2 enero, 2025
Javier Milei logró consolidar un polo de poder en medio de la decadencia sin tregua de los partidos políticos en argentina. Del mismo modo superó sin precedentes los liderazgos preexistentes, sorprendiendo a chicos y a grandes. En ausencia de todo lo conocido hasta ahora, la primacía del presidente es indiscutida en el escenario nacional, situación que le permite dominar los tiempos políticos sin que nadie lo pueda controvertir con seriedad y algún efecto, junto a una prensa que comienza a ser domada entre “ensobrados” y “expulsados” de los medios de comunicación. Esta sería la mayor novedad en estos últimos días del año que despiden a Milei con una enorme sonrisa de éxito rotundo.
Por Sergio Marcelo Mammarelli*
Estos vientos favorables, avizoran que los libertarios no quieren aliados. Simplemente, con enorme discrecionalidad, invitan a purificarse a aquellos que profesen fidelidad absoluta a “las ideas de la libertad”. Todo el resto, ajeno a la nueva religión es simplemente “la casta”.
Esta nueva era de “posverdad”, incluso le permitió al gobierno ser ligado a varios hechos oscuros y de corrupción, sin que los mismos contaminen su impresionante imagen positiva. Hasta hoy, Milei es invencible.
Esta semana, causó sensación el pase de Diego Kravetz a la SIDE, recibiendo el nuevo flamante certificado de “pureza “como si fuese una fe de bautismo. A lo largo del año, fueron consagrados a la nueva fe, políticos de diverso origen. Así ingresó Daniel Scioli y los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca). Algo similar había ocurrido con Edgardo Kueider, actualmente en la cárcel en Paraguay y con otros radicales, recientemente expulsados del centenario partido de Alem. Seguramente, durante el 2025 veremos nuevos personajes que serán bautizados, a cambio de la incondicional lealtad al líder.
En él mientras tanto, las revelaciones del periodista Hugo Alconada Mon sobre Andrés Vázquez, jefe de la DGI, pasan inadvertidas, al igual que las denuncias contra Ritondo, a quién el presidente defendió como víctima de una campaña de los medios. Acaso será el próximo bautizado.?
Así las cosas, cómo definiríamos a la CASTA durante el 2025, donde el gobierno ha decidido reivindicar a lo más rancio de la política que nos prometió eliminar.
Mientras tanto, la sociedad decidió en su mayoría tolerar, “mirando para el costado” y bajo la dependencia de los resultados económicos, un deterioro institucional profundo, tal como se refleja en los índices de popularidad que miden las encuestas. Nuevamente repito, Milei en estos aspectos, hasta ahora sigue estando indemne.
En el medio de este nuevo escenario nos encaminamos a las elecciones legislativas del 2025, donde la oposición sigue en estado de shock ante este extraño contexto. El radicalismo se parte en mil pedazos. El Pro sufre el fuego amigo de Bullrich, el desconcierto de Macri y la campaña de “pases” que promete el ingreso de grandes figuras de aquel partido en las filas de la LLA. El peronismo, no logra salir de su profunda crisis, donde con Cristina no alcanza y sin Cristina no se puede. La identidad de La Libertad Avanza se basa en no mezclarse con otros partidos y mantener un discurso contra la “casta”. Mientras tanto, Milei ha planteado públicamente que las alianzas deben ser totales o inexistentes, desafiando al PRO y buscando captar sus votos y dirigentes.
Ahora bien, todo este cambalache permitirá consolidar en el país un horizonte de largo plazo, capaz de garantizar las reformas estructurales que requiere el nuevo modelo.? Acaso veremos un 2025, plagado de decretos, vetos, con la esperanza de que el congreso se transforme en otra escribanía, luego de las elecciones legislativas.? Cuánto tiempo más, la batalla cultural, admitirá que el presidente siga con su destrato con “los mandriles” que incluye políticos, economistas y periodistas, que simplemente piensan distinto.?
Como bien lo recordaba Jorge Fontevecchia en un editorial del diario Perfil: “Irrecuperables” era la palabra con que los servicios de la dictadura militar catalogaban a aquellos que no había tortura que los pudiera amansar.
Lamentablemente, nuestro país continúa con el paulatino desvío de las democracias occidentales hacia formas de “democracias delegativas”, donde la figura de un líder se presenta como un salvador o redentor, que gestionará las necesidades y deseos de la masa de individuos, que en general, se sienten desplazados o ignorados por las instituciones tradicionales. Precisamente por este motivo, ese líder se siente por encima de los restantes poderes tradicionales -legislativo y judicial- e incluso de nuestra legislación. Los parecidos entre Milei y Cristina son formidables y Ernesto Laclau , cobra cada vez más vigencia, emergiendo ahora un nuevo líder que por fuera y contra el aparato institucional es convocante de esos ciudadanos insatisfechos. Dicho en palabras de Loris Zanatta, lo que le da sustancia al fenómeno es la intensa pulsión integradora, que da cuenta de su aparición como canal de integración del “pueblo”, al cual es fundamental asignar una identidad, es decir “un nosotros” idealizado, frente a un enemigo común, los “ellos” que ahora tiene un nuevo nombre: la casta. De este modo, todo sigue siendo igual. El nombre del enemigo común simplemente mutó como tantas veces: los judíos, los masones, los gorilas, los burgueses, los cipayos, los intelectuales, los políticos, la casta, etcétera, etcétera.
A la democracia delegativa, se le suma en estos tiempos, el fenómeno de la posverdad, definido como una situación en la que es más probable que las personas acepten un argumento basado en sus emociones y creencias, en lugar de uno basado en hechos.
Nada de todo esto cambiará en el 2025. Es más, posiblemente, frente al éxito de las encuestas, el gobierno siga construyendo con caos el nuevo, donde el falso republicanismo de la oposición no pueda vencer a un falso liberalismo del gobierno.
El gobierno tiene un año de acciones y reformas concretas y palpables que se sintetizan en una reforma constitucional primero en el sistema económico, segundo en el sistema político después: -boleta única, final de las “Paso”, financiamiento, ley de presupuesto, tensión por posibles jueces por decreto, etc-. Incluso se animen a una reforma del propio texto constitucional.
Una cosa es el descontento de la población con los gobiernos anteriores y otra cosa es que la sociedad argentina recite el credo liberal libertario. Justamente de eso se trata la batalla cultural, de enseñar ese credo. En el fondo el intento es que la sociedad argentina piense que el Estado no es necesario. Cosa bastante difícil. Por ahora, la sociedad se debate en relación a qué tipo de Estado quiere, podrá querer un Estado más o menos grande, pero no un no Estado. Las funciones de Salud, Educación y Seguridad no son mayoritariamente pensadas para ser asumidas por el mundo privado. Eso hace ya mucho es un pensamiento de un sector de elite que nadie logró masificarlo. ¿Podrá Milei?
Atendamos de entrada a los fundamentos. La libertad de la persona, en procura de realizar su proyecto de vida, no se entiende sin una forma política que la contenga. Pese a desviaciones autoritarias y populistas, el único régimen valioso, adoptado por nuestra Constitución Nacional, es el que conjuga república y democracia. No hay pues libertad sin república ni república sin libertad.
No sería la primera vez que la libertad de los mercados, tan necesaria para contar con una economía fecunda, coincida con la corrupción de una pieza esencial en la tradición republicana. Nuestra historia está plagada de ejemplos, como el chile de Pinochet. El liberalismo argentino muestra una extraordinaria sensibilidad hacia las reglas del mercado, pero una bajísima sensibilidad hacia las de la política. Es como si se pudiera construir una economía de mercado sin calidad o sin calidad institucional.
Milei acaba de decirle a la revista Forbes que “lo que importa es el contenido y no las formas”. Todo lo contrario de un liberal, a quién para el liberalismo, el contenido son precisamente las formas: un sistema de reglas que permite a cada uno tener el contenido que desee en su cabeza. Excelente reflexión de Carlos Pagni, del lunes pasado.
La historia argentina se repite, pero recién nos damos cuenta cuando la repetición se vuelve una caricatura trágica.
Estamos en medio de un nuevo proceso histórico como tantos ocurrieron en el pasado. Uno más. Otra vez, un presidente empoderado que pretende ir por todo. Como si nos hubiéramos olvidado de otros presidentes que se sintieron empoderados por la misma tentación. Lamentablemente, Milei sigue siendo un experimento en curso que hasta ahora solo dio una muestra de lo que está dispuesto a hacer. Muy feliz año nuevo para todos los argentinos, con el profundo deseo que la institucionalidad triunfe por sobre tanta tilinguería.
* Abogado laboralista, ex profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social (UNSJB), exministro de Chubut, Autor de varios libros