Alberto Fernández y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, artífices de un acuerdo para conducir la CELAC.Foto: NA
Para muchos analistas, la posición argentina, parece ser un desafío abierto a los Estados Unidos, sin embargo, el embajador en Washington, Jorge Argüello y el secretario de Asuntos Estratégicos de la Nación, Gustavo Beliz, serán los encargados de trabajar con los funcionarios de la administración demócrata de Joe Biden para equilibrar entre la condena y el apaciguamiento a los gobiernos acusados de autoritarios como los que encabeza el matrimonio Ortega en Nicaragua.
Entre los invitados al Palacio San Martín a las reuniones plenarias de los días 6 y 7 de enero en Buenos Aires, donde el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cede la titularidad del organismo a Alberto Fernández, se destaca una ausencia por el peso propio y la gravitación que posee en la región. Jair Bolsonaro de Brasil sacó a su país de este club y dejo una silla vacía que la diplomacia nacional espera que vuelva a rellenarse con el posible triunfo de Lula Da Silva en las elecciones presidenciales de ese país el próximo 2 de octubre.
Un foro eminentemente político que buscará convertirse en una organización económica
En el despacho del ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, se ilusionan con el retorno de Lula al Palacio del Planalto, sede del gobierno brasileño. “Su retorno -sostienen- nos va a dar un impulso renovado para impulsar acuerdos comerciales con países centroamericanos y redefinir la relación con China”.
Como anticipó NA en julio, las administraciones de AMLO y de Alberto Fernández tienen como objetivo ensayar un bloque económico similar a la Unión Europea (UE).
Si bien la comparación con el bloque del viejo continente puede parecer de ciencia ficción, el influyente secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, redactó un discurso que su presidente López Obrador recitó ante sus pares latinoamericanos el pasado 24 de julio en el DF al dejar inaugurada la conferencia de cancilleres de la CELAC.
“La propuesta es, ni más ni menos, construir algo semejante a la UE, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades: en ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia», dijo el jefe de Estado mexicano en un discurso pronunciado en el patio central del histórico castillo de Chapultepec.
Las coincidencias de los mexicanos con la diplomacia del gobierno de los Fernández se extienden hacia la desconfianza que comparten acerca del funcionamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) a la que consideran sujetas a las decisiones de Washington.
De esta manera la cuestión política vuelve a ser fundamental en el entramado de la reunión en Buenos Aires porque el auge de la CELAC y su relevancia en el hemisferio servirá para limar el poder del uruguayo, Luis Almagro, secretario general de la OEA desde el año 2015 y ex ministro de relaciones exteriores y embajador de Tabaré Vázquez y de “Pepe” Mujica.
Almagro, muy confiable para la diplomacia estadounidense, a pesar de su paso por Pekín como embajador uruguayo en China, cuenta con los servicios del influyente empresario hotelero argentino, Gustavo Cinoci, de referencia obligada para los políticos nacionales cuando necesitan que algún funcionario del Departamento de Estado norteamericano les levante un teléfono.
Amado y odiado por igual entre los dirigentes del Frente de Todos, Cinoci es una referencia del Jefe de Gabinete, Juan Manzur, como lo era del ex canciller Felipe Solá, eyectado del puesto por sus escasos apoyos dentro de la coalición gobernante como por los ajustes que se produjeron en el Gabinete nacional luego de la derrota oficialista en las PASO.
A propósito, la gestión de Solá en el Palacio San Martín concluyó con la confirmación del apoyo de 22 de los 33 países que conforman la CELAC incluidas los gobiernos de Ecuador y Colombia.
La tarea de reunir votos la concluyó Santiago Cafiero quien se mostró confiado en las últimas horas al expresar a los periodistas acreditados en gobierno, “Todo viene muy bien, se define en esta cumbre, en un mecanismo que es por consenso. Habrá que ver cuáles son los proyectos alternativos”, sostuvo el Canciller.
El gobierno de Managua de Daniel Ortega fue quien más reparos realizó a la postulación argentina, como un gesto de desdén y de reproche por la condena al régimen que encabeza, junto a su esposa, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que preside el embajador argentino Federico Villegas.
A pesar de estos contratiempos, Cafiero y su equipo recibieron la ayuda del mexicano Marcelo Ebrard quien terminó de juntar los votos de gobiernos centroamericanos a favor de la postulación de Alberto Fernández.
Incluso se llegó a pagar por los pasajes de miembros de países para que estén presentes en la reunión a pesar que sus votos podrían haber sido emitidos de manera remota. Los representantes de Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y las Granadinas y San Cristóbal, llegarán a Buenos Aires invitados por la Nación Argentina por un valor cercano a los 70.000 dólares en total.
El marco no puede fallar y el encuentro estará dedicado a los Estados Unidos y la OEA.
Arguello argumentó en una columna de opinión del diario Perfil que, “la CELAC no es un foro que tenga como propósito principal el reemplazo de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde la presencia de Estados Unidos y Canadá cambian la ecuación geopolítica en las acciones que emprende América Latina como parte del continente”.
Para Argüello se abren muchas oportunidades para la Argentina porque a través de este foro, “Alberto Fernández podrá dialogar con todos sin relegar ningún principio”. La presidencia argentina del organismo “puede integrar diversas visiones regionales en una voz común y proyectarla en el escenario global. La CELAC es una oportunidad para la región y para el país”, concluyó el diplomático.
Sin embargo, a pesar de este sesgo utilitarista de la CELAC, la sombra de las acusaciones de autoritarismo en Venezuela, Cuba y Nicaragua suponen el mayor desafío que tendrán Alberto Fernández y López Obrador para intentar construir un organismo similar a la UE, donde las clausulas democráticas y el respeto de los derechos individuales continúan siendo, a pesar de la crisis sanitaria por el Covid-19, dos de sus principales fundamentos.