30 abril, 2021
Cuatro escritores y estudiosos de su obra alumbran esta zona oscura del autor de las novelas «El túnel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abaddón el exterminador». Un autor ensombrecido por la época de la dictadura que no logra recuperar circulación. ¿Por qué no perdonar a Sabato lo que se le perdona a Borges?, se preguntan otros escritores
Por Carlos Daniel Aletto
Hace una década atrás, el 30 de abril de 2011 moría a menos de dos meses de cumplir 100 años Ernesto Sabato, un escritor que pretendía «soñar por la comunidad» y que con sus novelas «El túnel» y «Sobre héroes y tumbas» se consagró internacionalmente, pero que con su participación política durante y después de la dictadura dejó algunas dudas, como subrayan algunos críticos que ven en esta acción una posible causa de que su obra haya sido obliterada por la academia.
A diez años de su muerte, la suerte de la figura de Ernesto Sabato en la Argentina es incierta. Su obra, salvo raras excepciones, no se estudia en las universidades del país y sus libros no corren la misma suerte que la producción de Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, a pesar de que fue una figura tan importante en el país como sus dos coetáneos. Paradójicamente, el escritor nacido en Rojas, el 24 de junio de 1911 y ganador en 1984 del Premio Miguel de Cervantes -el galardón más importante en lengua española- sí es estudiado en otras ciudades del mundo. En diálogo con Télam, cuatro escritores y estudiosos de su obra alumbran esta zona oscura del autor de las novelas «El túnel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abaddón el exterminador».
La escritora e investigadora argentina María Rosa Lojo es una de las críticas que con más dedicación ha trabajado la obra de Sabato. La autora de «La princesa federal» y «La pasión de los nómades» explica que si bien «El túnel» (1948), su primera novela, tiene una excelente recepción de crítica, público y también traducciones, la gran repercusión nacional e internacional llega con «Sobre héroes y tumbas» (1961). Y sostiene que «aunque no es exactamente un autor del boom latinoamericano, se solapa en parte con este a partir de esta novela que se vuelve también representativa de lo latinoamericano fuera del país».
«Sabato tocó lo más radical y visceral de las pasiones humanas, logró una capacidad de identificación que perdura hasta hoy. Durante décadas fue un autor muy leído y personalmente consultado por las generaciones más jóvenes, que buscaban y esperaban respuestas existenciales en su literatura intensa y filosófica», dijo María Rosa Lojo
Por su parte, la profesora y doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires Elisa Calabrese, autora del libro «Sabato. Historia y apocalipsis» (Alción 2013) inscribe a «Sobre héroes y tumbas» como un fenómeno editorial: «desde su aparición, en 1961, generó (a la par de Cortázar) un nuevo ‘lectorado’ de jóvenes, ocasionó el ingreso de nuestro país en el boom y hasta produjo una invasión de Alejandras entre las nacidas en la década».
El poeta, sacerdote y ensayista Hugo Mujica, a quien Sabato define en su libro «Cuentos que me apasionaron» como «un gran poeta escritor», participó esta semana de un ciclo de encuentros que la Fundación Ernesto Sabato organizó como homenaje. Mujica asegura que «Sobre héroes y tumbas» fue en su adolescencia un cimbronazo «grandísimo» y que mirándola en perspectiva «es una «Bildungsroman», como llaman los alemanes a una novela de formación.
«Sabato era el que ayudaba el paso en ese libro de la adolescencia a la aceptación de la adultez (con lo que tiene de adulterar la verdad)», asegura el autor del poemario «Para albergar una ausencia», que justamente lleva prólogo de Sabato
«Algo así había hecho Cortázar con ‘Rayuela’, pero de manera más intelectual», dice Mujica y agrega que los adolescentes siguen leyendo la novela porque «pasa de generación a generación, siendo un equivalente a Herman Hesse o en poesía a Alejandra Pizarnik o Arthur Rimbaud». Y define: «son libros que te ayudan a ese paso doloroso y de confusión y que termina en ese camino hacia la Patagonia en una madrugada con esperanza, quizás», dice el autor de «Barro desnudo» en alusión al final de «Sobre héroes y tumbas».
En 2021, a diez años de su muerte, sin duda Sabato es considerado fuera de la Argentina como un clásico de la literatura en lengua castellana
Por su parte, la escritora y crítica Elsa Drucaroff sostiene que Sabato es un escritor significativo para la literatura argentina, porque tiene un mundo narrativo poderoso que sigue teniendo vigencia, «pese a que ha habido intenciones de despreciarlo y minimizarlo por parte de cierta academia», advierte.
«‘El túnel’ es una novela con presencia y ‘Sobre héroes y tumbas’ tiene elementos muy poderosos imaginativamente, con imágenes que han quedado en el imaginario de la ciudad de Buenos Aires y de ciertas lecturas de la historia de Argentina», asegura la coordinadora de uno de los tomos que forman parte de «Historia crítica de la literatura argentina».
«Sabato tiene el paradójico y curioso mérito artístico de haber sido el escritor que plasmó en palabras una estructura de sentimiento y una conceptualización enormemente reaccionaria y conservadora para la sociedad argentina, porque lo cristalizó -y eso es un mérito artístico- en el prólogo al ‘Nunca más’ que escribió como presidente de la Conadep», afirma Elsa Drucaroff
La ensayista, que en 2002 publicó en el número 3 de la revista Tres Galgos el trabajo «Por algo fue» -un análisis del «prólogo» al Nunca Más- indica ahora que el documento escrito por Sabato «es un texto político y como tal terrible, porque lo que hace Sabato básicamente es dar vuelta la frase ‘por algo será’, que se había extendido durante la época de la dictadura, que tenía consenso mayoritario y era una forma de aprobar las desapariciones diciendo que las víctimas ‘algo habrían hecho’, significando que eran jóvenes idealistas».
Para Drucaroff «el trabajo del arte no es decir lo que está bien y lo que está mal, ni bajar línea política, sino de alguna manera plasmar los sentimientos casi inconscientes, los debates que van por debajo del río social».
«Ese prólogo es una «pieza políticamente execrable, porque mantiene intacta la presuposición de que hay víctimas en este mundo que se merecen que se les haga eso, y de esa forma justifica el terrorismo de Estado, pero como pieza literaria, Sabato puso en palabras la teoría de los dos demonios por primera vez, puso algo que estaba registrando socialmente, por eso tuvo tanto éxito entonces. Yo creo que se puede leer ese prólogo como una pieza clásica de la literatura política argentina, incluso para discutirlo y analizarlo», sostiene.
Lojo advierte que en la Argentina, hay algunos enfoques polémicos sobre un fondo predominante de aceptación y popularidad: «Sabato se valora en general, dentro del marco de los sesenta y el post-peronismo, la mirada sobre el interior, el planteo abarcador sobre la cuestión nacional y las dicotomías argentinas, a la vez que se destaca el valor estético, la potencia, la originalidad del ‘Informe sobre Ciegos’, tan celebrado por Abelardo Castillo y la generación de la revista ‘El Escarabajo de Oro'».
Por su parte, Calabrese se pregunta: «¿Por qué el tabú sancionado sobre el nombre de Sabato en el campo intelectual argentino posterior a la última dictadura?» La fundadora y directora del Centro de Letras Hispanoamericanas busca la respuesta revisando la bibliografía concerniente al autor con posterioridad a la recuperación de la democracia en 1984 y encuentra poquísimos títulos dedicados a su obra firmados por escritores o críticos argentinos, aunque no ocurra lo mismo en el exterior. «El motivo más obvio y contundente fue el tan comentado almuerzo que el escritor compartió con otros de sus colegas –entre ellos Borges- al aceptar la invitación de Jorge Rafael Videla», señala Calabrese.
«¿Por qué no perdonar a Sabato lo que se le perdona a Borges? Creo que esa imposibilidad de perdonarlo se da por la recuperación de su literatura por ciertos sectores de la izquierda: nadie esperaba de Borges una actitud políticamente comprometida, mientras que a Sabato, se le demandaba una postura progresista, fomentada por él mismo en sus constantes intervenciones públicas», plantea Elsa Calabrese
«Además contribuyó a este repudio la personalidad del escritor, siempre obsesionado con explicarse y justificar su obra», asegura Calabrese. Y amplía: «su figura pública asumió la insistente construcción de un intelectual comprometido, ajeno a la frivolidad, que piensa el oficio de escribir como una práctica emergente de lo íntimo de su subjetividad aunque siempre conectada de modo profundo, a veces oblicuo, con la realidad de la sociedad a la que pertenece».
En 2021, a diez años de su muerte, sin duda Sabato es considerado fuera de la Argentina como un clásico de la literatura en lengua castellana. En el país su figura y su obra aparecen y desaparecen de forma intermitente, aunque sin dudas dos de sus novelas «El túnel» y «Sobre héroes y tumbas» permanecerán dentro de la narrativa argentina como piezas valiosas de una época, incluso podrán -los años lo dirán- constituirse en clásicos.
*AT