Hermana del músico Miguel Cantilo, desde los 70 se radicó en la Patagonia, lanzó 9 discos, hizo una tapa en Playboy, estuvo en la cárcel por tráfico de drogas y fue una de las voces femeninas de toda una época
La cantante y compositora María José Cantilo, quien desde haces años estaba viviendo en El Bolsón, provincia de Río Negro, murió a los 68 años. Así lo confirmó su hija Aimé en su cuenta de Instagram.
La cantante y compositora nació en junio de 1953 en el marco de una familia numerosa. Su hermano mayor es Miguel Cantilo (del recordado dúo Pedro y Pablo, junto a Jorge Duriet). Comenzó a tocar la guitarra a los 7 años y compuso su primera canción a los 17. Con su estilo folk-acústico se presentó en los pubs y festivales de Buenos Aires hasta, en la década del ‘70 decidió mudarse a El Bolsón para experimentar la vida en comunidad y el contacto con la naturaleza, el movimiento hippie y la búsqueda de otra espiritualidad para alguien que había estudiado en un colegio de monjas. Con el tiempo, empezó a cuestionarse toda esa formación y se inclinó hacia la religión hindú, el yoga e Indra Devi. En la Patagonia tuvo 4 hijos.
Por insistencia de su hermano, regresó a Buenos Aires en 1982, Fue parte de los festivales La Falda y B.A.Rock, que tuvo lugar en el estadio Obras. Cantó solamente acompañada de su guitarra y junto a solistas y bandas que, en la gran mayoría, estaban conformadas por hombres. En 1984 grabó su álbum debut, que lleva su nombre, del cual participaron David Lebón, León Gieco y Miguel Cantilo, entre otros. Entre los temas aparece una versión propia en español de “Hurricane” (“El huracán”), de Bob Dylan. En 1989 tuvo su segundo intento de alcanzar el éxito con su segundo disco titulado En banda; del mismo, participaron Oscar Moro y Claudio “Pato” Loza, entre otros, sin alcanzar una gran repercusión.
Luego de ser tapa de la revista Playboy (”Desnudamos a una star del rock”, así se tituló la nota), en 1992 fue detenida por tráfico de drogas. Estuvo dos años y ocho meses en la cárcel de Ezeiza. Aquella experiencia dura le dejó sus enseñanzas. “No se puede andar bardeando por la vida. En un tiempo trabajaba con gente de energía muy baja. Arriesgué demasiado. Me vino el palo y me costó digerirlo. Me metí en un tema que lindaba con la ilegalidad. Uno nunca quiere hacer mal, pero a veces bardea, de inconsciente nomás. Hoy lo superé: tengo una pareja y siento que después de tantos huracanes y sismos que hubo en mi vida es como si ahora ella se encauzara armónicamente”, reconoció en un reportaje publicado en Página 12. Parte de esa experiencia la plasmó en un libro que llamó, sin rodeos, Desde la cárcel, publicado en 1994.
A principio de este siglo comenzó un lento retorno a la música con presentaciones esporádicas, que se fueron haciendo más frecuentes. En ese marco, fue una de las invitadas del Festival Rosa Rosa, organizado por Erica García, que tuvo lugar en Cemento y que reunió a varias mujeres del rock local como Rosario Bléfari, Celeste Carballo y Claudia Puyó. En 2004, participó de una nueva versión de “La marcha de la bronca” junto a su hermano Miguel e invitados especiales, y en 2011, editó un disco titulado Esencia que fue producido por su hijo Gaspar Benegas (guitarrista del Indio Solari) respetando la simpleza del sonido de su voz.
Desde 1989 a 2011 editó 9 discos, la mayoría de ellos desde la producción independiente. Su hermano, el año pasado, publicó el disco Corazón acústico, que fue también un homenaje a sus padres. En el tema dedicado a su madre, intervino su hermana.
“Con María José siempre se nos dio muy fácil el hecho de cantar juntos, y me pareció que completaría el tributo a nuestra madre que ella pusiera su fina y delicada voz en armonía con la mía, dado que compartimos naturalmente la tonalidad”, reconoció en otro reportaje publicado en Página 12. Años antes, esta figura del rock que siempre apostó por la gestión por fuera de las grandes discográficas había admitido que el haber conformado un dúo con su hermano fue algo del orden de lo pendiente. “Admiro a mi hermano, pero cada cual está en la suya. De todas maneras, a veces tocamos juntos y ya reconocí que muchas veces quise convencer a Miguel de armar un dúo. Nos hubiese ido bárbaro, como a Pimpinela. Pero nunca lo logré”, admitió una de las mujeres pioneras en la trama del rock nacional que falleció en el lugar del mundo que había elegido hace varias décadas.