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2 junio, 2024

A qué le damos bola: ¿A lo que dice, a lo que piensa o a lo que hace?

Ya dijimos muchas veces que no se puede analizar la política argentina con categorías tradicionales. Sin embargo, Milei nos lleva al extremo del significado de la expresión en todos los aspectos.

Por Sergio Marcelo Mammarelli*

Ni bien nos recuperamos de los entretelones diplomáticos con España, el miércoles 22 pudimos ver para los que no asistieron, un acto en el Luna Park de parte de nuestro presidente Milei, de consecuencias posiblemente inadvertidas para muchos, incluidos analistas de la política nacional. Lo que vimos ese miércoles fue la confirmación de la sospecha de Loris Zanatta volcada en un artículo escrito días antes del evento. Milei lejos de ser un líder político que quiere reintegrar a la Argentina al mundo occidental piensa en modelar a todo occidente a la imagen y semejanza de lo que él quiere para Argentina. Un cruzado en una guerra civil ideológica.

En coincidencia de ideas, Carlos Pagni en el diario La Nación, resumió su visión, en un sentido similar. El miércoles Milei confesó cómo quiere ser reconocido. No como líder político, ni tampoco jefe de Estado, sino como un profeta extravagante. Un showman que cantó como un astro de una banda, brindando una misa en latín que como lo fue por mucho tiempo, era incomprensible para la mayoría de los asistentes.

Si algo faltaba para completar el ego, al otro día, la famosa revista “Time” le dedica una portada a Milei, aunque su contenido estuvo lleno de dudas y peligros. Luego de catalogarlo como “el jefe de estado más excéntrico del mundo”, advierte enseguida que la pobreza en la Argentina saltó al 55%, dudando si es posible que a Milei se le esté acabando el tiempo antes que su apoyo popular se desmorone.

Simplificaría todas estas sensaciones encontradas en una única pregunta: ¿En manos de quién está la Argentina? Con una enorme indulgencia podríamos pensar que solo estamos en manos de alguien que eligió promover y colocar a su figura por encima de la de un líder político. Milei olvidó el miércoles totalmente sus responsabilidades de jefe de estado. Regresó de España, dejando al país que cruje en una profunda crisis, como nos tiene acostumbrados, solamente para difundir sus ideas libertarias y nos aburrió con una perorata de teoría económica que nadie entendió para terminar con una misa pagana mezclada de canciones apocalípticas con un personaje en una situación de éxtasis preocupante: “mírenme, soy el león”. Ese pavoroso espectáculo, exhibió a mi juicio el límite tolerable de excentricidades con un final más preocupante aún. Terminó con una interpretación de Milei de aquella canción de la Bersuit de 1997, premonitoria del 2001: “se viene el estallido”. Está claro que el Presidente la cantó con total ignorancia del posible paralelismo de la actualidad con aquel momento. Al menos eso creo y espero.

Que Milei es una estrella no tengo dudas. Tampoco de su popularidad y carisma. Pudo lograr entre otras cosas, que aquel responsable de la solución de la depresión de los años 30 en Estados Unidos, John Maynard Keynes, fuera denostado frente al estruendoso grito de “Sos un ladrón, sos un ladrón, Keynes sos un ladrón”, por parte de un público que posiblemente jamás lo leyó, ni sepa quién fue. El paralelismo con que supo ofrecer Cristina Kirchner a sus militantes es pavoroso al igual que las respuestas del público. “El que no salta es un español”, se escuchaba en el Luna Park.

Quién es Milei: el que habla, el que piensa o el que hace? Sinceramente estoy algo desorientado.

Como bien señala Jorge Fernández Díaz, Milei trabaja más para su “Avatar” que para su presidencia. O en opinión de Joaquín Morales Solá. Milei prefiere ser mucho más “profeta mundial” que presidente de los argentinos.

Si bien el acto del 25 de mayo en Córdoba tuvo el trago amargo de resignarse a no celebrar pacto alguno ni tampoco mostrar su primer logro legislativo con la Ley Bases, tuvo la sensatez de un discurso moderado y conciliador. Sin embargo, ¿hace cuánto decimos que “estamos llegando al final del túnel”, que nos vienen a “proponer un sueño” o que vienen a “refundar una Argentina diferente”? La realidad contrasta con los discursos y la ideología. La semana que pasó fue la semana de mayor debilidad del Gobierno en lo económico. Si bien la expectativa social se mantiene solo con la baja de la inflación, las noticias de los índices de recesión, la trepada del dólar y el mal desempeño de los activos argentinos con caída de bonos y acciones nos dejaron un trago amargo. De hecho, la brecha del dólar volvió al 37% y todos, dentro y fuera del país, quieren ver si el Gobierno es capaz, aunque sea de “sacar algo del Congreso”, como lo estaría logrando aparentemente en el Senado. Si faltaba poco, comenzó el frio y el Gobierno restringió a las empresas el suministro de gas, debido a que los recortes de Milei retrasaron todas las ampliaciones de la red de gasoductos y la Argentina se quedó sin gas.

A esta semana enrarecida, se le sumó una crisis de gabinete, enmarcada en una confesión de sus más cercanos: “La gestión diaria a Milei lo aburre profundamente”. De hecho, solo concurre dos veces a la semana a Casa de Gobierno por unas horas, no participa de las reuniones de gabinete y en su residencia de Olivos prácticamente ningún ministro accede a entrevistarlo.

Según la consultora Isonomia, el 85% de los argentinos siguen queriendo un cambio profundo en el país. Ese porcentual es muchísimo mayor que la adhesión que tuvo Milei tanto en las elecciones como en la actualidad. Milei deberá optar entre liderar ese cambio o continuar siendo un profeta mundial. Podrá ser muy exitoso en su misión internacional, pero en el país los resultados son prácticamente nulos. El milagro que anuncia en tierras lejanas no ocurre en modo alguno en estos pagos. Ojalá el Presidente no termine devorado por su avatar. Ya todos nos estamos cansando que el Presidente salga a pavonarse por el mundo, mientras acá en casa no pasa nada, demostrando que Milei no delega, sino que se desentiende.

Concluiría este periplo semanal con la encuesta de satisfacción de la Universidad San Andrés de mayo. Por primera vez el Presidente cosecha mayor porcentaje de desaprobación, aunque la diferencia no es significativa. La aprobación de mayo es del 48% contra una desaprobación del 50% y en cuanto a la opinión sobre la marcha de las cosas la insatisfacción llega al 55% contra un 41% a favor. Sin embargo, frente a estos pronósticos, los argentinos en un 45% creen que todo mejorará a futuro.

Posiblemente, todas estas cifras no signifiquen nada, pero volvamos a la duda de la tapa del “Time”. Milei no puede darse el lujo que el apoyo popular se desmorone antes de sus reformas. Simplemente por tomar un ejemplo comparativo, Macri en el mismo período que Milei tenía mucha más imagen positiva y también una imagen negativa mucho más baja. Del 48 % de imagen positiva del Gobierno solo el 21% lo aprueban en mucho y un 27% en algo, porcentaje que podría desmoronarse en cualquier momento.

Los argentinos destacan como principal problema la baja de los salarios (36%), pobreza (35%), inflación (34%) y 28% la falta de trabajo, junto con la delincuencia (31%). Queda claro que el Gobierno solo ha presentado éxitos en uno solo de los 5 problemas más preocupantes de todos los argentinos. Un resultado muy alejado del milagro que relata en el exterior.

La realidad impone un urgente relanzamiento. El fracaso del pacto de mayo fue el final de una cadena de anuncios sensacionalistas que terminaron en un fiasco. Milei a pesar de todo lo que acabamos de decir, conserva popularidad e incluso despierta interés internacional. Sin embargo, ha mostrado un sistema de toma de decisiones horrible, puso al desnudo una crisis de gabinete con una enorme dificultad para gestionar, le van quedando pocos amigos de la corta lista de amigos perdurables como Posse, tiene una ausencia de equipos y a ello se le suma el insólito miedo de Karina y su círculo de permitir la entrada al poder de los amarillos que con su experiencia podrían coparle el poder. En fin, querido Presidente Milei, déjate de joder con tantos viajes al exterior y dale más bola a todos los zurdos locales que tanto odias, porque te van a llevar puesto.

 

* Abogado laboralista, especialista en negociación colectiva, Ex Titular de la Catedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Nacional de la Patagonia, Autor de varios libros y Publicaciones, Ex Ministro Coordinador de la Provincia del Chubut