, dentro de ese universo, los recién nacidos son una población creciente, aun más vulnerable que todas las demás.
Un aumento preocupante
Las principales maternidades de las tres provincias más grandes del país registran un aumento significativo de muestras positivas tanto en embarazadas como en recién nacidos. Referentes de esos centros aclaran que esta suba puede darse por dos motivos: por un lado, más mujeres consumen sustancias de abuso. Por otro, estos casos se detectan más. Dos caras de la misma moneda.
En Buenos Aires, las estadísticas del hospital Mariano y Luciano de la Vega –del partido de Moreno– reflejan que el 1,65% de los bebés nacen expuestos a alguna sustancia de abuso, principalmente cocaína, seguido por la mezcla de esa droga con marihuana.
En números absolutos, en 2023 se registraron allí sustancias en 46 recién nacidos, sobre 2.482 nacimientos. Un dato preocupante: hasta julio de 2024 ya se habían detectado 42 niños expuestos a drogas (casi el total del año anterior).
“Estos casos aumentan todos los años. No existe un protocolo unificado en el país para detectarlos y abordarlos. Al final, cada institución hace lo que puede y se piden análisis en los casos bajo sospecha. Muchas de las madres que consumen no realizan un control adecuado de su embarazo, por lo que no es posible hacer la prevención y el asesoramiento sobre los riesgos que implica en el recién nacido”, relató Linda Chattah, médica pediatra del hospital.
En Rosario, la maternidad Martin –el centro público con más partos en la ciudad más habitada de la provincia de Santa Fe– registró un aumento significativo. En 5 años, las muestras positivas en embarazadas crecieron un 189%, según datos a los que accedió Ruido.
En 2019 se reportaron 3.169 partos, de los cuales 28 mujeres estuvieron expuestas a drogas (el 0,9%). En 2023 se asistieron 3.129 nacimientos, de los cuales 81 fueron madres positivas para alguna sustancia de abuso. El porcentaje subió al 2,6%. Allí se registran alrededor de siete casos por mes.
“Pensamos que además de aumentar el consumo, mejoró nuestro registro”, indicó Gabriela Puig, jefa de esa maternidad. La especialista alertó que “hay una idea errónea de que consumir marihuana no hace nada”.
También en Rosario –en el hospital municipal Roque Sáenz Peña– el 1,7% de los niños y niñas nacen expuestos al menos una droga de abuso. En 2023 se asistieron 1.361 partos, de los cuales en 24 se encontró una sustancia o más.
En tanto, en Santa Fe capital, el Hospital José María Cullen reportó un aumento del 128% de casos positivos en apenas un año. En 2022 se atendieron 2.308 alumbramientos, de los cuales 21 fueron madres expuestas a drogas. En 2023 se asistió a una cifra equivalente de partos (2.348 en total) pero los casos positivos aumentaron más del doble (48).
Mayor prevalencia de sífilis congénita
En Córdoba, tres estudios presentados en noviembre del año pasado en el Congreso Internacional de Toxicología reflejaron esta problemática en la provincia mediterránea.
Una de las investigaciones fue realizada en la nueva Maternidad provincial de Córdoba. El estudio detectó que el 1,5% de los recién nacidos en la institución estaba expuesto a alguna sustancia tóxica que la madre consumió durante el embarazo.
Según pudo conocer Ruido, desde enero del 2022 a la actualidad se hallaron 114 casos positivos sobre 7491 nacimientos atendidos en la institución . Aquí los casos vienen en aumento. En 2022 se estudiaron 45 pacientes bajo sospecha de consumo. La cifra subió a 70 en 2023 (55% más) y trepó a 80 en lo que va de 2024 .
Según datos del consultorio de seguimiento de pacientes de alto riesgo, 25% de los niños y niñas atendidos en esta área nació expuesto a una sustancia de abuso .
“Estos niños quedan en observación. Algunos permanecen internados por cinco días y otros reciben el alta a las 48 horas. Se los evalúa y, de acuerdo a cómo estén, se los cita a las 72 horas o en forma mensual hasta el sexto mes. Algunos pacientes reciben seguimiento hasta el año, cuando evaluamos el neurodesarrollo”, explicó Liliana Cabanillas, a cargo del mencionado consultorio. “Aquí la empatía con las familias es clave”, sostiene .
La investigación –llevada a cabo por Cabanillas y Paola Espinosa– detectó además que el 36% de los bebés expuestos a drogas había nacido prematuro o pequeño para la edad gestacional y que el 24% además tenía una infección de transmisión sexual.
Otro de los estudios retrospectivos fue realizado en el hospital Misericordia, donde se analizaron historias clínicas y análisis de laboratorio en cada recién nacido registrado desde enero de 2020 a abril de 2023. El análisis tuvo en cuenta 98 casos bajo sospecha, de los cuales el 36% resultó positivo .
“El consumo de drogas es un problema generalizado. Lo vemos en pacientes con distintas patologías que interrumpen el tratamiento. Las personas gestantes no están exentas de esta situación”, explica Norma Guzmán, bioquímica que comandó el estudio del Misericordia.
La investigación reveló que el 30% de los bebés expuestos a sustancias de abuso había nacido con sífilis congénita, una enfermedad fácilmente prevenible con penicilina si se detecta en los controles de embarazo. Además, el 3% de esos bebés había nacido con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Tanto en la Maternidad provincial como en el Misericordia, la prevalencia de bebés que nacen con alguna infección de transmisión sexual es mayor cuando la mamá consumió durante el embarazo, según los estudios.
¿Qué se consume y cuánto?
La cocaína es la sustancia que más se detecta en las muestras de embarazadas y bebés en las principales maternidades del país. Además, es la que más síntomas provoca en el recién nacido (un llanto persistente o irritabilidad). Eso llama la atención a los pediatras y los motiva a pedir estudios.
Por otra parte, esta droga se detecta más –en los métodos de diagnósticos convencionales– que el alcohol, por ejemplo.
En la provincia de Santa Fe, las sustancias que más se encontraron fueron cocaína y marihuana. Aunque también hay algunos casos de LSD u otro tipo de drogas.
“Muchas madres no saben lo que consumen. Te dicen marihuana, pero en los estudios también sale cocaína porque circulan muchas sustancias que no son puras”, explicó Vanesa Ríos, jefa de Neonatología del Hospital Municipal de Rosario.
Especialistas advierten que cada vez se consumen más sustancias mezcladas, incluidos medicamentos, como las benzodiacepinas y el paracetamol. En dispensarios es frecuente la cocaína “fumable” y pasta base que se conoce como “pipazo”.
Una investigación realizada por Valentina Cañete, Inés González y Andrés Suárez –miembros del Laboratorio de Toxicología del Hospital de Niños de Córdoba– detectó drogas de abuso en 17,5% de las muestras estudiadas en recién nacidos. La cocaína estuvo presente en 87,9% de los casos.
Este estudio epidemiológico y descriptivo –también presentado en el Congreso– analizó muestras de orina remitidas por otras maternidades. Aquí se tuvo en cuenta los casos bajo sospecha, por eso la proporción de resultados positivos puede ser mayor, en comparación con otras investigaciones.
Un dato llamativo: la cantidad de muestras que dieron positivo en recién nacidos aumentó un 150% en 4 años. En números absolutos, de cuatro muestras positivas detectadas en 2020, la cifra pasó a 10 en 2023 .
Este centro de referencia cuenta con equipos y recursos humanos para detectar sustancias en el meconio del bebé, pero no tiene los reactivos. También asiste a niños, niñas y adolescentes de hasta 15 años bajo el programa Paica (Programa de Acompañamiento Integral a persones con conductas adictivas).
“Tenemos recursos humanos calificados. Falta una mayor articulación entre instituciones y unificar en un protocolo un solo método de diagnóstico para detectar sustancias en embarazadas y recién nacidos”, destaca Nilda Gait, jefa del Departamento de Salud Ambiental del Ministerio de Salud de Córdoba.
Primera causa prevenible de retraso mental
La ingesta de alcohol, drogas o medicamentos no recetados durante el embarazo provoca consecuencias alarmantes en los recién nacidos.
Aunque no existe un diagnóstico específico, estos niños pueden presentar desde decaimiento hasta irritación extrema. Todo depende de la cantidad, calidad y frecuencia de lo consumido durante la gestación.
Cecilia Criscione, pediatra del hospital Iturraspe de Santa Fe, explica que las consecuencias pueden darse a corto y largo plazo.
Las complicaciones más visibles son aborto, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer, alteraciones cardíacas e intestinales, malformaciones y síndrome de abstinencia.
El estudio de la Maternidad provincial de Córdoba señala que, muchas veces, esas consecuencias son “irreversibles, pero sí prevenibles”.
En la investigación del hospital Misericordia, uno de los niños presentó “síndrome de abstinencia neonatal” y tuvo que ser medicado con fenobarbital.
“Algunos lloran todo el tiempo, otros nacen deprimidos con Apgar menor a siete”, explica Norma Guzmán, coordinadora del estudio del Misericordia. El Apgar es un examen rápido que se realiza al primer y quinto minuto después del nacimiento del bebé y establece un puntaje de acuerdo con distintos parámetros.
La mayoría de las maternidades mantienen a estos niños internados durante siete días y después se decide el alta previa consulta con un asistente social.
Gabriela Puig, jefa de la Maternidad Martin, aclara que muchas chicas viven donde hay dealers: “Su casa es esa también, es su ambiente”, y explica que “también hay fumadoras pasivas de marihuana”.
Consecuencias a largo plazo
El retraso madurativo y los problemas cognitivos son efectos a largo plazo. En la práctica, estos niños son dados de alta y muy pocos centros controlan cómo evolucionan después de que regresan a sus hogares.
El psicólogo y doctor en Ciencias Biológicas Ricardo Pautassi aclara que la cocaína y las anfetaminas son las drogas “más peligrosas” por las consecuencias que dejan a corto y largo plazo en las personas que consumen. Sin embargo, durante el embarazo, el alcohol se considera también de alto riesgo: pasa rápidamente a la placenta y se ingiere con más frecuencia y en distintas ocasiones.
La Organización Mundial de la Salud recomienda alcohol cero durante el embarazo. Las afectaciones neurológicas son más sutiles, pero pueden durar toda la vida.
Los llamados “trastornos del espectro alcohólico fetal” pueden presentarse con tres indicativos clave en los bebés: poco peso y altura, malformaciones faciales y alteraciones neurológicas que se traducen en un retraso mental.
“El síndrome fetal alcohólico es la primera causa prevenible de retraso mental”, explica Pautassi, quien además es investigador del Conicet por el Instituto Mercedes y Martín Ferreyra y docente de la Universidad Nacional de Córdoba.
Cuando se detecta una sustancia de abuso, la lactancia materna está contraindicada.
Llegar al parto a ciegas
En el país no existe un protocolo que unifique un método de detección sensible en todos los hospitales. Tampoco hay estudios poblacionales para conocer la prevalencia del consumo en personas gestantes.
Uno de los principales desafíos es mejorar los controles de embarazo, ya que muchas mujeres llegan al parto “a ciegas”.
En el caso de Nai, la joven santafesina, un contacto fue clave. Durante su embarazo, conoció a Federico, un trabajador de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de Santa Fe que la asistió y acompañó durante todo el proceso. “Él me sacaba los turnos de los controles médicos, iba a casa a hablar conmigo y me consiguió cursos de panadería, que me ayudaron a distraerme y a pensar en otra cosa para no consumir”, recordó.
Sin embargo, muchas mujeres en situación de consumo no llegan a los centros de atención primaria por temor a la estigmatización y a posibles consecuencias legales.
La investigación del hospital Misericordia encontró que 65% de las personas gestantes llegaron al parto sin controles o con chequeos insuficientes.
Deudas pendientes y posibles soluciones
Unificar un criterio de detección con un método de diagnóstico sensible es la primera deuda pendiente. Por ejemplo, los test de meconio (las primeras heces del bebé) hallan más sustancias, en una ventana más amplia de tiempo.
Pero la prevención debe hacerse antes.
En la ciudad de Córdoba funcionan distintos dispositivos que acompañan a las mujeres en un proceso de escucha. En estos espacios se coordinan esfuerzos de los centros de atención primaria, organizaciones no gubernamentales, iglesias y otras instituciones.
Lucas Torrice, subsecretario de Salud Mental y Adicciones de la Municipalidad de Córdoba, informó que cada vez es mayor la demanda en estos dispositivos. Las consultas no sólo están apuntadas al consumo en sí mismo, sino también a problemáticas más complejas.
“Tal vez una persona llegue con una consulta puntual relacionada con la marihuana. Pero después nos encontramos con situaciones muy complejas: violencia, falta de acceso a la salud, al agua potable o al trabajo; chicos que dejan de comer en Paicor porque entraron a robar a la escuela. El desafío es acompañarlos”, remarcó Luz Villegas, subdirectora del Centro de Acompañamiento Comunitario «Las Aldeas».
De eso sí hablar
Gabriela Richard, presidenta de la Fundación ProSalud y magíster en prevención y tratamientos de conductas adictivas por la Universidad de Valencia, sostiene que la estrategia preventiva recomendada es captar a las mujeres en edad fértil a través de la atención primaria de la salud.
Otra de las medidas estratégicas es detectar las discapacidades o déficit atencionales en los alumnos, que puedan estar relacionadas con el consumo de sustancias en los estudiantes o sus familiares. “Muchas veces, las primeras que nos piden ayuda son las maestras. Ellas no saben cómo abordar el problema. Pero sabemos que con información y contención, muchos casos pueden revertirse”, agrega la especialista.
La información sobre las consecuencias del consumo de drogas en los recién nacidos debe estar presente en los contenidos de Educación Sexual Integral (ESI), desde nivel primario. “Sin embargo, en la práctica, las políticas públicas suelen oscilar entre una actitud policíaca o displicente hacia las personas que consumen”, sostiene.
Un estigma difícil de erradicar
Cualquier mirada que esquive a la mujer se quedará miope. Vulnerabilidad, pobreza –y en algunos casos, abusos– son realidades presentes en la Argentina de hoy.
Patricia Chialvo, ex secretaria de Niñez de Santa Fe, advirtió que “cuando hay un contexto narco, es muy difícil la recuperación” y sostuvo que para las mujeres “alejarse de ese contexto significa un riesgo de vida”.
“La situación de vulnerabilidad lleva a muchas mujeres a no realizarse controles durante el embarazo por distintos destratos que sufren en los hospitales, como el miedo a ser denunciadas, que las aparten de sus bebés o simplemente una atención hostil”, advierten trabajadoras sociales del municipio de Tigre.
Las profesionales alertan sobre la falta de formación y conexión con el área de salud. “Es necesario sensibilizar estas cuestiones y entender las múltiples causas que llevan a una mujer al consumo”, explicó una trabajadora social del municipio.
Las intoxicaciones pediátricas por drogas de abuso (DAB) representan un fenómeno complejo y un desafío para la salud pública, destaca un análisis realizado por el Laboratorio de Asesoramiento Toxicológico Analítico (Cenatoxa) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El estudio advierte que es un desafío dada la susceptibilidad de esta población y las posibles implicancias legales. “La identificación temprana de estos casos se convierte en un componente esencial para el diagnóstico”, sostiene el estudio, al tiempo que destaca la necesidad de un abordaje interdisciplinario entre las áreas de salud, servicio social y legales.
“La prevención debe hacerse antes. Si esperamos al parto, llegaremos tarde”, advierte Richard. El seguimiento de los niños que nacen con alteraciones neurológicas es otra deuda, ya que estos efectos son sutiles y duraderos.
¿Y los casos que pasan desapercibidos? Con la unificación de un criterio y un método de diagnóstico más sensible (como el test de meconio) se puede llegar a obtener una muestra más representativa de la población.
De lo que no caben dudas es que el consumo está creciendo y que cada vez hay más niños y niñas afectadas.
Salir de la vulnerabilidad
Nai quiso contar su historia para que sirva a otras mujeres: “Al principio me re costaba, pero pude dejar”. Para ella, su embarazo fue una bisagra en su vida.
Si bien ya había dejado de consumir dos o tres meses antes del parto, los exámenes médicos le detectaron el consumo activo. “Desde el hospital me querían sacar a mi bebé, pero luego de todo el proceso y el trabajo que hicimos con Niñez pudimos dejarlo a cargo de mi mamá”, recordó.
Hace cuatro años que Nai logró entender que necesitaba dejar de consumir. No lo hizo sola y no fue fácil. Hoy entiende a las demás mujeres que pasan por situaciones similares y desde el lugar de quién ya vivió esa experiencia se anima a aconsejar: “Al resto de las chicas que pasan por lo mismo que yo pasé, les diría que salgan adelante. Que se pongan a hacer algo que las distraiga y que dejen eso. Yo sé lo que les digo. Que lo hagan por ellas y también por sus hijos”.
Desde Córdoba, Gloria –que ya es abuela de seis– asegura que muchas mujeres no se animan a ir a los controles “por miedo al famoso: ‘te van a sacar el chico’”. “Consumen para no aceptar la realidad de lo que están viviendo. En el embarazo te sentís más sola que nunca, incomprendida. Y la familia muchas veces se cansa. Lamentablemente en la pobreza se vive de todo. Y pasar dos o tres días sin comer también es un problema para el bebé que está en la panza”, advierte Gloria.
El narcotráfico tiene múltiples caras. La menos visible, que deja secuelas en recién nacidos, puede ser la que más afecte a las futuras generaciones.
Redacción e investigación: Natalia Lazzarini, Thamina Habichayn y Cindy Monzón.
Edición y coordinación: Natalia Lazzarini y Edgardo Litvinoff
Imagen y video: Paula Gaido