11 febrero, 2021
En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada 11 de febrero y fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, la co-fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología y presidenta del Conicet aseguró que «esta pandemia demostró más que nunca que la ciencia tiene que estar al servicio de que la humanidad viva mejor».
Por Natalia Concina
Doctora en química, co-fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT) y presidenta del Conicet, Ana Franchi aseguró que tener una perspectiva de género en la ciencia no sólo tiene que ver con contemplar «en qué lugares se encuentra la mujer dentro de la estructura» sino también con «qué se investiga y cómo».
Portadora de un vasto currículum profesional que incluye más de 160 publicaciones en revistas científicas y la dirección de doce tesis doctorales, Franchi dedicó su producción a la investigación en salud reproductiva, más específicamente al estudio de la fisiopatología del embarazo y el parto.
Pero, además, es protagonista de un movimiento que buscó visibilizar y problematizar la realidad de las mujeres en la ciencia y junto a Diana Maffia y Silvia Kochen fundó en 1994 la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT), que preside actualmente.
P: ¿Qué balance haría de la lucha que comenzaron en 1994 junto a Maffia y Kochen?
Ana Franchi: El balance es positivo, hubo un avance del movimiento de mujeres en todos los ámbitos que ha impregnado también a la ciencia y la tecnología. Cuando comenzamos a plantear estas cuestiones se trataba de un tema completamente ajeno, tanto para varones como para mujeres. Nos decían: «Habiendo tantos problemas vienen con esto». No se visualizaba como problema porque, por ejemplo, en una estructura como Conicet si vos tenías determinado cargo ganabas igual que un hombre; el tema era cuántas compañeras llegaban a cargos altos y cuánto te costaba llegar.
Eso es lo que nosotras comenzamos a mostrar en números: dónde estaban las mujeres en ciencia y tecnología y desgraciadamente en todas partes del mundo, y también en Argentina, las mujeres ocupaban y ocupan las categorías más bajas.
Esto sigue siendo así a pesar de que en Argentina somos mayoría, de hecho estamos cerca de un 50 por ciento, a diferencia de Japón, que están en un 17 por ciento, o de países centrales que están cerca del 30 por ciento.
Sin embargo, en la docencia, donde la mayoría de las personas que estudian o son docentes son mujeres, sólo el 12 por ciento son rectoras. En una estructura como Conicet, tenemos 300 unidades ejecutoras y sólo el 25 por ciento está dirigido por las mujeres; en nuestro directorio de 8 personas sólo hay dos mujeres.
¿Y qué encontraron sobre el ‘cómo’ habían llegado a cargos altos las que lo habían logrado?
A.F: Lo que encontramos fue que en su mayoría habían ‘sacrificado’ sus vidas personales; en los últimos años no sólo esto fue mejorando sino que las mujeres comprendimos que éste no era un problema personal, sino un sistema que no favorecía nuestra promoción, que hacía que no fuera fácil.
Todavía no hay igualdad de oportunidades para las mujeres, todavía estamos ausentes o bastante ausentes en las categorías altas de docencia e investigación y en los puesto de decisión, creo que ésta es la asignatura pendiente.
Como lo personal es político me permito preguntarte ¿Cómo fue que vos lo lograste?
A.F: La sororidad surgió como concepto hace poco tiempo pero siempre existió. Tuve ayuda de mis amigas, de mi mamá y también una pareja que me apoyó. Teníamos un buen jardín maternal de la Obra Social y yo tenía muy claro que mi carrera era tan importante como la de mis compañeros varones. Más allá de eso viví corriendo, a cierta hora del día una se convertía en calabaza y tenía que llegar a la salida de un jardín o de una escuela; no me quejo porque soy muy feliz tanto con mi historia profesional como con haber tenido hijos, pero sin dudas para mis compañeros varones era más sencillo.
Más allá de los lugares que ocupan las mujeres, ¿en qué otras cosas puede pensarse la ciencia desde una perspectiva de género?
Por supuesto que va más allá de eso y se ve en los temas que se investigan y en cómo se hacen las investigaciones. Por ejemplo, hasta hace poco tiempo en las ciencias biomédicas la mayoría de los experimentos con animales se hacían con machos, o sea, no se tomaban en cuenta las diferencias de los organismos cuando las hembras tienen mecanismos biológicos diferentes porque ciclamos. Hace un tiempo que se exige que los estudios se hagan en ambos sexos.
En los temas sociales, las investigaciones sobre la realidad de las mujeres frente a determinados temas son fundamentales y es clave que no se consideren «temas de segunda», hay que jerarquizar estos estudios.
Otro tema es observar qué pasa con la mujer a lo largo de toda su trayectoria educativa porque poner la mira cuando está terminando la carrera o en situaciones como cuando se aspira a un cargo y hacerse recién ahí la pregunta no alcanza. Porque no es lo que se hizo ayer, sino lo que se hizo o no durante muchísimos años lo que hace que las mujeres lleguen menos o con menos ganas.
En ese contexto, hay que entender por qué las mujeres se presentan menos a determinados concursos y también analizar la historia, de dónde provenimos; porque si bien en Argentina la educación es gratuita muchas personas tienen que trabajar y estudiar y llegar a la universidad y poder sostenerla a las mujeres de determinados sectores les cuesta muchísimo más.
Más allá de la producción de conocimiento, ¿la ciencia debería estar al servicio de algo?
A.F: Esta pandemia demostró más que nunca que la ciencia tiene que estar al servicio de que la humanidad viva mejor. Un ejemplo es lo que está sucediendo con las vacunas, el avance científico está pero después…¿Quién se beneficia con ese avance?, ahí está el punto de la discusión.
En ese contexto, como dijo Bernardo Houssay en su momento «La ciencia no tiene patria pero los científicos sí», entonces ahora más que nunca los resultados de los avances científicos tienen que llegar a todos y todas.
Además de los temas vinculados al género, ¿Qué otros desafíos tiene pendiente Conicet?
A.F: Pudimos recuperar bastante el estipendio de las becarias y los becarios el año pasado, luego nos agarró la pandemia y todavía tenemos una asignatura pendiente en la recuperación salarial porque en el gobierno de Cambiemos se perdió un 45 por ciento el poder adquisitivo.
A nivel más general estamos muy contentas con la idea de tener por primera vez una Ley de Financiamiento para la Ciencia (que está para tratarse en sesiones extraordinarias en Diputados). Sería un hecho histórico y convertiría a la Ciencia y la Tecnología realmente en una política de Estado; esto implicaría un financiamiento asegurado y permitiría avanzar en los temas salariales y subsidios, entre otros.
*Télam