11 junio, 2023
El Poder Ejecutivo aprueba su comercialización pero no establece obligación de informar qué productos lo contienen. ¿Qué dicen los sectores que se oponen y cuáles son los mayores riesgos para la salud? La opinión del ingeniero agrónomo Fernando Frank.
Por Laura Gambale*
La semilla de trigo HB4 fue aprobada en octubre del 2020 y obtuvo luz verde para su comercialización en mayo del año pasado convirtiendo a la Argentina en el primer país del mundo en aprobar un trigo transgénico. Así lo confirmaba la empresa Bioceres encargada de su comercialización al anunciar este año que la firma ’25 molinos’ había comenzado a procesar el cuestionado trigo transgénico. Asimismo, ejecutivos de Bioceres agregaban que al menos otras 25 industrias molineras también ya lo están procesando.
Las dos grandes novedades que presenta el trigo HB4 son: resistencia a la sequía y tolerancia al herbicida glufosinato de amonio (un herbicida cinco veces más tóxico que el glifosato).
¿Cuáles son los principales cuestionamientos que surgen a partir de esta noticia? ¿Cómo podría afectar la salud de las personas que lo consuman? ¿Qué dicen los sectores que se oponen? Para dar respuestas a una discusión que está presente hace meses y que involucra directamente a los y las consumidores (los más expuestos a consumir pan transgénico y otros derivados de esa harina), la agencia Noticias Argentinas entrevistó al ingeniero agrónomo integrante del colectivo Trigo Limpio, Fernando Frank.
El trigo HB4 es una variedad de semilla de trigo desarrollada por la empresa Bioceres en conjunto con investigadores de la Universidad Litoral y del Conicet, liderados por la doctora Raquel Chan.
Según explicó Frank, el trigo HB4 tiene dos grandes características: “En principio, tendría tolerancia a la sequía, algo que al momento no fue comprobado a pesar de haber sido anunciado, y por otro lado, tiene resistencia al herbicida glufosinato de amonio”, y en este sentido, advierte que “el glufosinato de amonio, consumido ya sea a través del alimento, por cercanía a los campos del cultivo, o por el agua (donde quedan los residuos de lo fumigado), es muy perjudicial para la salud”.
“Hasta el momento, los trigos del país son catalogados como No transgénicos, aunque en muchos casos es cierto que se usan agrotóxicos en los cultivos. Con esto no estamos diciendo que antes del trigo HB4 todos los cultivos eran orgánicos y recién ahora va a empezar a ser fumigado con veneno. Pero, lo que nos parece importante destacar y es parte de la discusión que nos interesa dar es que, si se libera un transgénico tolerante a un herbicida tan potente, es probable que sea utilizado cada vez en mayor medida, por lo tanto, es muy probable que queden cada vez más residuos en los granos y luego se pasen a los alimentos derivados de esos granos de trigo”, asegura.
La decisión del Ministerio de Agricultura se conoció a través de la resolución 27/2022, publicada el jueves 11 de mayo del año pasado en el Boletín Oficial. El trigo HB4, difundido como tolerante a la sequía, había sido aprobado por el gobierno de Alberto Fernández a fines de 2020. Sin embargo, esa autorización estaba supeditada a la aprobación por parte de Brasil, que es el principal importador del trigo argentino.
Casi un año después, la Comisión Técnica de Bioseguridad de Brasil (CTNbio) aprobó la comercialización de la harina -no de la semilla-. Con esto quiere decir que, el gobierno brasileño aceptó la harina y sus derivados, pero no la siembra en su territorio.
La decisión de Brasil, sumada a la cercana aprobación por parte de China de la soja HB4 y también del trigo HB4 por parte de Australia y Nueva Zelanda, fueron los argumentos utilizados por Agricultura para completar la autorización.
Fernando Frank, ingeniero agrónomo integrante del colectivo Trigo Limpio/Foto H
P:- ¿Es cierto que el nuevo trigo transgénico puede contaminar al trigo convencional de diversas formas?
Fernando Frank: – Sí, lo puede contaminar especialmente de dos grandes maneras. Por un lado, la contaminación ocurre en términos químicos en relación directa con los agrotóxicos. Sabemos que los agrotóxicos que se usan en el campo no desaparecen, sino que quedan en forma de residuos mientras se van degradando y, a veces, por sus características químicas, las sustancias pueden terminar en agua, quedar en los suelos, en al aire o pasar a los alimentos.
Por otro lado, está la posibilidad de contaminación por cruzamiento genético. En este caso, los transgenes pueden pasar de la semilla modificada a los trigos convencionales. En la actualidad, el 100 por ciento de los trigos convencionales son no transgénicos, y desde la incorporación de la nueva semilla de trigo HB4, el cruzamiento potencial y probable de los trigos transgénicos con los no transgénicos podría pasar las características transgénicas a los transgénicos convencionales.
Diversas Cámaras de productores y exportadores de cereales rechazan el trigo HB4 al afirmar que supone un grave riesgo comercial. “Esta norma provoca un enorme riesgo comercial, dado que los países que nos compran no aceptan HB4”, sostuvo el Centro de Exportadores de Cereales en un comunicado difundido apenas se conoció la aprobación. En ese entonces, destacaron: “Las consecuencias económicas de eventuales pérdidas de mercado recaerán sobre el Ministerio (de Agricultura) y la empresa desarrolladora (Bioceres)».
El rechazo y la preocupación también se mostró ante el impacto sanitario y ambiental que la nueva semilla puede provocar. En este sentido, se manifestaron más de mil científicos del país y de otras sociedades latinoamericanas en conjunto con organizaciones sociales y campesinas, para denunciar la falta de transparencia en el procedimiento de aprobación del trigo HB4, la contaminación que producirá sobre otros trigos no transgénicos y el aumento del uso de agrotóxicos que supondrá su cultivo.
En tanto, desde la Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales (Sanar), se pronunciaron a través de un comunicado indicaron que el gobierno nacional, en lugar de proteger y cuidar la salud de la población se encuentra priorizando los intereses empresariales. “Se comunican novedades en la alimentación de la mano de avances tecnológicos pero estos avances no son para mejorar la calidad de los alimentos o sumar algún tipo de control”, señaló Ignacio Porras, integrante de Sanar. “Al contrario, es un desarrollo tecnológico que viene de la mano de un paquete de venenos”, puntualizaron.
Por su parte, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, defendió la liberación del trigo resistente a sequía tras argumentar: «El mundo necesita alimentos, Brasil lo aprobó para la harina, lo aprobó Australia, Nueva Zelanda, los países asiáticos están acelerando los protocolos. Era como renunciar a nuestra soberanía científica no aprobar la comercialización del trigo».
En este sentido, Frank considera que “se mezclaron conceptos y definiciones de manera intencional”: “Al trigo HB4 se lo presentó como un desarrollo cien por ciento nacional a partir de un descubrimiento realizado por investigadores del Conicet y de la Universidad Literal. Sin embargo, la empresa que lo comercializa, que es Bioceres, si bien es de origen nacional actualmente cotiza en la bolsa de Wall Street y opera como una Transnacional. Y hay otro error más: La patente del desarrollo tecnológico tampoco es cien por ciento del estado nacional como se dice, ya que una parte la tiene Bioceres”, detalla.
En relación a los procedimientos realizados por Bioceres vinculados al desarrollo del grano modificado genéticamente, Frank destaca que “faltó transparencia” y que “no se generaron las investigaciones comúnmente indicadas para probar la inocuidad que dice tener”.
Lo explica así: “Antes de asegurar que es un insumo inocuo, lo que se hace primero es experimentar con animales de laboratorio, alimentarlos y observar las consecuencias, pero en este caso no lo hicieron. Dicen tener certeza de la inocuidad, pero no está comprobada ya que no se hicieron experimentos al respecto ni en Argentina ni en el exterior. Por lo tanto, entendemos que hay una serie de riesgos con el consumo de transgénicos que no están siendo medidos en el grano de trigo HB4 y a los que están siendo expuestos nuestros propios cuerpos”.
Según nos cuenta Frank, no existió instancia previa a la liberación del trigo HB4 para discutir de manera organizada las cuestiones sanitarias, los impactos ambientales y las incidencias productivas que podría provocar, ya que el Estado no convocó a las voces críticas a pesar de la demanda de más de mil científicos y diversos sectores de la sociedad en discordancia con argumentos lo suficientemente sólidos. En cambio, asegura que el Estado “se quedó con lo que decía Bioceres y lo proponen como una solución efectiva a la sequía. Esta solución de transgénesis para tolerancia a la sequia, desde nuestra perspectiva, no es la gran solución”.
“Desde la mirada agroecológica, si se quiere ser más resilientes a la sequía, lo que se tiene que hacer (y que la ciencia del suelo lo vienen comprobando y estudiando hace décadas) es recuperar la fertilidad de los suelos con las técnicas que conocemos, en vez de aceptar sin cuestionar nuevas respuestas tecnológicas que todavía no han demostrado la capacidad de resolver efectivamente los problemas de los trasngénicos aplicados a la agricultura”, reflexiona el experto para finalizar.