31 octubre, 2021
SE SUMA LA CAÍDA DE LAS RESERVAS DEL BANCO CENTRAL A U$S 43 MIL MILLLONES
A pesar de los esfuerzos del gobierno argentino, la reunión en Roma reflejó que para firmar una renegociación todavía falta mucho. A este escenario incierto se suma la caída de reservas del Banco Central de las últimas semanas, por debajo de los USD 43 mil millones.
Tras 20 meses de negociaciones con el FMI sin resultado, los nervios de los inversores que volvieron a apostar por la Argentina se siguen alterando ante la falta de señales concretas de acuerdo, y eso se traduce en una disparada del riesgo país, instalado por encima de los 1.700 puntos.
A este escenario incierto se suma la caída de reservas del Banco Central de las últimas semanas, por debajo de los USD 43.000 millones.
Esas reservas habrían perforado incluso el piso de los USD 40.000 millones si no hubiese llegado el desembolso del FMI en Derechos Especiales de Giro (DEG).
La caída de ese respaldo clave es uno de los números que miran día a día los fondos de inversión para decidir sus movidas frente a sus tenencias de títulos de deuda soberana del país.
Los otros números centrales están vinculados con los casi USD 2.300 millones que el país deberá pagarle al FMI antes de que termine este año.
Para el 2022, la cuenta es enorme: sólo en el primer trimestre hay que afrontar USD 3.600 millones.
Según estimaciones de consultoras que sigue el tema, allí se produciría el punto de inflexión en el cual la Argentina se quedaría sin reservas netas para continuar pagando.
Recién después empezarían a entrar las divisas de la agroexportación, que este año jugaron un rol clave por la suba en el precio de los commodities.
Y todavía no se contabilizan en los compromisos más de USD 2.400 millones que el país tiene pendientes con el Club de París.
Las reuniones mantenidas en Roma con el Fondo Monetario dejaron gusto a poco para el paladar de los agentes económicos.
Sólo declaraciones de circunstancia, lejos de lo esperado por quienes esperan un acuerdo que al menos brinde algo de alivio para los vencimientos de los próximos dos años.
«Fue una reunión constructiva», dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien recibe presiones del ala dura del kirchnerismo para exigir un acuerdo a más largo plazo de los diez años que pondría como tope el organismo.
La jefa del FMI, Kristalina Georgieva, no aportó mucho más: «Fue una buena reunión. Discutimos la situación económica en la Argentina y el compromiso entre el equipo económico y el staff del FMI para continuar trabajando para encontrar un camino a seguir en nuestra relación», dijo.
Georgieva dejó en claro que no hubo avances. «No hubo cambios de posición porque no se trataron detalles», le dijo la titular del FMI a TN luego de la reunión con la comitiva argentina. Casi la nada misma.
Tal vez el principal logro que se traiga la Argentina de la cumbre del G20 sea el pronunciamiento de esos países líderes para que el FMI reduzca los sobrecargos que se les cobra a naciones endeudadas como la Argentina.
Si esa reducción finalmente se lograra, la Argentina podría ahorrar más de USD 800 millones.
Otra decisión del G20 que puede ayudar a la Argentina es el pedido para que los países más desarrollados puedan canalizar a naciones como la Argentina, Derechos Especiales de Giro que les asignó el FMI y no prevén utilizar.
Las críticas de Alberto al Fondo sobre el crédito que le otrogó a Macry y las propuetas sobre refornmular los cargos por intereses no ayudaron demasiado, analizado desde el estricto sentido de la oportunidad de buscar una negociación rápida.
El gobierno trató de mostrar como positivo el paso por la cumbre internacional, pero el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, terminó exponiendo que no hubo avances significativos. Afirmó en el marco del G20 sobre la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI): «Cuando tengamos un buen acuerdo vamos a cerrar el acuerdo con el FMI», dijo Cafiero durante una entrevista con los medios argentinos enviados a Roma. «La deuda no puede ser un ancla a la recuperación de la Argentina, por eso necesitamos llegar al mejor acuerdo posible para que no se detenga la recuperación de la Argentina», completó.
«Las reuniones bilaterales sirven para afianzar relación entre Argentina y Europa. El Presidente hizo hincapié en la necesidad de rever parte de la arquitectura financiera internacional, que hoy termina siendo más un obstáculo para el desarrollo que herramientas que lo promueven», insistió Cafiero.
Sin embargo es poco probable que las sugerencias de mayor equidad de Alberto conmuevan a la banca internacional a mejorar las condiciones de pago.
Por otra parte, contó que se cerró con Alemania un financiamiento para la represa Chihuido, en el sur del país, por 2.200 millones de dólares y con participación de empresas nacionales, una meta que contribuirá garantizar menos urgencias energéticas a futuro y a mejorar los objetivos de impacto climático.
Volviendo a la deuda externa argentina que es la gran piedra en el zapato del oficialismo, las urgencias son muchas.
Desde noviembre suben los intereses punitorios que le cobra el FMI a la Argentina por demorar el pago de la deuda.
Se calcula que, de no haber cambios, postergar el acuerdo hasta marzo le costará al país unos USD 7.600 millones.
Sólo en noviembre serán unos USD 110 millones que deberá pagar la Argentina.
Desde ese mes estos sobrecargos aumentan 1 punto porcentual, ya que empiezan a correr los 36 meses desde que la Argentina tiene el crédito por encima de la cuota que le corresponde (187%).
El país pasará a abonar la tasa de interés máxima que el Fondo establece para este tipo de créditos: 4,05%.
Semejante interés bajará a sólo 1% si el FMI concede eliminar los sobrecargos, lo cual explica la insistencia del país por lograr ese objetivo.
El reloj corre y la incertidumbre sobre el resultado de las legislativas del 14 de noviembre suman más presión cambiaria, con un dólar en los $200.
A esto se suma que los mercados dudan sobre cómo saldrán disparados los principales referentes de la alianza gobernante en caso de que se repita la derrota del oficialismo en las PASO.
Por ahora, casi todo es incertidumbre, una mala palabra para los dueños del dinero.