12 agosto, 2022
Agronegocios y Salud: Los transgénicos 2.0 que amenazan Sudamérica
«Dime que comes y te diré como te irá», infieren quienes observan con aversión los productos que el mercado legitima para el consumo sin advertir sobre sus riesgos y modificaciones genéticas. El peligro de la nueva modalidad de transgénicos 2.0, denominada edición genómica.
Esta nueva forma de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) ya fue aprobada en Paraguay, sin debate y con un sospechoso sigilo por parte de las autoridades competentes. Además, va ganando espacio en la región sudamericana, impulsada por las corporaciones del agronegocio y poniendo en riesgo la biodiversidad, la calidad de los alimentos y la soberanía productiva y alimentaria de los pueblos.
“El mundo es testigo de un renovado impulso a favor de las semillas y los cultivos modificados genéticamente” advierte un reciente informe la Organización GRAIN.
Al igual que en el pasado, las empresas de biotecnología y la agroindustria presentan sus nuevas plantas biotecnológicas como la solución mágica que viene a resolver los problemas de la humanidad, desde la inseguridad alimentaria y nutricional, hasta el cambio climático y la pérdida de biodiversidad”.
Las corporaciones biotecnológicas impulsan de manera acelerada sus nuevos transgénicos 2.0 como “nuevas técnicas de mejoramiento vegetal, dado que algunas de estas nuevas técnicas, como la edición de genes, no requieren la inserción de un gen externo, la industria biotecnológica, así como algunas agencias gubernamentales, afirman que estos productos editados genéticamente no deben ser considerados ni regulados como transgénicos”.
Mientras que varios países de la Región de Asia-Pacífico discuten si estos OGM deben ser regulados con las mismas normativas que los transgénicos ya conocidos.
El informe relata la experiencia de lucha y resistencia de los pueblos de Japón, Filipinas, China, India, Bangladesh, Vietnam y Australia, contra estas nuevas tecnologías de las corporaciones del agronegocio.
Edición genómica comprende un amplio campo de técnicas de ingeniería genética usadas para editar partes del genoma en casi cualquier organismo vivo. Esta nueva biotecnología está ganando apoyo y popularidad debido a que es considerada una técnica de alteración genética más rápida, barata y comparativamente más sencilla.
La mayor parte del proceso de edición genética implica la creación de un nuevo producto a partir de cortar o borrar pequeñísimos segmentos de ADN, sin que necesariamente se involucre la transgenie (introducción de genes “extranjeros” desde otras especies).
Numerosas investigaciones prueban que las tecnologías de edición genética y sus aplicaciones, claramente encajan en la, definición de “organismo modificado”, ya sea que inserten, borren o editen secuencias del genoma, de las múltiples técnicas utilizadas en la edición genética, la más popular es aquella conocida como CRISPR.
Por lo general, esta técnica emplea un tipo de cortador de ADN llamado “Cas9”, por lo que a menudo se refieren a ella como sistema de edición genética CRISPR-Cas9.
En el informe «Con la Soja al Cuello 2021» la investigadora Lis García advertía que en el año 2019, en Paraguay, se habilitó “a puertas cerradas y sin ningún debate”, el registro legal de productos obtenidos mediante técnicas de mejoramiento, a partir de la promulgación de la Resolución No 842 del 10 de julio del año 2019.
Esta medida legaliza la introducción de nuevos OGMs producidos por edición genómica a través de trámites de bioseguridad simplificados y menos estrictos que los que ya existían o directamente eximiéndoles de la evaluación de bioseguridad.
El mismo trámite se ha efectuado en otros países de América Latina tales como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Honduras, Guatemala y Costa Rica con el mismo fin de evitar los controles de bioseguridad, establecidos para los transgénicos de primera generación.
La investigadora Silvia Ribeiro señala que dentro de las aplicaciones de la biotecnología CRISPR-Cas9 se encuentran los llamados “conductores o impulsores genéticos”. Se trata de una de las técnicas más riesgosas porque es “una forma de engañar a las leyes naturales de la herencia y forzar a que los genes introducidos a un organismo sean heredados a toda una población o incluso, si funciona, a toda una especie.”
De acuerdo al grupo ETC (2019) existen alrededor de 600 usos posibles destinados a la agroindustria, entre los que se encuentran aplicaciones de esta tecnología en combinación con decenas de agrotóxicos.
Las principales corporaciones transnacionales (Bayer-Monsanto, DuPont, Corteva, Syngenta y BASF) tienen licencias y patentes para usos agrícolas de CRISPR.
Con ello, lo que las corporaciones denominan plagas (plantas, insectos, nemátodos, ácaros, polillas y otras especies etc.) podrán ser “extintas” o susceptibles a ciertos agrotóxicos como el glifosato y otros.
De acuerdo a los datos proveídos por el Departamento de Protección y Uso de Variedades de la Dirección de Semillas (DISE) del SENAVE, no se ha presentado hasta el momento ninguna solicitud de inscripción de variedades/híbridos con edición genómica en los Registros de Cultivares Protegidos ni en los Registros de Cultivares Comerciales.
“Resulta fundamental mantener la alerta sobre el uso y aplicación de esta tecnología, debido a que esta avanzada biotecnológica del agronegocio constituye una verdadera amenaza para la biodiversidad agroalimentaria de nuestros territorios” concluye la investigadora Lis García.