19 octubre, 2021
La visita presidencial dejó señales de preocupación para algunos sectores productivos que fundadamente temen que cuando la política no sonríe y los participa, pueda venir pesada la mano estatal intervencionista, de una u otra forma.
Esa habría sido la amarga sensación que dejó el tránsito de Alberto Fernández tanto por Comodoro como en Madryn en el sector pesquero. Hubo anuncios de inversiones portuarias pero ninguna señal para la industria pesquera, ni siquiera un convite a las cámaras sectoriales para acompañar el acto en Madryn, donde el turismo por ejemplo fue el sector mimado por el oficialismo nacional en terminos discursivos y productivos.
Todo eso pese a que la pesca, representa el 0,7 del PBI nacional y es posiblemente el principal pilar laboral directo tras el petróleo, y que pese a la pandemia y a las limitaciones que generó el caos mundial para sostener mercados y actividad, sigue obteniendo records en exportaciones, con un crecimiento interanual superior al 8,7%.
Las importaciones del sector suelen representar alrededor del 10% del valor exportado (USD 156 millones en 2019). Mientras que como dato importante cabe destacar que todas las categorías de las especies que se capturan en aguas nacionales son actualmente superavitarias Argentina, con menos de un millón de toneladas desembarcadas en 2018 representó alrededor de 1% de las capturas mundiales y ocupó el puesto 21. O sea que mérito no le falta a la industria como para que el Presidente y sus ministros federales la tengan en cuenta de manera explícita.
Desde el punto de vista estadístico es de los sectores productivos más interesantes de la Argentina por el enorme potencialidad que se estimula con una administración y ordenamiento responsable, una visión estratégica que se reclama a nivel sectorial para que se considere la sustentabilidad de los caladeros del mar argentino. La ecuación entre extracción y medidas conservacionistas es de las más altas del mundo.
En todo caso si a los visitantes ilustres se les pasó el detalle de integrar a uno de los pilares productivos provinciales, bien estaban los anfitriones políticos locales como para mandarles un mensaje de participación o justificación, al menos.
Para quienes no pasó desapercibido el destrato oficial con un sector importantísimo de la economía provincial y nacional, las conjeturas rondaron precisamente el disgusto oficial que habría por la resistencia que puso la pesca a la exploración de petróleo offshore que terminó con la suspensión del programa en el Mar Atlántico por parte de Presidencia.
Aunque también se sabe que al sector pesquero no se lo conforma con declamaciones circunstanciales como al sector turístico, donde Alberto apeló a la apertura de viajeros tras el exitoso fin de semana largo, y con poco anuncio y mucho entusiasmo cerró un acto poniendo en valor las condiciones naturales del Golfo Nuevo, como un turista más.
Por el contrario, las pymes procesadoras de pescado dicen que la actividad cayó entre 60 y 70% según un informe de Intercámaras, que agrupa a distintos segmentos de la actividad, se calcula que, siendo optimistas, las exportaciones caerán este año al nivel de 2010. De allí que con datos duros en mano, el sector pide alivio fiscal y mayor rapidez en las medidas oficiales de ayuda, además de otras políticas de estado vinculadas al circuito exportador y financiero internacional. Temas que para una jornada tan breve y positivamente proselitista seguramente no convenía tratar.
Cómo sea y por lo que sea, quedó un sabor amargo por el ‘ninguneo’ al sector pesquero como pocas veces en el marco de una visita presidencial.
Alberto vio ballenas en fotos y admiró el ocaso marino desde un ventanal de hotel mientras a sus espaldas el imponente Golfo daba testimonio de la maravillosa realidad que ofrece esa potencial ‘Pampa Azul’ adormilada que posee el país, con el guardacostas de la Prefectura posando simbólicamente en el medio de la concavidad, en silencioso homenaje a la investidura.
Detalles de un tránsito político nomás.