15 julio, 2021
Detectan altas concentraciones de mercurio y arsénico en peces del embalse Río Tercero
Así lo revela un reciente estudio que fue llevado a cabo por biólogas de la Universidad Nacional de Córdoba en seis especies de la fauna ictícola de ese reservorio de agua cordobés, a la vez que advirtieron sobre los riesgos toxicológicos para las personas que los consumen habitualmente.
Un equipo de biólogas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) detectó concentraciones de mercurio y arsénico por encima de la dosis de consumo permitida por día, según estándares internacionales en seis especies de la fauna ictícola que habitan en el embalse Río Tercero de dicha provincia mediterránea argentina.
El estudio, que estuvo a cargo de Paola Garnero y de María de los Ángeles Bistoni, ambas investigadoras del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA – UNC/Conicet), y de Magdalena Monferrán, del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI –UNC/Conicet), examinó la concentración de aluminio, cromo, estroncio, cadmio, níquel, plomo, selenio, mercurio y de arsénico en ejemplares de bagres y dientudos, como así también en dos especies de mojarras y de tararias.
Para evaluar el riesgo potencial que conllevan para la salud humana los elementos encontrados, las investigadoras tuvieron en cuenta los niveles máximos permitidos de exposición por ingesta a determinados metales, conocidos como “dosis oral de referencia”, un parámetro establecido por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
“La Secretaría de Ambiente de la Nación propone índices reguladores de protección para la biota acuática para algunos agentes tóxicos, entre ellos los metales, pero no pudimos encontrar valores máximos permitidos de consumo para los elementos medidos en este estudio”, afirmó Garnero en una nota concedida a la UNC.
“Los metales ingresan a los cuerpos de agua, y pueden encontrarse en el material en suspensión o depositarse en los sedimentos, y desde allí ser una fuente de alimentación de la fauna”, agregó.
Según explicó Garnero, dentro de los embalses y ríos, los metales se mueven desde el sedimento a la columna de agua y se acumulan en los organismos acuáticos ya sea a través de las branquias y de la piel o por el consumo de alimentos contaminados.
“Este es el comienzo de la transferencia trófica, donde los contaminantes se trasladan y llegan a los peces que consumen las personas”, manifestó.
Para analizar la concentración de los diferentes elementos químicos, el equipo de biólogas llevó a cabo dos campañas de muestreo, en 2014 y 2015, en tres zonas cordobesas: Río Grande, un lugar rodeado principalmente de soja; Embalse, una zona turística con asentamientos humanos; y en la Central Nuclear que está ubicada en las proximidades del canal de enfriamiento de agua de la Planta Nuclear Embalse.
“En el caso del arsénico y del mercurio los valores obtenidos fueron más altos que los permitidos en todas las especies, y, tal como lo demuestran varios estudios previos en otros ríos y diques de Córdoba, el pejerrey es una de las especies más propensas a acumular metales”, concluyó.