13 octubre, 2020
Por acción u omisión Alberto Fernández estuvo obligado a dar un volantazo. En los últimos días se vio un dramático giro a la gestión de Gobierno. En parte por las encuestas: las que mejor le dan, dicen que está uno o dos puntos arriba en imagen positiva; pero todas dan una tendencia lamentable. También van haciendo lo suyo las múltiples manifestaciones en contra de la coyuntura y la gestión, donde más allá de quien convoque, hay un hartazgo sincero que se pliega en cada una de las concentraciones. «Si no hay cambios, en el próximo sondeo, en todos los casos, va a tener más negativa que positiva», afirman los analistas casi coincidentemente, y el oficialismo lo tiene claro.
Todo indicaba que Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte, sería el único que aceptaría tratar la situación de los jueces Bruglia, Bertuzzi y Castelli. Esos jueces habían sido trasladados por decreto por Macri pero el Senado –ahora encabezado por Cristina Kirchner- decidió volverlos a su lugar y rechazar el decreto de Macri.
Los jueces pidieron que la Corte trate el tema. Parecía que -salvo Rosenkrantz- el resto de los supremos iba a resolver más favorablemente para el Gobierno. Pero algo cambió a último momento: los dos que inclinaron la balanza fueron Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, ambos cercanos al peronismo. Lorenzetti no tuvo otra que sumarse y Highton de Nolasco siempre juega con él de la mano.
Tuvieron diferencias en los fundamentos, pero en la práctica los 5 concedieron un per saltum que el oficialismo rechazaba. En la misma semana, la camporista Vanesa Siley presentó nuevos fundamentos para promover el juicio político a Rosenkrantz. Intentaron disfrazarlo de que era una diputada aislada la que lo sugería. Algunos lo creyeron.
Por eso, si quedaban dudas, al día siguiente apareció Leopoldo Moreau, uno de los principales voceros de Cristina Kirchner que aclaró que la polémica no era solo con Rosenkrantz sino con todos: “Esta es una corte agotada”, dijo.
“Fue el peronismo el que se movió -advierte un funcionario de la Rosada-. Esos cambios de postura pueden marcar un antes y un después. Es como una nueva 125”.
Los gobernadores empiezan a moverse. Son los que pusieron a Alberto en ese lugar cuando él profetizaba que sin Cristina no se podía.
Durante estos meses estuvieron replegados en sus provincias, preocupados por el Covid. Ahora, mientras el pico les llega a sus territorios, algunos empiezan a estar preocupados por la marcha del gobierno nacional. Les preocupa la economía, pero les preocupa fundamentalmente la política. Se complica gestionar con un gobierno sin liderazgo. Y más se van a complicar las elecciones del año que viene si la cosa no mejora. Recordatorio: en las elecciones de medio término también se votan legislaturas provinciales, clave para la gobernabilidad en cada uno de los distritos.
Fueron varios de ellos los que organizaron en las sombras el operativo clamor por Alberto Presidente del PJ. Operativo que se va a consumar el próximo sábado con el acto virtual del 17 de octubre.
Otro movimiento subterráneo. El gobernador de San Juan, Sergio Uñac, lanzó en su provincia un “Acuerdo San Juan”: un pacto/concertación pospandemia entre oficialismo, oposición, empresarios y sindicatos locales. Es el gran acuerdo que Alberto se comprometió a encabezar a nivel nacional y que no pudo.
Casi en las mismas horas que Uñac presentaba eso en su provincia, participó de un foro en el grupo “Agenda Argentina”, usina de pensamiento del “albertismo” que lidera Santiago Cafiero. Uñac fue el primer gobernador en apoyar la candidatura presidencial de Alberto.
Algo parecido está pasando con los intendentes. Algunos creen que el poder de fuego que tenía Cristina en el territorio está empezando a bajar. No es que ella haya perdido popularidad, pero les preocupa perder el centro. Otra vez, como decía Alberto, con Cristina sola no alcanza. Y encima con ella viene Axel Kicillof, a quien muchos intendentes siguen teniendo entre ceja y ceja.
La CGT también busca marcarle la cancha al Gobierno. No gusta la preponderancia que está tomando el sector más radical del kirchnerismo, en general enfrentado con los “Gordos” e independientes de la CGT. En los gremios, además, tienen sus propias internas.
Héctor Daer, cotitular de la CGT y albertista de la primera hora, venía un poco golpeado porque creía que había que avanzar más rápido en la construcción del albertismo. Pero el no-líder del espacio lo frenaba.
En las últimas semanas salió a levantar el perfil. Fue el que primero anunció la movilización del 17 de octubre en apoyo a Alberto. Primero dijo que iba a ser una movilización mixta (mitad presencial mitad virtual); después tuvo que recular y esperan un millón de ventanitas virtuales en un zoom. Los sindicatos se van a anotar ahí un poroto: son los únicos que pueden financiar una movida tan complicada.
UPCN vs. ATE. El primero que integra la CGT acepta la propuesta de paritarias del gobierno nacional. Aceptan la situación complicada del país y se bancan el aumento por debajo de la inflación. En ATE, más ligado al kirchnerismo, amenazan con un plan de lucha.
Ctera vs. UDA. El gremio docente mayoritario enrolado en la CTA avisó que no está dispuesto a retomar las clases presenciales hasta que baje completamente la circulación del virus. Hasta ahora, el Ministerio de Educación se había alineado con esta postura. Por estos días, en parte por la presión de la opinión pública, el ministro Nicolás Trotta tuvo que virar en su posición. Ctera rechazó la nueva postura del Gobierno. Mientras tanto, la Unión de Docentes Argentinos (UDA) que integra la CGT mantiene una postura más abierta. Su titular, Sergio Romero, insiste en que las clases presenciales son importantes y pide más presupuesto para poder retomar la presencialidad. Son matices, pero son importantes.
“Hay demasiada gente que se quiere sacar de encima a Cristina. La CGT y los gobernadores salieron al rescate de Alberto”, analiza un funcionario de jefatura de gabinete. Se entusiasman en algunas oficinas de la Casa Rosada con que ahora Alberto, nutrido de apoyo político, pueda retomar cierta autonomía en la toma de decisiones.
En algunos despachos oficiales también llamó la atención que empezaron a moverse con más celeridad algunas partidas presupuestarias. Recuerdan que Alberto fue jefe de Gabinete y que sabe cómo mover los hilos de la gestión. Lo que no se movió hasta ahora, ¿por qué no se movía?
*La CGT reactivó las conversaciones con AEA (empresarios argentinos donde confluyen Clarín y Techint entre otros archienemigos de Cristina). A la vice no le gustaban esas charlas. En su momento se habían suspendido. Ahora avanzan igual.
*Antes habían invitado a la Casa Rosada a representantes de empresarios, gremios y movimientos sociales en lo que fue un intento de retomar el Consejo Económico y Social (sin que tenga ese nombre); solo faltaron representantes del campo más tradicional.
*El Presidente va a participar esta semana del Coloquio de Idea. Cristina siempre renegó de ese foro.
*En la ONU, la Argentina votó en contra de Venezuela. En las redes, el ultrakircherismo destrozó a Alberto y al Gobierno. El silencio de las cúpulas fue sugestivo. La (candidata) a embajadora de Rusia, la kirchnerista Alicia Castro, renunció por sus diferencias con la política exterior de Alberto. En el entorno del Presidente aclararon que hay demasiadas personas que podrían ocupar ese lugar.
*A24