16 mayo, 2021
Por Enrique Lew
¿Quién hubiera imaginado décadas atrás que nuestro país registraría casi el 50% de su población en la pobreza multidimensional (47% en el primer semestre de 2020, según INDEC); que 10.000 comedores populares alimentarían a multitudes, que más de un millón de familias vivirían en 4.400 villas de emergencia?
A su vez, el INDEC informó en su última medición que la desocupación es del 11%, refiriéndose a los que buscan trabajo, ignorando que una gran cantidad de personas no buscan porque se cansaron de buscar, y son los beneficiarios de los más de 20 millones de planes sociales.
Si calculamos que nuestra Población Económicamente Activa es de 27,5 millones de personas (el 60% de un total de 46 millones de argentinos), y descontando los que trabajan e incluyendo a los monotributistas, informales y con empleo precario -que suman 18,5 millones-, quedan entonces 9 millones de desocupados que buscan o no trabajo. Es decir, son el 33% de desempleados y no el 11% que informó el INDEC.
A nivel mundial las estadísticas también son alarmantes: según el Índice de Miseria (HAMI), de la Universidad Johns Hopkins, Argentina está en el séptimo lugar entre 156 países estudiados, detrás de Venezuela, Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam y Libia.
Pero no siempre fue así: la Argentina de hace 100 años era uno de los tres países más prósperos y desarrollados del mundo, junto a los EE.UU. y Gran Bretaña. ¿Qué pasó en el medio? Nos deslizamos por el tobogán del subdesarrollo. En ese sentido, los Premio Nobel de Economía, Lewis (1979) y Lucas (1995), se preguntaban qué debían hacer los gobiernos para que sus países crecieran como los desarrollados. La respuesta: no atacar a quienes dan empleo.
En esa dirección, hoy se sabe que todos los países subdesarrollados, con la falsa idea de proteger a sus trabajadores, tienen legislaciones que cargan a los empleadores pesadas obligaciones y penalizan fuertemente los despidos, por lo cual, disminuye la creación de emprendimientos y con ello se registran pocas ofertas de empleo. A su vez, los salarios son bajos, la desocupación es elevada y sube el nivel de pobreza; sus economías se estancan, ya que la riqueza de los países las crean los emprendedores, y si estos son contrariados, se verifica el estancamiento.
Como contrapartida, los desarrollados protegen a los trabajadores con los Seguros de Desempleo, con lo cual logran alto nivel de empleo y de mejores salarios que, en un círculo virtuoso, realzan la economía y son parte del desarrollo económico.
El subdesarrollo es el resultado de políticas que atacan a los emprendedores, como nuestra Ley de Contrato de Trabajo (1974) y sus anexas del trabajo no registrado, que al permitir, además, los reclamos por dos años, da lugar al gran negocio de los abogados laboralistas y a la Mafia de los Juicios Laborales, que, sin dudas, desalientan los emprendimientos y consecuentemente la creación de empleo.
Argentina, así, va quedando atrás a nivel regional. En Latinoamérica las dos economías de mejor desempeño pre-pandemia, Perú y Brasil, protegen a los trabajadores con una modalidad similar a la que rige en nuestro país para la construcción, el Fondo de Cese Laboral, donde los empleadores no tienen costo de despido, ya que depositan mensualmente una parte del salario en una libreta donde se acumula un capital que el trabajador percibe cuando pierde el empleo.
Esta modalidad beneficia el desarrollo, con lo cual, por ejemplo, en Brasil, en los últimos 20 años, 40 millones de personas salieron de la pobreza para llegar a ser al día de hoy la séptima economía del mundo.
Otro ejemplo virtuoso es el de EE.UU., que cuenta con el Seguro de Desempleo. Con la pandemia, su economía sólo cayó el 3,5% y se estima que en 2021 su economía creció en su primer trimestre de 2021 el 6,4% anual, con una desocupación de solo el 5,7%. Por eso, el Presidente Joe Biden, en su primer discurso en el Congreso de ese país, destacó la importancia del empleo, mencionando que en sus primeros 100 días de gobierno se crearon 1.300.000 nuevos puestos.
En nuestro país, meses atrás el ex ministro y ex candidato presidencial Roberto Lavagna propuso que la modalidad del Fondo del Cese Laboral sea la protección a todos los nuevos trabajadores, con la idea de incentivar el empleo.
Lamentablemente, no tuvo eco en el Ejecutivo ni en los legisladores, todos los cuales, desconocen la importancia del empleo en la economía de los países, ya que solo conocen la economía que aprendieron en las facultades, pero no la cotidiana.
Por todo esto, los gobiernos y los economistas de los Países Menos Desarrollados ya deberían saber que superar la pobreza es posible. Pero antes deben reconocer la importancia de los emprendedores en la creación del empleo y la riqueza de las naciones, como se verifica en los países prósperos.
*NA