15 marzo, 2022
A Carlos Menem Jr. le gustaba convivir con el vértigo y necesitaba de esa adrenalina en su día a día. A 27 años de su muerte, hay preguntas que todavía siguen sin obtener respuestas definitivas y perduran en la memoria colectiva. ¿Fue un atentado o un accidente?
Para la Justicia, se determinó que Carlos Menem Junior falleció por pilotear de manera temeraria. Sin embargo, su madre, Zulema Yoma, siempre sospechó que lo mataron. Su padre, Carlos Menem, cambió de visión con el paso de los años hasta que en 2014 no dudó en señalar que “todo fue resultado de un atentado”.
El miércoles 15 de marzo de 1995 a las 11.44 de la mañana era un día soleado e ideal para volar, pero el helicóptero que piloteaba Carlitos se estrelló a un costado de la ruta nacional 9, en el kilómetro 211,5, entre Ramallo y San Nicolás.
Rosario era el destino que lo esperaba para probar unos autos, parte de su pasión desmedida. Estaba acompañado de otro famoso piloto argentino, Silvio Oltra, quien también perdió la vida. El helicóptero se cayó tras impactar contra unos cables de media tensión, que cruzan la ruta de manera perpendicular a 11 metros de altura y que lo llevaron a perder el control del Bell 206B JetRanger III.
Los medios comenzaron a presentar el caso como «El Tercer Atentado», en referencia a los ataques a la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994). La causa quedó archivada en 1998 porque el juez consideró que se trató de un accidente, pero Zulema, lejos de estar conforme con la resolución, siguió con su lucha por su hijo.
El caso fue reabierto en 2010 por un planteo de Zulema ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Por eso en 2012 se adoptaron dos medidas: había que realizar una nueva autopsia del cuerpo de Carlos Menem Junior; y la pericia fotográfica del helicóptero.
Zulema, que estuvo representada por el abogado Juan Labaké, designó forenses y hasta pidió que hagan análisis del cuerpo de Carlitos. Participaron integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense y del Conicet.
Según ella, había que develar si el cuerpo enterrado en el Cementerio Islámico era de su hijo y que el cráneo no haya sido intercambiado.
Muchas versiones se pusieron sobre la mesa. Una decía que Junior tenía un disparo en la cabeza y que ese disparo no aparecía en el cráneo enterrado. Por eso se tomaron muestras de todo el cuerpo. En todos los casos, se confirmó que se trataba del cuerpo de Junior y se verificó finalmente que los disparos jamás existieron.
Para el juez Villafuerte Ruzo y sus superiores de la Cámara Federal de Rosario, Carlitos Menem y su acompañante Silvio Oltra murieron porque el hijo del entonces presidente piloteó el helicóptero de su tío, Emir Yoma, como jamás debió hacerlo. A muy baja altura, sobre el cantero de tierra que separa los carriles de la ruta 9. Según coincidieron más de cincuenta testigos, el helicóptero voló siempre a muy baja altura y en todo momento debió elevarse para esquivar puentes y cables que cruzan por la ruta.
Los antecedentes de Carlitos empezaron a alimentar muchas hipótesis. Por ejemplo, en 1989, se accidentó con su moto y terminó con fracturas expuestas de tibia y peroné. Eso le hizo perder sensibilidad y algo de movilidad en su pierna izquierda de la rodilla hacia abajo. Esa fue una de las mayores dificultades para usar el embrague.
Como piloto de rally registró accidentes de 1990 a 1994. Fueron cinco en total, que terminó con la destrucción de un Peugeot 405 y un Renault 18. Todo en un mismo día. Y a finales de 1994, un presagio de lo que sucedió después: se desplomó con su helicóptero al intentar aterrizar en Anillaco, La Rioja, el pueblo natal de su padre.
Muchos testigos aportaron más confusión en el expediente. Hubo desde acusados por falso testimonios hasta ladrones que se aprovecharon de la ocasión. Si bien muchos se acercaron al helicóptero para ayudar, algunos robaron. Desde 26.800 dólares hasta los anteojos oscuros y el reloj de Carlitos, un Rolex que recuperó la policía bonaerense y que luego Menem usó durante años. Lo sorprendente es que varios testigos, unos 13, murieron en los meses posteriores al 15 de marzo de 1995.
Hay una evidencia que fue contundente. El día del accidente pasaron a buscar a una conocida modelo por un barrio privado de Benavídez y después se marcharon rumbo a Rosario. Sin embargo, la chica argumentó que se sentía mal y que el motivo era la forma brusca que pilotaba el helicóptero Carlitos. De inmediato, pidió bajarse. En San Pedro descendió el helicóptero y la chica continuó viaje con otra amiga en un auto particular. A los pocos minutos, las dos vieron que había pasado lo peor. Una de ellas bajó, pero de inmediato regresó al vehículo y se fueron.
La Justicia está convencida que hay versión definitiva en esta historia: Junior piloteó de forma imprudente.
