Camille Claudel fue una mujer llena de talento, una artista inigualable que pudo desarrollar su potencial como escultora, pero que fue frenada por el machismo de la época.
Camille Claudel, una de las mejores artistas de la época
Admirada por Rodin, quien se fijó en sus dotes cuando ella tenía tan solo 17 años, fue acogida como su aprendiz para convertirse más tarde en musa, amante y, en ocasiones, autora de algunas de sus obras en la clandestinidad.
Su tormentosa relación traspasó los muros de la intimidad y ambos la materializaron en esculturas. En Vertumno y Pomona, Claudel dio forma a la relación que mantuvo con su mentor: un amor tóxico donde la mentira, el engaño y la manipulación eran los pilares que sustentaban la pasión entre los dos.
En esta escultura, Claudel da forma a dos amantes, Vertumno y Pomona, personajes de una historia de amor narrada por Ovidio en las Metamorfosis, del libro XIV (622-771). Pomona, diosa de la fruta y los árboles frutales, es cotejada por Vertumno, Dios con el poder de la metamorfosis que representaba la mutación y el cambio.
Con la excusa de felicitar a Pomona por sus frutos, Vertumno se le aparece con el aspecto de un anciano que intenta cotejarla, hasta que, sin resultado, decide revelarse en su forma original de apuesto joven y hacerse con el corazón de ella.
Pomona, al principio reticente por el aspecto del anciano, termina cayendo en sus redes de seducción, pero no sin antes haber sido engañada. Y esa, precisamente, es la concepción del amor que Claudel aprendió de Rodin, su mentor y amante.
Vertumno y Pomona es el resultado de una etapa convulsa en la relación entre los escultores, una manera de expresar cómo Claudel aprendió a través de Rodin que, el amor, está basado en el engaño y la mentira.