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28 mayo, 2023

¿El cerebro de las personas que creen en un ser superior funciona de forma diferente que el de los ateos?

Existiría una diferencia en la capacidad cognitiva de las personas ateas respecto de las creyentes.

Por Marijo Bazán

Las diversas creencias religiosas que han existido a lo largo de la historia humana han aportado respuestas a preguntas filosóficas que buscan explicar la existencia del ser humano en este mundo. ¿Por qué estamos aquí?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es nuestra misión?, ¿cómo debemos vivir? y un sinfín de cuestionamientos más han llevado a grandes pensadores a reflexionar sobre este tema, encontrando en la religión (cualquiera que sea) una fuente de sabiduría para responder a esto.

Sin embargo, aunque aún existe un considerable número de personas religiosas en el mundo, ha habido un incremento de individuos ateos o agnósticos que prefieren utilizar otros preceptos éticos o morales para regir su vida. A simple vista, parecería que esto no tiene algún impacto en la forma en la que se mueve el mundo hoy en día. Muchos de los organismos internacionales promueven la objetividad como un valor indispensable para mantener buenas relaciones entre naciones; la diplomacia, el pragmatismo y el trato neutro se han convertido en la panacea para «garantizar la paz», aunque pocas veces eso tenga un efecto práctico.

Aún así, el pensamiento lógico y racional tiene una mejor aprobación respecto del pensamiento religioso. Esto no sólo se debe a la constante repetición de la idea de que el mundo debe ser regido por el conocimiento científico y tecnológico occidental. También hay una explicación neurocientífica que analiza las diferencias cognitivas de las personas que creen en algún tipo de dogma religioso, en comparación de quienes se asumen como ateos o agnósticos.

En un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Alberta en Canadá, se examinaron las diferencias entre las personas «creyentes» y las «no creyentes» en cuanto a las redes neuronales fundamentales que se encuentran activas en el cerebro durante el llamado estado de reposo. Los resultados demostraron que los no creyentes muestran una mayor contribución de una red en estado de reposo asociada con el procesamiento analítico o deliberativo, y los creyentes muestran una mayor contribución de una red asociada con el procesamiento intuitivo o automático.

gAunado a esto, el análisis de la comunicación de la red en estado de reposo sugirió que los no creyentes pueden procesar la información visual de una manera más deliberada o de arriba hacia abajo, y los creyentes pueden procesar la información visual de forma más intuitiva o de abajo hacia arriba. Estos resultados respaldan las explicaciones del proceso dual de las diferencias individuales en las creencias religiosas y se suman a la representación de la no creencia como algo más que una mera falta de religiosidad. Esto significa que en algún momento el pensamiento lógico racional podría ser el dominante en el mundo, por encima del pensamiento religioso, que ha imperado en las sociedades desde hace siglos.

Definitivamente esta es una aportación significativa para seguir entendiendo el impacto de las creencias religiosas en la vida humana más allá de la cultura, la política y la antropología.