25 junio, 2022
El proyecto de Atucha III era inviable sin el acuerdo con el FMI. Pese a que el acuerdo salió, aún restan dictámenes de la Sigen para aprobar contrataciones y precisiones por la financiación del proyecto. ¿Qué hay detrás de tanta burocracia?
Por Antonio D’Eramo*
Detrás de las críticas de los senadores del kirchnerismo a uno de los funcionarios más conspicuos de la Casa Rosada, el enigmático secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz que entre sus funciones monitorea todos los escasos créditos internacionales que interesan a nuestro país y que generalmente provienen de instituciones multilaterales, por demorar la puesta en marcha de la construcción de Atucha III, la cuarta central nuclear en Zárate, Provincia de Buenos Aires, y dejar trascender que sus verdaderos jefes se encuentran en Washington, se esconde una puja por los contratos directos que se licitarán para levantar la central atómica, y que el kirchnerismo pretende cerrar antes que termine el actual mandato del Frente de Todos.
Porque si el futuro político de la Nación quedara en manos de la oposición en el 2024, el proyecto que tiene a la República Popular China como principal interlocutor podría quedar congelado, a pesar de la irrupción de la guerra en Ucrania que ha demostrado que no se puede prescindir rápidamente de las centrales atómicas a base de uranio para producir energía a pesar de las preocupaciones ecologistas, y según se desprende de algunos analistas que suelen escuchar y tomar nota los políticos de Juntos.
El ex subsecretario de Energía Nuclear del gobierno de Mauricio Macri, el sociólogo, Julián Gadano, suele explicar en diversos foros que durante su gestión, “se negoció mucho con China, viaje 11 veces en 4 años del gobierno y no se llegó a un acuerdo definitivo. El gobierno actual sólo firmó el proyecto que nosotros negociamos. Pero está flojo de papeles. Se va a construir una central nuclear de origen chino sin el contrato financiero de un acuerdo comercial ya suscripto”.
Compromisos que derivan del reciente encuentro del Presidente Alberto Fernández con su par chino, Xi Xinping, del 6 de febrero pasado en Pekín, donde se ratificó el proyecto binacional para construir Atucha III y sumó a la Argentina al proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda, el programa con el que China busca darle pelea a los Estados Unidos por el predominio global. Según funcionarios de la embajada argentina en Pekín que conduce el camporista Sabino Vaca Narvaja, a partir de la incorporación a la Ruta de la Seda se rubricarán acuerdos que garantizarán el financiamiento para inversiones y obras por más de 23.700 millones de dólares.
Pero más allá de los numerosos acuerdos que implica la Ruta de la Seda, la construcción de Atucha III, cuyos planes originales se esbozaron en 2004 y atravesaron cuatro presidencias, es el proyecto en donde han focalizado su interés los funcionarios que responden al Instituto Patria y que, a través de los senadores que responden a la Vicepresidenta Cristina Fernández, han comenzado a presionar al secretario Beliz para que se expida rápidamente de manera tal que el gobierno pueda dar luz verde a las complicadas regulaciones que deben aprobarse.
La información oficial especifica que la nueva central proyectada producirá energía por 1200 MW de potencia, similar a la que genera El Chocón, “…con una inversión de 8.300 millones de dólares, la mayor de origen chino en el país, la construcción comenzará a fines de 2022 e involucrará la creación de más de 7.000 empleos directos, además de una integración aproximada del 40% por parte de proveedores nacionales. El acuerdo fortalecerá los lazos para el desarrollo pacífico de la ciencia y tecnología nuclear, la generación de energía limpia y el desarrollo industrial y permitirá ampliar las capacidades nucleares nacionales gracias a la transferencia de tecnología para la fabricación argentina de elementos combustibles nucleares”.
Ahora bien, la urgencia por la construcción no estaba contemplada en la secretaría de Energía que conduce Darío Martínez cuyos funcionarios manejan memos internos que colocan en el calendario el comienzo de las obras para el año 2024, cuando asuma una nueva gestión en el Poder Ejecutivo nacional.
Y, acaso esa previsión, sea más racional teniendo en cuenta que el contrato financiero reclamado por Gadano sólo puede firmarse con entidades bancarias de China como el ICBC o el Bank of China, entidades que no son excluyentes de otros participantes, pero que tienen un común denominador. Todas las entidades financieras exigían un acuerdo con el Fondo Monetario Internancional (FMI) por el pasivo que posee la Argentina con ese organismo para poder avanzar en un proyecto de financiamiento.
Resuelto ese compromiso que supuso una brecha insuperable dentro de las filas del Frente de Todos, resta que la Sindicatura General de la Nación, elabore un dictamen que será rector de los precios y tasas que regirán para la contratación directa a proveedores nacionales de las que habla el proyecto oficial y que alcanza a un 40% de la industria local.
Desde luego que no existen demasiadas precisiones acerca del costo del monto final del proyecto que en principio es de 8.000 millones de dólares pero que, contrataciones directas y licitaciones varias, podría elevarse hasta los 11.000 millones de dólares según fuentes conservadoras. Montos de dinero que irán a abultar la deuda que la Argentina posee a pesar de los 8 años de gracia que existirán para devolver la inversión.
Es difícil mensurar si se tratará de un buen negocio a futuro para el país, teniendo en cuenta los recientes hechos bélicos en el este de Europa que han trastocado los valores de la energía y han demostrado que no debiera desprenderse de las centrales atómicas tan urgentemente como estaba previsto por la incidencia de accidentes y las dudas por el difícil tratamiento de los residuos nucleares. De hecho, funcionarios del nuevo gobierno en Alemania están analizando dar marcha atrás con sus planes de desactivación de sus centrales para este año y ha quedado una vez más expuesta las dificultades para reemplazar a los combustibles fósiles que provocan gases de efecto invernadero.
En ese contexto, Alberto Lamagna, ex vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica defendió los acuerdos con el gobierno de Beijing y en declaraciones a Letrap.com.ar afirmó, “El escenario energético global cambio en el último mes y todavía no está claro cuándo y cómo se estabilizará producto de la guerra entre Rusia y Ucrania. Hay analistas económicos que creen que las importaciones de gas llegarían a U$S 5000 millones y, por otro lado, el precio del barril de petróleo está oscilando en U$S 100. En ese nuevo contexto de precios, se debería analizar la ecuación económica financiera de las inversiones de grandes centrales nucleares. Este nuevo escenario también favorece más aun los proyectos de pequeñas centrales modulares”.
Por ello, en la secretaría de Asuntos Estratégicos de Gustavo Beliz hay dudas. Tomaron nota del interés de los funcionarios de Xi Jinping por acelerar los trámites y los tiempos, mutatis mutandis, los senadores kirchneristas parecen caer en la misma falta que le enrostran a Beliz con los Estados Unidos a propósito de a quién o a quienes responden cuando se convierten en portavoces del pensamiento chino, y también del anuncio de Beijing de la entrada en operación comercial de la unidad número 6 de la central de Fuquing, una de las más grandes de China, que utiliza el reactor Hualong One que será el mismo que llegará a nuestras pampas para Atucha III.
Es la reciente joya de la corona nuclear china que ubicara a ese país como la primera potencia nuclear civil.
Sin embargo, China tiene un as en la manga, que de probarse su utilidad lograría poner punto final a la crisis energética de nuestro tiempo. Se trata del desarrollo de un reactor de torio que a diferencia de los reactores de uranio son más pequeños, más seguros y más fáciles de construir que las centrales nucleares convencionales. Y, desde luego, menos costosas.
Los científicos de todo el mundo llevan desde la década del ’50 trabajando en la manera de “…crear un reactor de fusión nuclear, que es lo contrario a la energía atómica. En ésta se libera energía al dividir un núcleo pesado pero es difícil gestionar los productos obtenidos. La fusión nuclear, en cambio, no es una reacción en cadena y por lo tanto no hay riesgos de que pueda descontrolarse y producirse un accidente nuclear”, sostiene el físico Nicholas Hawker gerente de First Light Fussion, un proyecto que integran investigadores de 35 países en el sur de Francia para poner un reactor, de estas características, en funcionamiento a fines de 2025.
A pesar de estos desarrollos en Occidente, muchos físicos estarán observando el resultado del experimento chino de este año.
La idea de construir un reactor nuclear que utilice sal fundida y torio como combustible, un elemento químico, de símbolo Th y número atómico 90, es completamente novedosa y no exenta de desafíos.
El torio, que a diferencia del uranio abunda en China, se une a la sal y fluye a través del reactor, participando en una reacción nuclear que emite calor y lo transfiere a un generador de vapor en el exterior antes de volver al reactor para otro ciclo.
De comprobarse la utilidad de este proyecto, China accedería al “Santo Grial” de la energía. Podría terminarse la escasez si el experimento obtiene buenos resultados. Todos buenos motivos para detenerse y observar antes de comprometerse a inversiones millonarias.
*NA/LP